¡Cuantos buenos motivos podemos encontrar para decidir acostarnos con alguien! ¿Verdad? Todos los que queramos. Pero ¿y para no hacerlo? ¡Quizás muchos más!
Algunos casos son más peliagudos que otros y los he podido vivir en propia carne. Otros pertenecen a las experiencias de mis amigos. Y refiriéndome siempre a ocasiones esporádicas de esas en las que se hace fundamental aprovechar el momento propicio.
Como primer caso os quiero hacer pensar en los tatuajes. La mayoría son elegantes, curiosos, muy seductores para la persona que te encuentra alguno en zonas ocultas por la vestimenta habitual y de repente al desnudarte se sorprende con ese dibujo especial que un día decidiste marcarte en la piel. Pero ¿y si ese dibujo en lugar de hacerle enardecer de pasión le echa para atrás? Me contaba un amigo, que tuvo la ocasión una vez de darse de bruces, y nunca mejor dicho, con el tatuaje de las feroces mandíbulas de un tiburón en el pubis depilado de una chica con la que intimó una noche, y que aquello le impresionó tanto cuando llegó el momento de bajarle las bragas, que lo que le bajó repentinamente fue su excitación al imaginarse a su estupendo miembro devorado por las fauces de un agresivo tiburón. Quizás fuera un dibujo demasiado realista para él. A otro amigo le sucedió que a su novia tras la muerte de su padre, se le ocurrió tatuarse su rostro en la espalda. Desde aquel día mi amigo ya nunca pudo volver a follar con ella en la posición del perrito, porque tener a su suegro mirándole fijamente mientras la penetraba era superior a su deseo. ¡Y eso que nunca se habían llevado mal!
En el tema de los olores no quiero volver a entrar porque ya os conté alguna experiencia ajena de cómo tira para atrás una higiene mal llevada en la otra persona. Pero me limitaré a comentaros que más de un buen plan se ha terminado antes de empezar porque la otra persona no olía precisamente a feromonas deseando liberarse.
Otro motivo por el que alguna vez he tenido que posponer una noche de loca pasión ha sido por culpa de la salud. Está claro que si te encuentras mal en lo último que piensas es en el sexo, pero que estando bien, de repente te sobrevenga un dolor de estómago porque la comida te haya sentando mal, o retortijones de esos que no esperan es verdaderamente una gran faena. Una noche en la que todos los detalles necesarios habían coincidido en positivo y todos los planetas estaban alineados favoreciendo un maravilloso encuentro con un hombre al que yo llevaba meses deseando catar, sucedió que lo que bebí y comí entraron en guerra en mi intestino y antes de poder darme cuenta me tenían el cuerpo tan revuelto que no era capaz de excusarme con la suficiente elegancia para salir corriendo a vomitar. Y en esas circunstancias aunque te encuentres en el portal de su casa dispuesta a dejarte llevar por la pasión, no puedes hacerte la seductora ni mantener el tipo como interesante señorita por besar.
Sea como sea, la cuestión es que no siempre salen las cosas como planeamos, así que cuando una buena aventura surge hay que aprovecharla, porque aún así en mitad de la función puede que de repente haya algún motivo que te haga echar el telón y levantarte de tu asiento a la carrera.
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