Siempre hablamos de la excitación de los preliminares, de cómo llegamos a una situación en la que nos apetece estar con alguien, de la pasión, del encuentro sexual y de cómo queremos disfrutarlo. Pero ¿qué hay después? ¿Por qué no hablamos nunca de lo bien que nos sentimos tras un buen orgasmo?
Anteriormente os he hablado sobre lo que yo considero actitudes románticas en los momentos de excitación y entrega, sin embargo ahora, a lo que estoy refiriéndome es a ese pequeño o gran instante de después. Y es que mucha gente defiende que el romanticismo está sobrevalorado, y más aún cuando no tienes una relación estable y sólo vas a disfrutar de un buen polvo. Sin embargo yo no creo que sea sólo una cuestión sensiblera, sino que sigue formando parte del acto sexual, y puede producir igualmente excitación y una extensión muy placentera de todo eso. Por supuesto siempre hablo desde la experiencia, y como la mayoría de las personas, la he tenido buenas, pero también nefastas. A veces la circunstancia, por cuestiones de tiempo o del sitio en donde has terminado follando no da lugar a ponerse cariñoso después. Otras veces, la aventura ha sido tan desastrosa que lo que menos apetece es dedicarse mimitos o ser generoso en caricias con tu acompañante. Pero cuando la relación ha sido satisfactoria o al menos lo es el estar en brazos de una pareja muy deseada, -porque no siempre que se quiere y se pone interés las cosas salen bien, admitámoslo- esos minutos posteriores abrazados como ventosas, recibiendo el sudor del cuerpo ajeno con gozo, aspirando el olor del éxtasis de tu contrario, son realmente gloriosos.
Se puede haber terminado, como ya digo, en un maravilloso abrazo de pulpo siendo consciente de todas esas sensaciones y fluidos que han formado parte del acto sexual, pero también puede ser que el esfuerzo final os haya llevado a terminar a cada uno en una esquina distinta de la cama o del sofá, agotados y entrelazados por ejemplo sólo por las piernas, dándoos opción a rozaros los pies, y que ese sea vuestro momentazo de después. O quizás al terminar con la postura del perrito, lo agradable sean las palabras jadeantes susurradas en tu oído desde atrás mientras echado sobre ti recupera su ritmo para respirar. A lo mejor, lo maravillo para ti, es acariciar a tu pareja, sin hablar, con los ojos cerrados, sintiendo su piel, aún erizada, los espasmos que, como réplicas de las mil sensaciones disfrutadas, vuelven a su cuerpo. Y yo además contaría también en este grupo de todo lo que viene después del buen sexo, lo que sucede por un tiempo una vez que continúas con la actividad habitual. Es decir, cuando os vestís nada más acabar y salís juntos de paseo, de la mano, alargando ese encuentro íntimo varios kilómetros en los que os sentís plenos y felices. O sin salir, incluso sin vestiros, cuando disponéis unas copas de vino y preparáis algo para picar charlando animadamente, con una sonrisa de oreja a oreja.
Todas estas actitudes son formas de alargar y mantener el disfrute de la pasión entre dos personas, y si es necesario que practiquemos más esta ultima parte del acto sexual para que seamos bien conscientes de ella, pues ¡a practicar se ha dicho!
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