En la última década, el arte nipón del 春画 o Shunga, como lo conocemos nosotros, ha gozado de un gran éxito debido a su novedad y su presumiblemente recién descubrimiento por parte de la cultura occidental de Europa y América.
Pero, ¿de dónde proviene? Y más importante aún, ¿a qué se debe el boom de su éxito actual?
Como ya es bien sabido, el arte Shunga es una expresión artística japonesa basada en la erótica, que nace en la Época Edo 江戸時代. Más específicamente, en su segunda mitad. Este arte se suele dividir en dos grandes grupos, los manuscritos dibujados a manos o 肉筆, y los grabados en madera o 木版画. Pero la característica que une inequívocamente a ambas técnicas es el carácter sexual explícito de su contenido.
Si este arte tiene más de 300 años de antigüedad, ¿por qué parece que haya sido descubierto recientemente? Porque hasta hace menos de 10 años, el Shunga no era considerado arte en sí mismo.
Para entender esto, primero deberemos recapitular un par de décadas en la historia de Japón y su relación con Occidente.
Desde hace mucho tiempo, se han conservado una gran cantidad de manuscritos y hasta de grabados originales en madera, del arte Shunga pues en su época este arte nacido del Ukiyo-e 浮世絵 se convirtió en una válvula de escape a la represión surgida del malestar general causado por la decadencia del shogunato y su sistema de gobierno militar. Pero, aunque durante décadas se ha estudiado el Shunga por su gran importancia histórica y social, jamás se le había considerado arte. Y todo ello solamente por un sencillo motivo: aparecían coños y pollas gigantes en su contenido. Tan simple como eso.
El contenido sexual explicito la excluía radicalmente de su definición como arte. Por ese motivo, en el mundo de los estudios históricos japoneses el Shunga era altamente conocido, mientras que en el mundo del arte hasta hace unas décadas esta expresión artística era poco más que una anécdota. Además, en Japón el Shunga era algo extremadamente popular, pero vivido desde el humor. Como una curiosidad de una época histórica compleja y estrafalaria, y por su extremadamente detallado contenido sexual, no estaba permitido hacer exposiciones de Shunga en lugares públicos como museos o salas de exposiciones.
Por suerte, no todo el mundo pensaba así.
Desde hace tiempo, una pequeña comunidad de artistas dentro de Japón luchaba por reconocer el Shunga como arte. Su composición audaz, su técnica delicada y sus vivos colores, hace que los estándares de las obras de Shunga sean tan altos como los de cualquier obra de arte. Pero no fue hasta que llegó a occidente que la percepción sobre éste empezó a cambiar.
No nos equivoquemos, en occidente también hubo y hay mucha oposición al Shunga por su carácter sexual, pero posiblemente debido a que fue toda una novedad, el Shunga se recibió sin ningún tipo de prejuicio. Y su carácter sexual y erótico, en lugar de ser una tacha, se convirtió en una característica positiva que se sumaba a toda su lista de cualidades, adquiriendo de esa manera un gran valor.
Por fortuna y con el paso del tiempo, la opinión global sobre el Shunga fue cambiando. No fue hasta finales del 2015 cuando se abrió la primera exhibición pública de Shunga en territorio japonés. Y sin ir más lejos, en el centro cultural de Tokyo Eisei Bunko 永青文庫, situado al norte de Shinjuku. Esta muestra fue aceptada y celebrada con gran aprobación.
Aun así, en nuestros días el debate sobre si el Shunga debe considerarse o no un arte, sigue en vigor. Y no parece que su conclusión vaya a llegar en breve. No nos engañemos, la única justificación que se usa para poner en duda el carácter artístico de estas obras es su contenido sexual.
El tabú y la censura sobre la sexualidad cuenta aún con una gran mayoría de participantes ya sea en occidente o en oriente. Y es tan fuerte, que es capaz de sacar una obra de arte de su propia nomenclatura ignorando todas sus demás cualidades. Allí donde haya un coño o una polla, se ignorará todo lo demás. El foco de atención caerá sobre ello, y nada más importará, en la mayoría de los casos para mal.
En este caso en especial me siento orgulloso de que una cultura normalmente tan conservadora haya dado un paso tan importante. Y sobre todo, que el público haya reaccionado tan bien sobre lo que ya se conocía prejuiciosamente como un tema de discusión delicado.
Pero como se suele decir, esto solo ha sido un paso. Aún queda un maratón por delante. Y el paso más importante, es el siguiente.