La práctica “upskirt” consiste en hacer fotos o videos no consentidos por debajo de la falda a una mujer, con la finalidad de capturar imágenes de la entrepierna, la ropa interior o, incluso, genitales. Es similar al “downblouse”, la única diferencia es que en este caso se toman imágenes no autorizadas del pecho de la mujer por encima de su vestido, blusa u otra prenda de vestir, obteniendo una imagen de su seno o escote.
Ambos casos son considerados como una forma de fetichismo sexual o voyeurismo. Y en este punto es donde yo me planteo… ¿realmente estamos ante una parafilia o más bien, ante un acto ilegal que viola la intimidad de la mujer? Para resolver esta pregunta primero vamos a repasar estos conceptos:
- Parafilia: patrón de comportamiento sexual donde la fuente de placer se encuentra en objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos.
- Fetichismo sexual: tipo de parafilia en la que la excitación o la consecución del orgasmo viene de la mano de un fetiche, es decir, un objeto que puede ser una prenda de vestir o una parte del cuerpo, por ejemplo.
- Voyeurismo: los voyeuristas buscan la excitación sexual observando personas desnudas o mientras realizan actividades sexuales. Es una práctica muy asociada al exhibicionismo.
Pues bien, ahora os tengo que decir que tanto el fetichismo sexual como el voyeurismo se consideran prácticas inofensivas, siempre y cuando no causen ningún malestar ni al sujeto ni a terceros, ya que si es así pasaríamos a hablar de un trastorno patológico que podemos encontrar dentro de la Clasificación de Trastornos Mentales DSM.
Por tanto, aquí surge otra pregunta ¿el upskirt puede causar malestar a terceros? La contestación sería SÍ, no debemos olvidar que son fotos hechas sin el consentimiento ni conocimiento de la persona fotografiada. Por tanto no estamos ante esa práctica inofensiva, sino como mucho ante un trastorno patológico que supone la violación de la intimidad de otras personas. Una práctica que podríamos considerar ilegal, polémica y difícil de encasillar.
Lo que está claro es que estamos ante una conducta no legal, ya que cualquier conducta que viole la intimidad de otra persona lo es. Aunque actualmente son pocos los países que cuentan con una ley que proteja a las mujeres de estas prácticas. Solo algunos estados americanos y australianos junto con Alemania tienen estatutos específicos que prohíben este tipo de fotografías. En algunos países este tipo de prácticas se castigan como un acto de obscenidad, por ejemplo en Finlandia en 2010 a un anciano, tras haber tomado docenas de fotos upskirt, se le confiscó la cámara y se le impuso una multa por conducta obscena.
Pero lo cierto es que la mayoría de estos actos quedan impunes y podemos ver cientos de imágenes y videos por internet que contienen material obtenido sin consentimiento de las personas implicadas. Si nos paramos a pensar, es preocupante que una imagen de nuestro cuerpo pueda estar en manos de un desconocido sin nuestro consentimiento y sin consecuencia alguna. Es una situación de impotencia ante algo que es totalmente ilegal y supone un ejemplo claro de la vulnerabilidad de las mujeres ante prácticas como la del upskirt.
Quizás podríamos considerarlo un problema más de las nuevas tecnologías. Ya que ayudan a dar más libertad mediante el anonimato y la privacidad, pero en ciertas ocasiones pueden convertirse en una vía para violar la intimidad y propagar información no apropiada. Y, desafortunadamente, suelen ser las mujeres las víctimas de estos comportamientos invasivos.
Desde mi punto de vista, el upskirt sería un ejemplo de esa violación de la intimidad de la mujer, móviles que hacen magníficas fotografías en las situaciones más insospechadas o cámaras diminutas para captar imágenes de las partes más íntimas de la mujer que luego son distribuidas o publicadas en internet sin el conocimiento ni consentimiento de la persona afectada. Incluso hay sitios web especializados en este tipo de imágenes, dando lugar a los términos “upskirt” y “downblouse”.
Las formas de tomar las fotos upskirt pueden ser muy variadas y es muy difícil que la mujer se dé cuenta, ya que suelen usar cámaras ocultas en los zapatos o en una bolsa, por ejemplo. Además aprovechan diversidad de situaciones para tomar las fotografías como puede ser una mujer bajando las escaleras o bajándose de un coche o simplemente mujeres que están sentadas en el trasporte público o en el banco de un parque. Lo más fácil es que la mujer no note nada y no sea consciente que ha sido víctima de una situación de upskirt hasta que se ve a sí misma, si llega a verse, en algunos de los sitios web que muestran este tipo de fotos.
Para terminar, deciros que aunque en la actualidad sea una práctica más fácil de difundir debido a las nuevas tecnologías, antiguamente también despertaba gran interés y podemos encontrar una muestra en el cuadro pintado por Jean-Honoré Fragonard en el año 1767 titulado “The Swing” que muestra a un hombre admirando bajo la falda de una mujer. Una conducta que en la “sociedad cortés” era juzgada como indecente.
“Me parece que el avance de la civilización no es más que un ejercicio en la limitación de la intimidad”
Isaac Asimov