Cada pareja es un mundo pero lo que sí es evidente y común en todas ellas es que la vida sexual cambia con la llegada de los hijos. No es que desaparezcan las relaciones eróticas, sino que los ritmos de la relación se modifican y, por ende, también el sexo: nuevas rutinas y horarios, menos tiempo libre, pérdida de la intimidad, mayor estrés, cambio de prioridades, etc.
Es muy frecuente que el cansancio y los cambios tanto físicos como emocionales afecten a la libido e, incluso, haya menos momentos íntimos para hablar del tema o dar rienda suelta a la pasión.
Por eso, es clave que acordemos con nuestra pareja aquellos instantes en que poder hablar de ello y llegar a acuerdos para mantener la chispa y no descuidar esta parcela tan importante dentro de una relación. La comunicación abierta y sincera es fundamental. Transmitir nuestros deseos, necesidades y límites es clave no sólo en el sexo, sino en cualquier otro tema que compartamos ambos.
Seguramente bajen el número de encuentros o la duración de los mismos, pero es preciso recordar que lo verdaderamente importante es la calidad y, sobre todo, la presencia en ese encuentro, más que la frecuencia de dichas relaciones eróticas.
En el caso de las personas gestantes, el post parto y los cambios físicos y hormonales pueden influir en el deseo sexual, pero son cuestiones comprensibles y que pueden dar lugar a otro tipo de cuidados y relaciones sexuales donde predominen las caricias o los masajes, más que el coito en sí mismo. Recordemos que el sexo no es sólo penetración y que nuestro cuerpo está repleto de zonas erógenas que podemos estimular y gozar muchísimo, sin necesidad de focalizarlo todo en los genitales y la penetración. La intimidad la nutren los besos, abrazos, caricias, miradas cómplices… en definitiva, esa cercanía física que debemos cuidar cada día y que puede hacerse en presencia de nuestros pequeños.
Por otro lado, es obvio que el cansancio va a llamar a nuestra puerta ya que el nivel de exigencia en el cuidado de los hijos es altísimo, por eso, es fundamental involucrarse de manera conjunta en las tareas del hogar y la crianza. De ese modo, evitaremos el desgaste en aquel progenitor que tenga más sobrecarga por atender a más responsabilidades.
En terapia sexual y de pareja se suele recomendar poner «deberes sexuales» cuando ya los hijos son más mayores y pasan tiempo fuera de casa.
Es fundamental involucrarse y adaptarse con una actitud positiva a la nueva dinámica familiar, sin descuidar a la pareja. A menudo se prioriza todo lo relacionado con la crianza y el rol de progenitores pesa mucho más, sin embargo, no dejamos de ser una pareja que requiere la misma atención y mimo que antes de la llegada del primer bebé.
Además, dejemos claro que es totalmente normal que las relaciones sexuales disminuyan o incluso desaparezcan durante un tiempo, ¡no pasa nada! Pero esto no significa que con la llegada de los hijos el sexo se termine. Es un verdadero trabajo de equipo el concienciarse ambos de la importancia del cuidado de nuestra intimidad: uno de los pilares de la relación de pareja.
Recuerda:
- La comunicación es clave para atender a la nueva dinámica familiar.
- Los cambios físicos y emocionales pueden afectar al deseo sexual.
- Debemos programar los encuentros íntimos y no descuidarlos.
- No nos centremos sólo en la penetración y cultivemos la intimidad física a través de besos, abrazos, caricias, miradas cómplices…
- Seamos siempre honestos y respetuosos entre nosotros.
- No olvidemos que además del rol de progenitores también somos pareja.
- Tengamos detalles que pueden hacer sentir bien al otro.
- Busquemos tiempo para los dos y hacer cosas que nos gusten con la ayuda de familiares y amigos.
- Es fundamental involucrarse de manera conjunta en las tareas del hogar y la crianza.
- Consultemos con un profesional de la Sexología si los cambios en la pareja tras la llegada de los hijos afectan demasiado a la vida sexual y no sabemos cómo afrontar ese cambio.