¿Cómo nos afectan nuestras relaciones sexuales? ¿Qué implicaciones tiene el sexo en nuestra salud? Estas son las cuestiones principales que pretendo abordar en este breve artículo que se abre ante ti como las piernas de tu fantasía erótica favorita.
Y es que la salud es multifactorial: depende de muchos aspectos, y el sexo –evidentemente– es uno de ellos. En otras ocasiones, como en el libro hábitos saludables, hemos abordado los actores más importantes implicados en la salud humana, y como no podía ser de otra forma, aparece la salud sexual. Aunque en el libro no profundizamos demasiado sobre salud sexual -pues le dedicamos más atención a la alimentación, el ejercicio físico, el descanso, y otras conductas y hábitos-, el sexo también juega un papel muy relevante en la salud de las personas. Vayamos al clítoris de la cuestión.
¿Cómo de importante es el sexo en nuestra vida?
Dejemos un poco de lado los típicos comentarios y recomendaciones sobre salud sexual y sexología, que por haber ocupado ampliamente el mensaje central en la prevención primaria de esta área de la salud, creemos que son bastante conocidos. Como es la importancia de la educación sexual para prevenir enfermedades de transmisión sexual o para evitar embarazos no deseados. Vamos a centrarnos, por tanto, en un enfoque más personal y subjetivo.
¿Cuán importante es el sexo para ti?
Cada persona le otorga una importancia diferente al acto sexual, pues cada cual entiende su sexualidad de una manera diferente. Todas ellas, esperamos que desde el respeto y la tolerancia por los demás. Y si puede ser, también desde la sinceridad, que es la base de muchas relaciones sexuales y, por supuesto, un aspecto central de las relaciones interpersonales más frecuentes en la sociedad actual: la pareja.
Dependiendo de cómo haya sido nuestra educación sexual, nuestras experiencias y aventuras, cómo hayamos vivido y naturalizado la sexualidad en nuestro hogar y con nuestra familia, habremos creado una forma particular y personal de vivir y disfrutar de nuestro sexo.
Desde la adolescencia: esa etapa clave que suele ser la primera toma de contacto con la primavera que supone la erección, la excitación sexual. Coincidiendo con las hormonas en plena efervescencia y el deseo y el afán por aprender y descubrir cosas nuevas de un mundo, hasta ahora ignoto y desconocido.
Ese camino sexual que se abre en la adolescencia suele transitar diversos rumbos. Caminos y encrucijadas que, basados en la propia experiencia, nuestros deseos, expectativas y, finalmente, la cruda realidad, acaban por sugerirnos qué es para nosotros lo que esperamos del sexo. Lo que más nos complace, con lo que más disfrutamos. Pero más allá del placer, la experiencia suele ser ese feedback que nos permite reafirmarnos en que vamos por el buen (o mal) camino.
Hay quien llegada la edad adulta, todavía sigue desarrollando comportamientos típicos de la adolescencia. Saliendo los fines de semana en busca de un rollo esporádico con el que compartir una apasionada noche (una y nada más) de pasión y desenfreno. Y lo hacen –por las razones que sean- quizá por el miedo a sufrir y a que le rompan el corazón, quizá porque tuvo un primer amor demasiado largo en su juventud que le privó de disfrutar de los placeres nocturnos de compartir versos tras el coito con un desconocido. Y ahora, pretende recuperar «el tiempo perdido».
Otros en cambio, también por el motivo que sea, han escogido la senda de la soledad, la masturbación y el exilio; quizá propiciado por el pensamiento de la típica y aburrida relación de una pareja heterosexual.
En definitiva: la experiencia es lo que configura nuestra percepción de lo que queremos que sea nuestra vida sexual. E inevitablemente comparamos cualquier tiempo pasado con el presente, condicionados por ese dogma o consejo social de «mejorar» y «crecer». Lo cual no está mal, siempre y cuando recordemos lo que decíamos al principio, que la salud es un estado de bienestar integral que depende de muchos factores. Y será prudente otorgarle al sexo el rango que estimemos en nuestra escala subjetiva de valores. Pero sin olvidar el aspecto cualitativo: la calidad de esas relaciones, de nuestras relaciones sexuales.
Pues muchas veces, lo que marca la diferencia no es crecer o aspirar a llegar más lejos, o más rápido, sino aprender a escuchar el decrecimiento del ritmo cardiaco del corazón de la persona que amamos tras un orgasmo mutuo, esos que coinciden en el tiempo, y en la misma estancia, o bajo las mismas estrellas.
2 comments
Se me hizo una redacción y con ello una explicación muy circular. Nuestra sexualidad es la vida y con ello debería de explicarse como algo intrínseco; por que tengo que hablar de respirar si es algo tan natural?
No deja de ser una opinión personal y subjetiva con la que pretendemos argumentar los aspectos más relevantes del sexo en relación con la salud. Que esperamos que sirva de punto de partida para suscitar la reflexión individual y nos ayude disfrutar plenamente de nuestra sexualidad. ¿Qué es para mí el sexo? ¿Qué importancia tiene? ¿Cómo, cuándo y con quién prefiero practicarlo?
Aunque hay unas recomendaciones y consideraciones básicas sobre las que hay consenso; otros aspectos son personales y dependen de cada uno de nostros.
¿En qué aspecto te hubiera gustado que profundizára en el artículo?
¡Gracias por la lectura!