Este año decidí pedirles a los reyes magos alguna relación estable. Me apetece para variar de tanto estar probando de un lado y otro. Yo a cambio he prometido portarme bien para ser merecedora de esa estabilidad.
He tenido parejas que me han durado lo que se podría llamar un noviazgo serio, pero al final lo que no valía la pena desequilibraba la balanza, con lo cual yo empezaba a pasar de la convivencia hasta que mi desinterés conseguía terminar con todo por completo. Pero este año estoy muy entregada a la causa, y debe haber sido por esa actitud mía tan intensa que me lo han concedido. ¡O eso creo yo! Llevamos follando todo lo que va de mes de enero, a diario, y además de que me sigue gustando eso igual que los dos primeros días, ya hay momentos en los que empieza a gustarme casi tanto el estar acurrucados en el sofá viendo un maratón de series. Así que me estoy esforzando mucho para que nos dure.
Por lo pronto, como le he visto un poco desfasado en cuanto a juguetes eróticos, después de preguntarme para que servía más de uno de los míos, me voy a encargar de regalarle uno a la semana enfocado sobre todo para su disfrute, lo cual le ha parecido maravilloso. Por otra parte, para motivarnos, hemos acordado ir haciéndolo por todos los rincones de nuestras casas alternativamente: en el sofá de su casa, en el baño de la mía, encima de la lavadora de su cocina, y así hasta que agotemos todas las posibilidades. Aunque por los que ya hemos pasado, como el suelo de su entradita, los iremos descartando. Y tengo que decir que además de ser moreno, muy guapo, muy alto y estar muy cachas, es muy divertido.
Le conocí estando de compras. Yo había ido a por los últimos regalos para mi familia con una amiga, cuando él atendiéndonos amablemente, me consiguió el último juego de mesa que quedaba en un expositor y que yo quería para mi cuñado. Llevaba tanto tiempo buscándolo, era tan tarde, y estaba tan desesperada que cuando me dijo que solo quedaba uno ya reservado me puse a gritar, soltando improperios de todo tipo. En lugar de molestarse debió entender mi impotencia y tras unas gestiones en el terminal de su mostrador, me lo vendió sin más.
Yo me sentí obligada, por agradecerle la hazaña nada más, a invitarle a cenar al término de su jornada. Por suerte aceptó, indicándome que le esperase allí mismo pues estaban a punto de cerrar. Mi amiga y el resto de la clientela fueron desalojando el lugar, y yo me quedé rondando por la tienda. Mientras hablábamos de dónde ir y me iba contando lo que le gustaba de aquel trabajo, nuestras miradas iban soltando chispazos. Yo no podía quitar la vista de su sonrisa y él no dejaba de rozarme al hablar. Comencé a sentirme irresistiblemente atraída por él y muy excitada. Y él, acercándose a mi y sin salir de aquella tienda, de repente, me dijo su nombre como presentándose y me besó. En aquel momento le abracé como una lapa y sentí su potente erección atrapada en el pantalón del uniforme. Nos miramos, nos reímos y tras ponernos de acuerdo con un par de palabras me arrastró con decisión a los probadores de la zona de ropa deportiva y allí mismo nos liamos. No era la primera vez que yo mantenía sexo en los vestuarios de una tienda pero nunca lo había hecho con el local ya cerrado y con un trabajador de allí. Lo cual le dio un extra de atractivo a aquel polvo salvaje. Pablo, que así se llama, me explicó después durante la cena que aquel juego lo tenía reservado él mismo para regalárselo a su sobrina pero que vendérmelo a mí le había parecido la mejor forma de ligar conmigo. Y la verdad es que le estoy muy agradecida. Primero porque a mi cuñado le encantó el juego, pero sobre todo porque a mi me han traído los reyes el mejor regalo.