Para muchos, Japón es un territorio desconocido. Nos llama mucho la atención su cultura de base oriental, porque es muy diferente a la nuestra. Quizá la mayor problemática sobre la cultura japonesa no reside en lo que se desconoce de él, sino en aquello que se cree conocer.
Japón es famoso por su venta de historias (manga, anime, videojuegos, libros, películas, series, documentales…). A menudo nos olvidamos que, normalmente, aquello que nos llega de Japón no es más que un subproducto con intenciones comerciales, por lo que no es un reflejo real de la cultura japonesa.
Esto que parece una obviedad a menudo no se tiene en cuenta. Del mismo modo que no tiene nada que ver el cine estadounidense con la vida real de su ciudadano medio.
Se muestra al mundo siempre la cara que queremos mostrar. Ya sea para mejor, para peor, o simplemente algo diferente. Es más, cuando juzgamos otras culturas nuestra visión está sesgada por nuestra propia experiencia y conocimiento.
Tratar de comprender aspectos culturales a partir de nuestros aprendizajes es como tratar de medir el peso en metros, simplemente los resultados que obtendremos serán erróneos y sesgados. Es una tarea difícil, pero se trata de no juzgar, de no dejarse llevar por ideas preconcebidas y de no dar las cosas por hecho. Se trata de tener la mente abierta.
A lo largo de mi experiencia cuando hablo de la sexualidad en Japón, lo que a muchas personas les viene a la cabeza y me comentan son cosas como «es una sociedad muy reprimida», «tienen fetiches muy raros», «son unos pervertidos»… Obviamente todo esto no es cierto. Pero, ¿de dónde nacen estas ideas? Nacen de categorizar aquello que no entendemos, o no compartimos, como anormal y raro. De una mala gestión a propósito peyorativa sobre las historias intencionalmente fantasiosas que nos venden los productos japoneses. Porque los que recibimos esa información, parece ser que en ocasiones no somos capaces de entender que el objetivo del producto es vender, no reflejar una realidad. Es decir, es un producto que está exagerado y deformado, y no sólo ejerce una imagen distorsionada al mundo, sino que genera referentes en la misma sociedad japonesa.
Más específicamente, y a modo de ejemplificar esto último comentado, voy a centrarme en las historias románticas. Por una parte, en los mangas de temática romántica en Japón dirigidos a adolescentes (teniendo en cuenta que este modelo romántico está dentro del género de la fantasía, como cualquier otro) encontramos un modelo relacional muy concreto. El foco de atención se centra desde el momento que ambos protagonistas se conocen hasta que se declaran sus sentimientos (la amatoria). La historia se basa en el romanticismo como elemento primordial. Y en esa fase no se contempla el sexo pues se reserva para la etapa de relación formal. Algo que nos recuerda un poco al modelo romántico clásico, muy Disney. No obstante, en la actualidad las nuevas generaciones están rompiendo con ese modelo y ofrecen otras visiones de las relaciones y de la sexualidad.
Por otra parte, en las historias dirigidas a adolescentes en occidente, por ejemplo España, el sexo es un elemento común y explícito en cualquier fase de sus historias.
Recordemos que todas estas referencias son modelos dentro de la ficción que no tienen por qué representar la realidad de las culturas que exportan dichas historias.
Esto podría ser ejemplo, entre muchos, de porqué algunos piensan que la sociedad japonesa se caracteriza por ser reprimida. De la misma forma que el hecho de que se crea que tienen unos fetiches particularmente extraños responde simplemente a que tienen unas tendencias distintas a lo que se considera normativo en occidente.
En Japón, el mundo de las fantasías sexuales es expresado a través de otros canales, sobre todo a través del manga, y en específico a través del género del hentai. Por no hablar del rico y extenso mundo de la novela erótica, secciones enteras, largas y extensas en los estantes de sus librerías que cubren cualquier fantasía y orientación.
Para terminar y a modo de conclusión, las diferencias culturales nos hablan otra vez más de la variabilidad de las sexualidades. Que nuestros prejuicios y experiencias no nos limiten ante realidades distintas; aquello que no nos parece normativo no debe ser juzgado por normal o anormal.
Que seamos capaces de aprender a partir de la diversidad sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea.
2 comments
Muchas gracias por tu comentario Mónica.
Mi idea es seguir por esta línea de investigación a parte de mi otro interés en el colectivo LGTBIQA+. Espero que te resulte interesante mi contenido.
Respecto a tu pregunta, lo cierto es que en Japón hay una censura hacia ciertas partes de los genitales en la pornografia. Claro que el hentai sí se considera también material pornográfico (tanto manga como el anime).
Ahora bien, cuando ese material se vende al exterior es censura desaparece porque dependen de las leyes del país receptor. O bien porque es un fanzine (un cómic autoeditado hecho por aficionados) y circula por la red.
Hasta dónde sé, en el hombre suelen censurar la zona del prepucio: o bien con un dibujo difuminado, con un punto, pixelado…
No sé la verdad si quizá es por estilo (el autor no los dibuja por motivos estéticos) , para enfatizar el pene o por censura. Es la primera vez que oigo eso la verdad. Seguiré investigando gracias por la aportación.
Laura
Hola Laura!
Gracias por tu respuesta y claro que tu contenido es de mi interés y lo seguirá siendo. Me gusta mucho!
Yo soy nueva y estoy aprendiendo. Así que se me hizo curioso ese caso en específico. Qué en personajes Futa se puedan mostrar de ambas maneras (el artículo de Wikipedia fue donde primero lo leí.) Y buscando, veo que hay algunos hilos sobre el tema y las preferencias de las personas sobre tener o no en la representación de esos personajes. Creo que como dices, depende del estilo del dibujante y a qué quiera darle mayor énfasis