La Roma Antigua siempre ha estado relacionada con historias de asesinatos, poder y sexo. De los romanos se cuenta que hacían orgías y que se toleraba la homosexualidad, pero ¿hasta qué punto estas historias son verdaderas?
Vamos a conocer mejor cómo vivieron su sexualidad dos personas que tuvieron mucho poder en la sociedad romana y que se convirtieron en leyenda por sus escándalos sexuales.
Una de ellas fue Valeria Mesalina, que se convierte en emperatriz alrededor del año 41, en el siglo I después de Cristo. Se trataba de la tercera esposa del emperador Claudio, y se destacó inicialmente por su belleza. Los historiadores dicen que, mientras él estaba en la guerra luchando por la conquista de las islas británicas, ella salía para mantener relaciones sexualescon el máximo número de hombres. Tal vez actualmente se la habría clasificado como ninfómana o promiscua, además de exhibicionista, puesto que al parecer le gustaba practicar sexo delante de otras personas.
La lujuria de esta emperatriz llegaba a tal punto que por lo visto escapaba cada noche de palacio para hacerse pasar por una prostituta que se hacía llamar “Lycisca” (loba). De esta manera, algunas fuentes cuentan que llevó a cabo una competición sexual de resistencia, de manera pública, retando a la prostituta más famosa de Roma para ver quién era capaz de tener sexo con mayor número de hombres. Al parecer ganó ella después de 24 horas, alcanzando a satisfacer a 25 hombres.
También se dice que llegó a casarse con uno de sus amantes, un senador, y que consumó el matrimonio delante de los invitados.
Las historias de esta emperatriz se hicieron muy conocidas, puesto que fue un caso sin precedentes en aquella época, una mujer con tanto poder, que al parecer no conseguía controlarse y era insaciable sexualmente. Aunque también es cierto que muchas de esas historias han llegado hasta nuestros días únicamente porque fueron escritas por historiadores posteriores que probablemente no tuvieron una visión muy objetiva, principalmente por motivos políticos y hostilidad contra el linaje Mesalina.
La leyenda de la emperatriz Valeria Mesalina fue tan famosa que el término mesalina ha llegado hasta nuestros días. Se incluye en la RAE definiéndose como “mujer poderosa y aristócrata de costumbres disolutas”, o sea, viciosa. Así, el adjetivo mesalina se usa como sinónimo de prostituta, meretriz o libertina.
Otro ejemplo de escándalos sexuales fue el emperador Heliogábalo, que llegó al poder en el año 218 después de Cristo, siendo apenas un adolescente. Dicen que montaba espectaculares orgias, que se prostituía en prostíbulos o incluso en el mismísimo palacio imperial, y que era un exhibicionista.
Su orientación sexual y su identidad de género fueron cuestionadas. Se le atribuyen comportamientos y hábitos considerados tradicionalmente como femeninos (maquillarse en exceso, depilarse, usar peluca, vestuario ligero…). Además, corren rumores de que quiso pagar una gran suma de dinero a un médico para tener genitales femeninos, por lo que escritores posteriores se han referido a este emperador como transexual.
Al parecer, aunque tuvo 5 esposas, prefería a un esclavo conductor de bigas, Hierocles, al que consideraba su marido (siendo él la esposa) e incluso mandó al senado declararlo como tal, algo que era desaprobado socialmente en aquella época (si bien las relaciones sexuales entre hombres se toleraban, el papel pasivo era solo reservado a los esclavos).
La historia también cuenta que este emperador incluyó la danza erótica en los cultos religiosos, y que elegía a los senadores observando sus atributos sexuales en los baños públicos. Sin embargo, del mismo modo que en el caso anterior, es muy posible que algunos de esos relatos sobre los escándalos sexuales del emperador Heliogábalo puedan ser producto de propaganda política contra este o para justificar su destitución y asesinato.
Como vemos, es evidente que al menos una etapa del imperio romano se destacó principalmente por lujuria y promiscuidad. Tal vez influyó el hecho de que la religión romana aceptara la sexualidad como un aspecto positivo de la masculinidad, ya que esta sociedad se regía por el dominio del hombre, su autoridad y su papel activo en su conducta sexual sobre la mujer y los esclavos. Sin embargo, no puede decirse estrictamente que la sociedad romana careciera de tabúes sexuales, puesto que sí que existieron muchas restricciones morales en este sentido.
«Sexualidad en la Antigua Roma», video de Canal Historia.
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