Para hablar de intersexualidad tenemos que saber, en primer lugar, que los seres vivos pueden reproducirse de dos maneras: la reproducción “asexual”, que consiste en la división celular por medio de la cual se lleva a cabo una copia del organismo, siendo un proceso biológicamente sencillo; y la reproducción “sexual” en la que se mezclan los genes de dos progenitores, un proceso que entraña más dificultades, pero da lugar a mayor diversidad.
Los seres humanos, entramos en la segunda opción, o sea, nos reproducimos de manera sexual, y al tratarse de un proceso biológico complejo, no siempre sale como nos han contado que debería ser.
Se conocen como estados intersexuales aquellos que impiden identificar biológicamente a un individuo dentro del sexo masculino o femenino (de acuerdo con las categorías médicas tradicionales). En un principio fue llamado erróneamente de hermafroditismo y, posteriormente, “trastornos” o “desórdenes” del desarrollo sexual. Estos dos últimos términos se considera que implican patologización, por lo que se han sustituido por “diferencias del desarrollo sexual”. Se trata de algo que sucede con más frecuencia de lo que creemos, en 1 de cada 2.000 nacimientos aproximadamente.
Existen una gran variedad de estados intersexuales: el trastorno de hiperplasia suprarrenal congénita, que supone genitales femeninos ambiguos o poco desarrollados; el pseudohermafroditismo masculino, donde la insuficiencia de testosterona o insensibilidad a la misma, da lugar a un varón genéticamente con apariencia física externa de niña; el Síndrome de Turner, que produce cantidades insuficientes de estrógeno, afectando al desarrollo sexual y físico; Múltiple triple X y Síndrome de Klinefelter (47XXY) que poseen un cromosoma X adicional; Deficiencia de 5-alfa-reductasa, que se presenta en varones genéticos con apariencia de niñas que durante la pubertad comienzan a desarrollar características sexuales masculinas…
La mayoría de estas situaciones no implican problemas de salud, sino que afectan únicamente a los órganos sexuales de las personas, que en ocasiones simplemente no se encajan dentro de los limitados patrones médicos que dividen los cuerpos dentro del estrecho binomio hombre/mujer. Sin embargo, intersexualidad no es lo mismo que identidad de género (¿quién soy yo?) ni orientación sexual (¿quién me atrae?), que son procesos independientes que se desarrollan en el individuo a lo largo de su vida.
Antiguamente, ante el nacimiento de bebés ambiguos, el protocolo médico consistía en alterar quirúrgicamente estos cuerpos con la intención de “normalizarlos”. Con frecuencia decidían cortar ya que, según su idea, era más fácil crear una vagina que un pene. De manera que padres y médicos asignaban el género y se le practicaban al infante complejas cirugías, lo que podía dar lugar posteriormente a problemas de inadecuación de la persona, así como pérdida de sensibilidad genital.
Afortunadamente, el nuevo estándar de tratamiento para bebés que se encuentren en esta situación, recomienda aplazar la cirugía del aspecto genital y sus órganos sexuales, hasta que la persona afectada pueda tomar su propia decisión sobre quién es y si desea someterse a alguna cirugía o no.
A nivel personal, deberíamos reflexionar sobre dos cosas: en primer lugar, quién ha decidido, por ejemplo, cómo de grande debe ser un clítoris para no confundirse con un peney viceversa. Es decir, si tal vez los patrones médicos con los que se nos etiqueta como hombre o mujer biológicos no son demasiado estrechos, dado que el sexo no es binario, sino que se trata de un espectro donde no todo el mundo se encuentra en los extremos. En segundo lugar, si en vez de mirar hacia nuestros genitales y hablar de intersexualidad como un problema, no deberíamos hablar simplemente de diversidad sexual y verlo como algo normal que nos enriquece como personas y que no tiene por qué suponer un problema ni mucho menos un motivo de vergüenza para nadie.
Existe aún mucho desconocimiento sobre este tema en la sociedad, lo que desafortunadamente provoca que en el momento en que los médicos deciden contarles a los padres que su bebé puede ser intersexual, esto por lo general supone una tragedia y un profundo temor para ellos. Sin embargo, todo parte de la necesidad imperiosa que tenemos de etiquetar con un género a los bebés, de comprarles todo de un mismo color (azul o rosa), de responder a los familiares sobre la dichosa pregunta “¿qué es niño o niña?”, y también de la imposición del Sistema sobre rellenar la absurda casilla del sexo en la partida de nacimiento. Por ello, lo principal es ofrecer apoyo y asesoramiento a esos padres para tranquilizarlos y eliminar toda la confusión que pueda surgir en un primer momento.
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Lo que está claro es que vivir de cerca una situación de esas debería ser ante todo una oportunidad para abrir nuestras mentes y ver que existen cuerpos diferentes a la norma, que existe la diversidad en todos los sentidos, y que por encima de todo está el poder de decidir de cada persona sobre su propio cuerpo.
El principal problema de la intersexualidad no es otro que el estigma y el tabú que se le coloca a nivel social, y esto es algo contra lo que debemos luchar todahttps://youtu.be/SnAIOU6qeIks las personas. Lo que hay que modificar no son los cuerpos, sino nuestra visión de ellos, haciéndola más amplia para entenderlos.
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6 comments
Hola Ester, de acuerdo contigo. Que bueno que ahora ya, al menos en muchas partes del mundo, se les deja decidir cuando pueden hacerlo. Sobre el tema, recién vi, creo que en National Geographic, que había una medida que tomaban en cuenta, como dices, de acuerdo a patrones médicos. Si la parte del cuerpo media menos, la hacían clítoris.
Me encantó la parte «intersexualidad no es lo mismo que identidad de género (¿quién soy yo?) ni orientación sexual (¿quién me atrae?)» Y el ampliar nuestra visión para entenderlos. Y agregaría yo, dejarles ser, apoyarles y que tengan la vida tan plena como cualquiera de nosotros.
Gracias por compartirlo. Excelente noche y fin de semana