Se supone que las vacaciones son para aprovechar el tiempo en descansar, estar con la familia, ordenar armarios y trasteros, leer lo que no te da tiempo el resto del año, comer mucho y a deshoras y, por supuesto, para follar más y sin prisas. Al menos yo es todo lo que procuro hacer siempre. Aunque estas cosas nunca se equilibran y tiendes a hacer mucho más de unas que de otras. Y no sé por qué pero mi personalidad siempre se decanta por leer y follar. Algo que además de ser muy enriquecedor para cuerpo y alma son asuntos ambos muy relajantes. Comentando un poco acerca de lo segundo, me gustaría ahondar en la idea de que las vacaciones son el momento ideal para dedicarle más tiempo a todos los extras que una relación de pareja puede tener para hacerla más divertida y sacarla de la rutina.
Por eso yo este verano me he comprado un mini vibrador con mando a distancia, de esos que puedes usar incluso dentro del agua, y mi chico y yo hemos pasado muy buenos momentos en la playa. Ya que él no le saca tanto partido como yo a estar manchándose de arena, vuelta y vuelta al sol, ni le gusta bañarse, he conseguido que con este invento, esté más que entretenido controlando mis reacciones más íntimas según los deseos de su dedo sobre el mando. Por supuesto que lo hemos utilizado en el hotel y en otros espacios, como restaurantes, bares de copas, e incluso en el cine, pero en la playa, la idea de estar mucho más expuestos, sobre todo yo, era de lo más excitante para ambos. Hemos jugado mucho a comprobar hasta donde alcanzaba la frecuencia del mando para ver lo lejos que yo podía irme sin que el balín dejara de vibrar dentro de mí, incluso mientras me daba un largo baño y él permanecía en la orilla. Por supuesto el tener la capacidad de dominar mi placer, le daba una satisfacción especial que luego se traducía en largas charlas con explicaciones sobre ello en nuestros momentos de cama ya en la habitación. Porque eso también formaba parte del juego, el contarnos con detalle mutuamente las sensaciones que nos había producido el juguete. Ha sido muy divertido verle sentado bajo la sombrilla con el mando en la mano e intentando que la gente alrededor no notase su evidente excitación física, mientras yo caminaba con parsimonia por la arena fingiendo mirar mi móvil mientras en mi cara se iban acomodando distintas muecas y gestos de placer. En algún momento ha creído tener en la mano el mando del garaje o el de la tele, y sus movimientos con él han sido demasiado exagerados, y algún que otro niño se le ha quedado mirando preguntándose qué cacharro estaría intentando encender con aquel chisme
La verdad es que nos ha dado multitud de momentos divertidos y casi me atrevería a decir que por igual, aunque yo haya sido la portadora y la que ha gozado con las vibraciones. Incluso hemos inventado juegos en los que yo tenía que adivinar en cuál de las posiciones tenía el mando según lo que yo estuviera sintiendo y teniendo que pagar mis errores con caricias y lametones a mi pareja, del mismo modo que él me las regalaba cuando yo acertaba. Hemos probado algunos otros juguetes más pero sin duda me quedo con éste que se puede venir a la calle con nosotros sin problemas. Así que aunque el verano ya se acaba, tenéis el resto del año para disfrutarlo e inventar vuestros propios juegos. ¡Escoged los sitios que más morbo puedan daros y agotad las pilas de los mini vibradores!