La palabra “shibari”, que significa en japonés “atadura”, consiste en una técnica oriental (también conocida como “kinbaku”) basada en el arte de atar a personas.
Podría decirse que actualmente es un estilo de bondage artístico y erótico, perfeccionado durante siglos, pero que no implica violencia, sino que es totalmente consensuado. Incluso hay quien afirma que supone un acto de comunicación íntima entre dos personas lleno de sensualidad.
¿Cómo surge este arte?
Al parecer, su origen está en el Japón de la Edad Media, donde se usaba para inmovilizar a los prisioneros sin necesidad de grilletes de hierro, ya que había escasez de metales. Se dice que los samuráis eran profesionales de las ataduras, técnica denominada entonces “hojojutsu”, usándola como tortura en tiempos de guerra y que, posteriormente, se llevó a la alcoba como ingrediente de estímulo sexual. De manera que los conocidos dibujos eróticos shunga ya muestran este tipo de ataduras.
A partir de la década de los 60, el shibari se hace cada vez más conocido y apreciado en Japón, dando lugar a grandes maestros y escuelas que enseñan esta técnica, así como exhibiciones en teatros y salas.
El arte shibari llega a Occidente, comparándose con el bondage, aunque este último se diferencia porque busca la inmovilización plena y no se limita a las cuerdas. Sin embargo, el shibari no supone inmovilización en sí misma, sino que se destaca por la belleza estética al crear formas geométricas, por la asimetría y porque los nudos se suelen hacer en zonas erógenas para proporcionar placer así como causar un efecto energético sobre ciertos puntos del cuerpo.
Tal vez en el mundo occidental sea difícil entender el arte de las ataduras porque no existe una tradición cultural de las cuerdas como en Japón (donde cualquier actividad cotidiana se convierte en un ritual estético lleno de belleza), ni se le atribuye a estas un significado sagrado como sucede con algunas religiones de Oriente.
Para comprender mejor este arte fetichista tenemos que saber cómo funcionan las BDSM, que están basadas en la regla SSC (seguro, sensato y consensuado). El poder erótico de sentirse a merced de alguien en quien confiamos ejerce un efecto psicológico y estimulante que puede descargar mucha adrenalina y provocar orgasmos muy intensos. Aquí sumisión supone en muchos casos liberación, dejarse hacer, entregarse al placer… en otros, obedecer sin responsabilidades ni inhibiciones.
Pero lo que sucede después de llevar a cabo las ataduras depende de las personas implicadas, y según el tipo de relación entre ambos puede haber sexo o no. El uso de la cuerda con fines eróticos puede ser un juego privado, pero también se realizan ataduras en público en performances, o sesiones fotográficas. Su poder visual lo convierte en algo muy llamativo y atrayente sobre el escenario, ya que en ocasiones la persona atada incluso queda suspendida en el aire. Se trata de un juego estético donde se realza particularmente la forma del cuerpo, la postura y la expresión del rostro.
Esta técnica ha evolucionado hasta el punto de existir atadores profesionales o auténticos “maestros de la cuerda”, denominados “nawashi”. En un principio, el arte shibari era exclusivo de los hombres, pero cada vez existen más mujeres que lo dominan. Y aunque normalmente la persona atada es una mujer, dicen que no tiene nada que ver con un rol de sumisión femenino, sino más bien con la falta de modelos masculinos, o quién sabe, tal vez con la belleza estética de las curvas del cuerpo femenino.
¿Y al final cómo se lleva a cabo?
Normalmente se usan cuerdas de fibras naturales, de arroz, cáñamo, algodón… Además, existen una serie de ataduras predefinidas o patrón, que son las que más se emplean habitualmente.
Por otra parte, para llevar a cabo esta práctica es necesario tomar una serie de precauciones y recomendaciones de seguridad porque si no pueden provocarse lesiones en la persona que recibe las ataduras. La persona que ata es responsable por el bienestar de la persona atada y tiene que estar atenta al color y temperatura de la piel, ya que si la presión ejercida es muy fuerte puede haber problemas con la circulación sanguínea y se pueden causar daños. Además, nunca se debe dejar a la persona amarrada sola. Pero sobre todo, es importante que exista una comunicación fluida entre atador y sumiso, incluyendo una palabra o gesto fácil de realizar por la persona atada en caso de que quiera ser desatada.
Hay que tener muy claro que el arte de atar shibari requiere el conocimiento de una técnica específica y supone ciertos riesgos, por lo que no se recomienda que lo lleve a cabo cualquier persona. Otra cosa es el bondage para principiantes jugar con unas esposas para darle un puntito diferente al sexo en la pareja. Y quién sabe, siempre podemos asistir a una performance shibari y ver qué efecto nos produce… si nos gusta incluso podemos apuntarnos a un taller para parejas y descubrir más a fondo este arte de cuerdas y erotismo.
- Todas las imágenes de este post, incluida portada, pertenecen al fotógrafo japonés Hikari Kesho.