Antes de adentrarnos en este paseo histórico sobre los orígenes del sadomasoquismo, quiero deciros que el conocer el origen y sus distintas vertientes nos hace perder el miedo a lo desconocido.
El sadomasoquismo (SM) es un término compuesto que se define como «la acción de infringir o sufrir dolor como forma de obtener gratificación erótica».
El primero en utilizar los términos sadismo y masoquismo con mayor solidez científica, fue el psicoanalista alemán Richard von Krafft-Ebing en Psychopathia Sexualis, publicada en 1886, obra no escrita para público en general. Su objetivo era convertirse en un referente forense para jueces y médicos, por lo que fue incluso publicada con fragmentos en latín y altos tecnicismos médicos para evitar que fuera leída por aficionados. En esta obra el SM se encuentra dentro de la clasificación de paraesthesia (deseo sexual sobre algo «equivocado») definiéndolo como: «La experimentación de sensaciones placenteras sexuales, incluido el orgasmo, obtenidas mediante actos de crueldad, castigos físicos infringidos a uno mismo o a otros, tanto personas como animales, en presencia nuestra».
El autor señaló también que el SM formaba parte de las perversiones sexuales pero, sin embargo, observó que los amantes y las parejas también realizaban a menudo alguna clase de «juego» provocándose, mordiéndose, pellizcándose y luchando por pura diversión. Es aquí en donde nos preguntamos: ¿y quién de nosotros/as no se excita, o le da un subidón, realizar algún «juego» de este tipo? Aunque nos guste a muchos, solo unos pocos se atreven a confesarlo por lo que se pueda pensar de ellos, así pues las raíces de las muestras extremas de sadismo también pueden hallarse dentro de la actividad sexual llamada «normal».
Sadismo
El sadismo se define como la tendencia a obtener satisfacción sexual o placer general al causar dolor, sufrimiento o humillación a otros.
El término proviene de Donatien Alphonse François de Sade, El Marqués de Sade (1740-1814) quien fue un reconocido escritor y aristócrata francés que destacó por llevar un estilo de vida desenfrenado. Al igual que su sexualidad, todas sus obras se encuentran impregnadas de una filosofía libertina que promueve la libertad absoluta, al margen de cualquier religión, ley o moral. Pasó la mayor parte de su vida recluido en cárceles y manicomios. En 1784, siendo ya prisionero en la Bastilla de París, escribió Los 120 días de Sodoma. El 2 de abril de 1790 fue liberado del manicomio de Chareton y un año más tarde, a sus 51 años de edad, publicó una de sus obras más reconocidas, Justine, que trata sobre los infortunios de la virtud. Posteriormente publica la secuela de esta obra, titulada Juliette (1796), en la que la heroína es la hermana de Justine, que disfruta con los placeres del mal.
Sus novelas eróticas se caracterizan por describir fantasías sexuales sadomasoquistas, relacionando el placer sexual con crueldad, humillación, la blasfemia y dolor. Entre otras novelas destacan La nueva Justine ( 1791), Aline y Valcour (1793) y La filosofía en el tocador (1795).
Justine es su novela más representativa y una de las obras clave para entender lo que después se conoce como sadismo y más adelante como sadomasoquismo. Al parecer, Sade escribió el primer borrador de esta obra a finales de 1788, encarcelado en La Bastilla. Entre esa primera versión y la que se imprimió en 1791 hay diferencias notables y es probable que entregara clandestinamente a su mujer el manuscrito de Justine durante una de sus visitas. En mayo de 1790 su esposa decide separarse legalmente de él, por lo que es posible que Sade redactara la versión definitiva entre 1789 y 1791.
Masoquismo
El masoquismo es la tendencia a obtener placer del dolor y la humillación personal. El término fue extraído por Krafft-Ebing de las novelas de Sacher-Masoch, a Krafft le parecía justificado llamarlo así ya que si algunos descubridores de enfermedades nombraban éstas con sus nombres, ¿por qué no darle este «honor» a Sacher-Masoch?
Sus novelas, como La Venus de las Pieles, reflejaban el erotismo personal a través del dolor, la humillación y la sumisión. Según Krafft él no solo era un poeta del masoquismo, sino que padecía esa anomalía y describe en su obra Psychopathia Sexualis que, como hombre, Masoch no tenía nada que perder en cuanto a estima por padecer una anomalía en sus sentimientos sexuales, pero que como autor su reputación se resintió seriamente con respecto al éxito de su obra al no apartar su perversión en sus escritos literarios, considerando que al ser un escritor dotado hubiese logrado una verdadera excelencia de actuar con sentimientos sexuales normales.
Masoch vivió con su tía paterna, condesa de Zenobia, y su familia durante la infancia. Adoraba a su tía por las palizas que le propinaba y que le dejaban extasiado y es de aquí de donde se atribuye procede su fascinación a ser dominado por las mujeres. Como ejemplo tuvo un contrato de sumisión por seis meses con Fanny Pistor con el rol de esclavo.
Además de su obra más destacada La Venus de las pieles (1870) podemos encontrar también otras como El legado de Caín ( 1870 – 1877), Falso armiño ( 1873), Las mesalinas vienesas ( 1874), Die Schalange Im Paradies ( 1870).
Entre todas sus obras la que da nombre a la práctica del masoquismo es La Venus de las pieles, que narra la historia de Severino, hombre cautivado por una mujer a la que le pide ser su esclavo. Al principio ella no entiende su petición, sin embargo de forma gradual va descubriendo las ventajas pero al mismo tiempo le molesta que él le permita hacerlo. La narrativa de la novela es exquisita, nos presenta una constelación de símbolos que ha pasado a definir el masoquismo a través de fetiches: látigos, disfraces, humillaciones, castigos y destaca la gran frialdad de esta mujer hermosa e implacable (Wanda) y la descripción de Severino de esas sensaciones y experiencias como supra sensuales.
Krafft definía el masoquismo como «una perversión peculiar de la vida psíquica sexual a consecuencia de la cual el individuo afectado está dominado en su sexualidad por la idea de hallarse total e incondicionalmente sometido a la voluntad de una persona de otro sexo, que se comporta con él como un amo, humillándolo y maltratándolo. Esta idea se encuentra teñida por un sentimiento de lujuria, el masoquista imagina fantasías en las cuales se inventa situaciones de este tipo y a menudo trata de realizarlas».
Actualmente se excluye de la definición el estar sometido/a a una persona del otro sexo, puesto que forma parte de la vida erótica la posibilidad de tener parejas del mismo sexo. Cabe destacar que Ebing no solamente define el masoquismo con referencia al dolor, sino también reconoce la importancia de la fantasía y de los aspectos no propiamente físicos de la dominación y la sumisión en la relaciones. En la actualidad prevalece en los estados de sumisión mental la creación de historias, juegos y escenarios, disfraces y no solamente la idea de «castigos y/o dolor».
Freud también realiza grandes aportaciones sobre el sadismo y el masoquismo. Siendo contemporáneo de Krafft, Freud reconoce la existencia del sadismo en el «individuo normal» e incluso en la sexualidad de la mayor parte de los hombres. Kraft y Freud coinciden en que, aunque consideran el sadismo en sus formas menos extremas como algo natural en la sexualidad masculina, encuentran difícil aceptar la normalidad en el masoquismo entre varones. Sin embargo Freud sí que veía el sadismo y el masoquismo como dos formas de la misma entidad reuniéndose en una misma persona:
Un sádico es siempre, al mismo tiempo, un masoquista, y al contrario. Lo que sucede es que una de las formas de la perversión, la activa o la pasiva, puede hallarse más desarrollada en el individuo y constituir el carácter dominante de su actividad sexual, (Freud, 1938).
Posteriormente esta teoría de Freud se corrobora por diversos autores: Breslin (1985) y Moser y Levit (1987), y observan que en el mundo sadomasoquista muchos se definen como flexibles o ambivalentes en el momento de elegir un rol lo que facilita la adaptación a una variedad de parejas. En la actualidad es lo que se conoce como «switch».
La historia del SM se va construyendo por referentes culturales a partir de los referentes imaginarios, de los cuales el más importante de todos es la fantasía que nos permite aproximarnos a lo cultural y socialmente conocido como BDSM. En el BDSM se engloban un sinfín de fantasías, acompañadas por normas y consensos para poder desarrollar el deseo más allá de una genitalidad restrictiva orientada hacia la procreación y más dirigida hacia el juego, la diversión y la erótica. Algo que va mucho más allá del placer.
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Foto de portada Gret de Lou.
Texto editado y corregido por Más Allá del Placer.