Hoy en día son bien sabidas y conocidas las consecuencias revolucionarias que internet, la globalización y las nuevas tecnologías han traído consigo. Como de costumbre, la tecnología, que avanza a pasos agigantados, a veces deja tras de sí algún hijo olvidado, que por mucho potencial que pueda tener, solo puede esperar a que se le redescubra más adelante.
Y con esta enrevesada metáfora os presento un avance lógico que era de esperar.
Si del libro salió el libro erótico, del cine el cine erótico, y del cómic el cómic erótico y/o hentai, ¿cuánto debíamos esperar para que del videojuego naciera el videojuego erótico?
No nos engañemos, los videojuegos eróticos han existido desde posiblemente el momento en el que se consiguió animar un par de círculos y unas rectas. Aunque, por unos motivos u otros, su auge no ha comenzado hasta hace algunos años, cuando los artistas individuales a través de plataformas de financiación, como Patreon, hicieron sus propios proyectos y los propagaron por todo internet (obviamente las empresas comunes de videojuegos no van a financiar juegos de esta índole pero, si sabes buscar, puedes encontrar alguno que otro en ciertas plataformas más conocidas.)
Pero… antes de que vayas corriendo a buscar estos videojuegos a dedicarles más horas que a un Elder Scroll o un Minecraft, te pregunto, ¿qué puedes esperar de ellos? ¿Se les puede considerar realmente videojuegos? ¿O son más bien videos interactivos?
Como de costumbre, todo tiene sus pros y sus contras, y hasta su variedad.
En primer lugar, si vas a los videojuegos más antiguos, los primeros que salieron, podrás ver que están basados en animaciones sexuales explícitas o fragmentos de películas porno de pocos segundos. El objetivo en ellos es resolver acertijos, puzles y minijuegos siguiendo más o menos una historia para acabar llegando al premio esperado, que son las escenas sexuales.
En segundo lugar, tendríamos lo que podría ser una evolución directa de los primeros, pero con unas diferencias abismales que uno no esperaría de juegos hechos por aburridos y solitarios fans en sus casas. Entre estos, los primeros que encontramos son los que yo describo como a medio paso entre la novela erótica y una serie de Netflix. Estos juegos consisten en relatarte una novela de forma audiovisual y en animación 3D donde la temática sexual, aunque no siempre está en el centro de la trama, tiene su importancia. Cuando hablamos de animación, novela y erotismo, no debemos imaginar la típica y trillada historia básica hecha como excusa para mostrar sexo. Estamos hablando de historias de más de 10 horas de juego con argumentos que, sorprendentemente, hacen empalidecer a muchas novelas y a muchas series y/o películas contemporáneas ya sean policiacas, de ciencia ficción, de misterio, etc. Debido a su interactividad, se juega con que quieras volver a usar el videojuego para ver cómo acabaría la historia si escogieras otras opciones.
Por otro lado, tenemos juegos de mundo abierto donde, aunque hay una trama principal muy elaborada, el punto fuerte es un mundo abierto muy completo donde debes subir estadísticas, conseguir objetos y otras misiones para seguir historias paralelas que constantemente se están actualizando.
No todos los juegos son historias de rol o libros eróticos animados. En tercer lugar, tenemos los juegos competitivos. Porque sí, también los juegos eróticos se han apuntado a los juegos competitivos de móvil. Ya sean de cartas, de estrategia, de construir un imperio, de guerra etc. Lo único que los diferenciaría de un juego normal sería que el diseño sexualizado de los personajes está pensado para que en las recompensas finales puedas disfrutarlos en escenas plenamente sexuales sin censura.
Como ya hemos dicho, este tipo de juegos tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Empezaremos con las buenas.
Lo bueno de estos juegos, algo que encontramos frecuentemente en los nuevos, es que basan su éxito no en la calidad del contenido sexual, sino en la creación de vínculos. El juego busca sumergirte en una historia para que vayas creando poco a poco, a través de minijuegos y elecciones, un vínculo con sus personajes. Así, de ese modo, creas en tu mente ese objeto de deseo, pues han entendido que una persona basa gran parte de su excitación, no en el físico ni en lo superficial, sino en las conexiones. De esa misma manera una misma imagen sexual no va a excitarte igual si la ves sin contexto que si la ves interpretada como un personaje con el que has compartido penas y glorias. El mismo método que usan las novelas eróticas, pero aquí va con apoyo audiovisual.
Lo malo. Lo malo es simple y llano. Es lo que podríamos llamar, el patriarcado. Por desgracia, estos juegos se hacen teniendo en mente el mismo público objetivo que tiene el cine erótico actual, lo que, en muchos casos, hace repetir los mismos fallos y errores. Se crea en mayor o menor medida un producto con las características básicas del machismo para complacer a lo que se considera el gusto del hombre promedio. Pero eso no impide que, de la misma manera que ocurre con los doujinsis en el hentai, al estar concebidos a través de la visión de una sola persona, en ocasiones se encuentren joyas que poco o nada tienen que ver con el machismo y el patriarcado tal y como lo conocemos.
Por otro lado y como curiosidad, podemos ver que está tan extendida la idea y la creencia de que solamente los hombres consumen pornografía, que entre estos videojuegos eróticos se está abriendo una rama de juegos enfocada única y exclusivamente al público homosexual masculino. Pocos juegos, o prácticamente ninguno, han demostrado tener en cuenta al público femenino.
La conclusión a todo esto es algo que de lo que ya hemos hablado con anterioridad. Los videojuegos eróticos/pornográficos no son más que otro juguete sexual con un sinfín de posibilidades, al igual que el cine, las series o la literatura, tal y como se ha demostrado estas últimas décadas. Pero que, al tocar el tema sexual, cae de forma más evidente en el aborrecible y limitado prisma del machismo.
Con esto podemos ver que el problema de la pornografía no es su mera existencia, sino el machismo y el patriarcado que se aferra en todos los medios audiovisuales y especialmente en aquellos que muestran escenas sexuales y/o eróticas. Y esto es algo que se resuelve con educación sexual y no con prohibiciones y censuras.
Por otro lado, el hecho de que se use de forma tan evidente la creación de vínculos con los personajes como método para avivar la excitación, alimenta la idea de que todos, en mayor o menor medida, necesitamos un vínculo con el objeto de deseo para poder dejarnos llevar libremente por el placer. La necesidad de una conexión para sentir excitación no sería algo exclusivo de una orientación sexual, sino la base para una buena calidad sexual.
Como de costumbre la educación sexual, o la falta de esta, vuelve a estar en el punto de mira de todo aquello que tratamos. El sexo, y el placer, es algo tan intrínseco a nosotros mismos que si no lo tratamos como se merece siempre acabará en manos de los que sí se atreven a utilizarlo, aunque solo sea para sacar un beneficio.
Y es que la verdadera libertad no está en la censura, sino en la educación.