Semen, tintura, espionaje y Primera Guerra Mundial: ¡menuda combinación!
Y tan real como la historia que voy a contaros a continuación. Durante el conflicto bélico conocido también como Gran Guerra (28 de julio de 1914 — 11 de noviembre de 1918), se inventaron multitud de gadgets con fines de espionaje, algunos más molones que otros y, por supuesto, con conexiones con el sexo; sin embargo, apremiaba la necesidad de idear tintas invisibles con el objetivo de mandar mensajes seguros. Los alemanes eran especialistas en el cifrado de los mismos, y empleaban químicos, vapores, fuentes de calor u ácidos.
Un día, a un agente, dicen que tan inglés como el Earl Grey, se le ocurrió una forma novedosa y barata en cuanto a economía y, lo mejor de todo, proveniente de fuente natural (hoy, la tildaríamos de healthy). Por descontado, espero que ya hayáis hecho la relación: ¡ajá, semen!
Sí, el esperma a modo de tinta sobre el papel pasaba completamente desapercibido y solo brillaba bajo la luz ultravioleta, lo que permitía leer los mensajes. Con cierta emoción y casi algo de guasa por parte de los compañeros de dicho agente, la nueva tinta «invisible» fue presentada a Mansfield Smith-Cumming [1], el primer director del espionaje británico, y este, sorprendido por el nuevo método, prorrumpió en un: «A cada hombre su propio estilo», y dio luz verde a la tintura.
Se cuenta que la Inteligencia utilizó el semen para su correspondencia allá entre inicios de 1915 y el verano de 1916 e incluso se planteó el hacer uso del flujo femenino (no hay registros en firme que demuestren que se empleó), eso sí, y volviendo a la lechosa tinta: la susodicha debía usarse estando fresca, de lo contrario el olor acidulado y rancio con el pasar del tiempo, sería un claro delator.
Para acabar y por aquello de ejercer de una sátira consejera «empotradora», dejaos de WhatsApp, de Telegram o de mensajes directos en RRSS y, ordeñaos, extraeos el níveo y cálido amor y, con él, escribid letras ardientes en un papel (ríase Shakespeare) y enviadlo, enviádselo al ser que deseáis que os hace sentir que el tuétano de cada uno de vuestros huesos se consume. Permitid, pues, que el receptor os lea bajo luz ultravioleta y… ¡bang!
A fin de cuentas, esto va de espías, ¿no?
[1] (IN) Cumming: Verbo usado por los de habla inglesa como indicativo de que «se corren».
Texto corregido por Silvia Barbeito y con ©.
- Imagen de portada extraída de rageuniversity.com