La vejez es esa etapa de la vida que viene, no sabemos en algunos casos por qué, asociada a falsas creencias y una de ellas es la idea de que el interés por la sexualidad desaparece. La sociedad nos dice que el adulto mayor no mantiene relaciones sexuales ni deseo por ellas. Sin embargo, las personas mayores tienen las mismas necesidades de sentir placer, tantos deseos de vivir su intimidad y disfrutar de ella como cualquier otra persona de distinta edad. Sí es verdad que socialmente no disponen de métodos para satisfacer esas carencias por lo que su dificultad para poder disfrutar es mayor.
Tendemos a creer que no hay sexualidad en los ancianos, o a sentirnos muy escandalizados al pensar que tenemos que aceptar que la sexualidad siempre está presente, no importa la edad del individuo. Pero esa es la realidad.
Está mal visto socialmente que los mayores quieran seguir manteniendo una vida sexual activa, sobre todo si han vivido en pareja y ésta ha desaparecido. Esta situación de incomprensión baja su autoestima, al no disponer de los mismos recursos físicos que antes para enfrentarse a la sociedad en muchos aspectos. En la mayor parte de los casos los recursos económicos, las relaciones sociales, la salud y la energía física merman.
Es por ello importante, que dispongan de posibilidades para compartir momentos entre adultos mayores o que puedan convivir con personas de su misma edad. Esto les ayudará a fortalecer sus relaciones sociales y a darse cuenta de que esta problemática no sólo es de ellos, como individuos, sino que afecta a la mayor parte de los mayores como grupo.
Al verse reprimidos se vuelven malhumorados, se deprimen emocionalmente, presentan ciclos de ansiedad, se irritan y se convierten, hasta cierto punto, en individuos que nadie tolera por su carácter.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el 22% de los ancianos ven disminuidas sus facultades sexuales, sobre todo por prejuicios, pero los deseos no desaparecen. Hay que entender y asumir que pueden llevar una vida sexual normal sólo disminuida físicamente por un deterioro normal de la edad.
A lo largo de la vida el cuerpo se va modificando y el ser humano pasa por distintos ciclos. El hecho de tener limitaciones físicas, en algunos casos, una enfermedad crónica en otros, o vivir dependiente de otra persona, no exime al mayor de tener deseo y de necesitarlo.
Lo que sí hacen esas limitaciones es dificultar al adulto el acceso a esa satisfacción.
Las relaciones sexuales constituyen una parte importante de la salud emocional y física del ser humano. En una relación, la actividad sexual permite crear intimidad y expresar sentimientos hacia una pareja. No hablamos solamente de realizar el coito, los besos y abrazos formar parte de esta necesidad. Estas relaciones constituyen, para ellos, un beneficio para la salud física al reducir el estrés y al lograr que el individuo se sienta bien consigo mismo.
A medida que se envejece, la salud sexual va cambiando. Se va modificando por los cambios que en el cuerpo se producen.
Envejecer no necesariamente significa el final de la actividad sexual. Se puede tener una vida erótica saludable y placentera a cualquier edad. A mayor edad, la frecuencia del coito se ve reducida y las relaciones sexuales se espacian en el tiempo y no sólo se limitan al coito en sí, sino que el adulto mayor disfruta de los abrazos, besos y caricias, de la masturbación o incluso del sexo oral. De hecho, en situaciones determinadas el hecho de sólo acariciarse o besarse constituye para ellos la relación sexual en sí.
Y sobre todo entendamos que nuestros mayores desean seguir disfrutando.