El amor propio es fundamental. Amarnos incondicionalmente para poder amar a los demás. Una sana autoestima nos empodera y hace que seamos más conscientes de las banderas rojas (red flags) cuando alguien se interesa por nosotros. Sabremos, así, si no nos conviene y nos protegeremos de relaciones tóxicas, además de valorar mucho más esas banderas verdes (green flags) que nos dan impulso para vincularnos con mayor tranquilidad.
La atracción marca el inicio en las relaciones y ésta dependerá de la afinidad, el aspecto físico, el carácter, la complementariedad… Si hay equidad, sentimiento de unión y buena comunicación seguirá adelante, pero si no se cumplen las expectativas o cambia la percepción se romperá.
Las relaciones hay que currárselas. No podemos pensar que por estar enamorados ya está todo hecho, ni pretender que la otra persona nos lea la mente como señal de máxima complicidad. Las cosas se hablan, negocian y se llega a acuerdos. El amor se construye, no es cuestión de magia.
Si la persona que te gusta te dice que no está preparada para una relación, no te quedes esperando a convencerle o que cambie de idea. Si, constantemente, tienes que estar pidiéndole atención, apoyo, cariño, interés, comprensión o mayor contacto no te quedes ahí, esa persona no es.
Existen algunas señales que indican que ese vínculo que estas formando no es sano ni adecuado (banderas rojas): te revisa tus redes y pide contraseñas, espía tu móvil y exige explicaciones de con quién hablas, critica tu forma de vestir y comportarte, te trata de aislar de amistades y familiares, te presiona a hacer cosas que no te apetecen…
Otras señales de alarma son la crítica y quejas constantes, el desprecio, tener una actitud evasiva y/o defensiva, hacer breadcrumbing (te da migas de pan como atención para mantenerte interesado aunque, en realidad, no quiere nada contigo), el benching (tenerte siempre como plan B si su plan principal le falla), entre otras.
Dejemos de normalizar algunas conductas tóxicas como revisar el móvil y pedir contraseñas en señal de confianza, además de no ver bien que tenga amistades del género que le atrae por miedo o celos, y querer hacerlo todo juntos sin respetar el espacio individual.
Son también banderas rojas (red flags) las faltas de respeto, las mentiras, los celos patológicos, la inmadurez, los reproches y quejas constantes, la distancia física o emocional, no ser honestos, no cuidar la intimidad…
No inicies la relación si hay apego inseguro (evitativo, ansioso-ambivalente o desorganizado), es un narcisista que utiliza el lovebombing para conquistarte (desproporcionadas muestras de afecto que no encajan con el momento real de la relación para que te ‘enganches’), no hay suficiente química entre ambos, o tenéis distintos valores y metas. Piénsatelo bien si tenéis estilos de vida o lenguajes del amor diferentes (palabras de afirmación, tiempo de calidad, dar regalos, actos de servicio y contacto físico). Y ve adelante con la relación, como banderas verdes, si te sientes querido, respetado, admirado y deseado por la otra persona.
Es fundamental tener un lenguaje del amor que os satisfaga a ambos; comunicarse asertivamente; establecer los acuerdos y límites de la relación, conociendo así lo que puedes esperar sexual y emocionalmente de la otra persona, y basar la relación en el respeto mutuo y la confianza.
Pero, ¿por qué nos terminamos enganchando a relaciones tóxicas repletas de banderas rojas? Por el fuerte estrés que se genera el cual favorece el cortisol y la posterior dependencia; por el refuerzo intermitente de los momentos agradables, el cual hace que segreguemos dopamina, la hormona de la motivación y el placer; y por las continuas reconciliaciones que generan oxitocina, la hormona del apego. No todo es malo, si no no estaríais juntos, pero se genera una gran trampa de toxicidad de la que puede que te resulte difícil salir.
Cuando alguien realmente está interesado en ti (banderas verdes) te presta atención y se preocupa de tus cosas; te habla de manera asertiva, clara y sincera; dedica parte de su tiempo a estar contigo; no es ambiguo ni distante, y te demuestra su cariño tanto con acciones como con palabras.
La salud mental y la paz interior de dos personas que se están conociendo son claves en la consolidación de una relación de pareja. Si no nos sentimos bien y arrastramos heridas emocionales del pasado, nuestro vínculo se verá afectado. Nuestra pareja no nos ha de sanar, somos nosotros mismos los que debemos cuidar nuestra salud mental y autoestima a la hora de vincularnos.
Las banderas verdes (positivas) en una relación, tanto en el inicio como en el transcurso de la misma, son: que se preocupe de tus cosas y te dé tu espacio; tenga interés en pasar tiempo contigo; demuestre su afecto constantemente, y que la comunicación entre los dos sea franca y espontánea.
¿Qué podemos hacer cuando estamos conociendo a alguien?
- Ser sinceros y comunicar qué expectativas tenemos: vínculo casual, relación abierta, relación formal con exclusividad… Es la mejor manera de demostrarle responsabilidad afectiva, ¡no le estás pidiendo matrimonio!
- Demostrar interés y expresar lo que sentimos: no es saludable ni coherente lo de “dar una de cal y otra de arena”, ni “hacerse el duro” para conquistar a alguien. Sé sincero.
- No hacer ghosting si deja de interesarte: en cualquier momento puedes cambiar de opinión, ¡díselo!
Se suele decir que las personas que vale la pena tener como pareja son aquellas con las que puedes ser tú mismo, que te hacen reír sin parar, esas que te escuchan con empatía y respeto, las que te apoyan en tu día a día, y con las que puedes vivir mil aventuras y compartir instantes mágicos. Muy bonito, ¿verdad? Pues se requieren tres grandes aprendizajes o secretos, como señala Antoni Bolinches en su libro «Amor al segundo intento«:
- aprender a ELEGIR a tu compañero sin precipitarte y partiendo de tu escala de valores.
- aprender a CONSTRUIR el vínculo entre ambos respetando la individualidad.
- aprender a CORREGIR los ‘fallos’ de ambos fruto de las diferencias individuales y, posteriormente, del desgaste de la propia relación.
Como decía A. Beck, con el amor no basta en una relación. Más que el enamoramiento y la atracción inicial, lo que nutre y fortalece el vínculo es el respeto mutuo, compartir momentos, la confianza, tener los mismos valores… Si algo de esto falla, no importa cuánto amor sientas, la relación se rompe. Por ello, debemos aportarnos tranquilidad y seguridad, resolver los problemas con respeto y empatía, tener metas compartidas, respetar la esfera individual, ser honestos, establecer límites y deseos, y, por qué no, usar el humor y disfrutar del placer en nuestro día a día para, así, garantizar una vida sana y promover nuestro bienestar.