¿Pensabas que dieta y sexo no tenían nada que ver? ¿Que la alimentación no influye de ninguna manera en la sexualidad? Pues ¡nada más alejado de la realidad! En efecto, los alimentos que tomamos y la cantidad que consumimos interfieren de diversas formas en nuestro deseo y nuestra actividad sexual.
Así, se ha constatado que tanto carencias nutricionales como excesos en la alimentación pueden provocar efectos negativos en la capacidad sexual y también en la fertilidad. Y esto puede suceder tanto en hombres como en mujeres.
En cuanto a la privación de alimentos, se sabe que entre prisioneros de campos de concentración se produjeron casos de atrofias testiculares graves e irreversibles. También debido a la carencia de alimentos, en los años posteriores a la II Guerra Mundial, se observó una notable reducción de las relaciones sexuales.
Existen, además, estudios que demuestran que una dieta estricta puede dar lugar a una disminución en el interés por la actividad sexual, al afectar a la regulación de las hormonas sexuales.
En el lado opuesto, sabemos que una dieta excesiva conduce a la obesidad, y esto puede reducir la actividad sexual. De manera que una persona obesa puede tener dificultades para moverse durante las relaciones sexuales. Si se trata de un hombre puede tener problemas de erección derivados de arterioesclerosis o diabetes. Niveles muy elevados de azúcar también dificultan la consecución del orgasmo en la mujer y pérdida del deseo sexual.
Pero no sólo nuestra dieta, es importante, en general, sino que algunos alimentos, en particular, también interfieren en el ámbito sexual.
Seguramente habrás escuchado hablar alguna vez de ciertos alimentos considerados afrodisíacos, o sea, aquellos que incrementan el apetito sexual. Aunque algunos, en efecto pueden producir una activación de nuestra libido, debido a los efectos en el organismo de algunas sustancias que los componen, en realidad depende más de nuestra predisposición.
¿Alimentos afrodisiacos?
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Por ejemplo, la yema de huevo intensifica la actividad sexual y mejora la calidad del esperma, esto es debido a que el huevo aumenta el nivel de testosterona. También alimentos ricos en fósforo y zinc (como pescados y mariscos) pueden condicionar de modo favorable la capacidad sexual. Alimentos picantes y especias (como la canela o el azafrán) estimulan nuestro erotismo, ya que activan el sistema nervioso y aumentan la circulación sanguínea.
En general, los alimentos mencionados y muchos más (como avena, miel, nueves, etc.), son beneficiosos para nuestra sexualidad porque regulan las hormonas sexuales, disminuyen el estrés y mejoran la circulación sanguínea.
Mención especial merece el chocolate, pues siempre ha estado relacionado con el sexo, y es que el cacao, además de mejorar el flujo sanguíneo, eleva nuestro nivel de serotonina y dopamina provocando una sensación de placer que mejora nuestro estado de ánimo, lo que nos lleva evidentemente a estar más dispuestos para el sexo.
Es popular la creencia de que se puede conquistar por el estómago, de hecho existen cada vez más productos eróticos que sirven para jugar con nuestro sentido del gusto (pintura corporal, polvos comestibles, lubricantes, condones de diferentes sabores para el sexo oral, etc.). Por algo el sexo y la comida son dos de los mejores placeres de la vida, si encima van de la mano se duplica el placer y puede ser una explosión para nuestros sentidos.
En los alimentos no sólo interviene el sentido del gusto, sino también el olfato, ya que los aromas que desprenden algunos alimentos o comidas, mezclados con nuestra imaginación, también puede resultarnos estimulante y activar nuestro erotismo.
Pero no sólo lo que comemos nos influye a nivel sexual, sino también lo que bebemos, y eso es bien sabido cuando hablamos de bebidas alcohólicas. El alcohol en pequeñas dosis puede ser un potente desinhibidor sexual, pero a grandes dosis deprime nuestro sistema nervioso, dando lugar a problemas de erección y dificultad para alcanzar el orgasmo.
Como vemos, lo que comemos y bebemos nos influye sexualmente hablando a través de varios niveles: a nivel sensorial (por el gusto y el olfato principalmente); a nivel químico (al interferir las sustancias químicas con nuestro organismo); y a nivel psicológico (por las emociones envueltas, el ambiente que lo rodea, nuestra imaginación…).
Ahora que ya sabes todo esto: ¡Buen provecho y buen sexo!
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