A veces nos ponemos a recordar momentos especiales y no somos capaces de repetir paso a paso cómo sucedieron las cosas. Puede que sea por culpa del tiempo o quizás, sencillamente, porque en aquel momento no estábamos atentos, no éramos plenamente conscientes de lo que nos estaba pasando y ahora no sabemos traerlo a nuestra mente tal y como sucedió.
Pues para todo eso yo he encontrado la forma de acercarme lo más posible a la realidad, y es fabricando momentos especiales y viviéndolos con la intensidad de quien quiere retener cada movimiento y cada palabra al milímetro. O dicho de otro modo, quiero recordar las veces que Pablo y yo tenemos sexo, su cuerpo y sus maneras de sentir, para cuando me apetece tener un orgasmo y él se encuentra fuera de casa. Me apetece revivirlo al detalle. Así que ayer preparé un bonito escenario para ponernos a tono, adorné nuestro dormitorio con unos pañuelos sobre las lamparitas de las mesillas, puse mi música más motivadora y le pedí a mi novio su aportación a la creación de este recuerdo.
―Ponte en situación, Pablo ―le dije―. Piensa que un día me encontraré lo suficientemente excitada como para querer masturbarme pensando en ti, pensando en este momento, y querré recordarlo tal cual. Yo voy a recrearme sola, viéndote disfrutar a ti desde la cama. Quiero que te vayas desnudando y me mires, pero sin acercarte. Quédate de pie junto a la pared, y haz lo que te vaya pidiendo tu cuerpo, sabiendo que en ningún momento haremos el amor. No me besarás, ni me tocarás. Y cuando hayas llegado a tu clímax siéntete libre de soltarte, gemir y disfrutar, porque yo haré lo mismo. Y estaré muy pendiente de tu actitud, de todos tus sonidos, memorizando cada gesto que hagas para recordarte después.
Ni que decir tiene que le pareció una idea tan buena como cualquier otra para tener un encuentro íntimo. Así que comenzamos por desnudarnos ambos. Yo me recosté en la cama sobre los almohadones, me puse cómoda y mirándole fijamente, me dispuse a acariciar mi cuerpo para ir subiendo el nivel.
Sin embargo la sola recreación de aquella estampa, la descripción de la escena y el saber lo que pasaría en todo momento ya nos tenía a los dos con una carga extra de excitación. Pablo disfrutaba tanto como yo y su miembro erecto lo proclamaba a los cuatro vientos. Sin quitarle la vista de encima, hice funcionar mi satisfyer fijándome bien en la cara que iba poniendo, y cómo se tocaba, masajeándose cada vez más. Quería capturar el mínimo giro de su muñeca, cómo le daba la luz en el pecho, las veces que se mojaba la lengua con los labios, y las que entrecerraba los ojos de gusto. Me encontraba en ese disfrutar del cuerpo de Pablo cuando llegó el orgasmo a mi zona pélvica y, echando inconscientemente la cabeza hacia atrás, cerré los ojos para gritar con ganas, perdiéndome así la generosa eyaculación de mi pareja que no pudo aguantar más tras verme gozando.
Tras el fallido desenlace me entró la risa y Pablo, contagiado, terminó la sesión a carcajadas y abrazado a mí. A lo mejor no es tan importante retener y recordar los hechos, sino vivirlos sin más. Al fin y al cabo, tampoco he tenido nunca problemas para fantasear con mi novio o con cualquier otro y excitarme con final feliz, así que no voy a darle más vueltas. Pero este momento entre nosotros de atención plena intentando fabricar un recuerdo ha estado muy pero que muy bien en el presente.
2 comments
Estos momentos son tan mágicos e imborrables. Yo viví algo parecido, en el sentido de crear momentos que perduran. Siempre estuve ansiosa de saber cómo practicar sexo oral a una mujer y un día, encontré un vídeo tan especial que me perdí dentro del mismo. Era yo prácticamente la que estaba con esa dama. El tiempo voló. Y mi cuerpo sin que nadie lo tocara, solito entendió todo. Termine tan mojada y con un orgasmo que solo he vivido otra vez en mi vida algo así.
Besitos. Mónica
¡Qué recuerdo tan excitante Mónica!