Para mi amiga Tere los preliminares en una relación de pareja siempre han consistido en una larga conversación con un hombre inteligente, que sepa un poco de todo, si acaso de política y economía más que de otros temas, aunque sin llegar a ser pedante. Si además la aderezamos con una buena botella de vino ella ya se daría por satisfecha, e incluso supondría el cincuenta por ciento del éxito sexual de dicha velada.

Y esto, que no seré yo la que diga que es un error, está bien para ir viendo si tienes química con alguien que acabas de conocer, antes de desnudarte, y quizás para ir calentando el ambiente, o incluso para después de una tórrida sesión de intercambio de fluidos. Pero si la idea es llevarte directamente a tu casa a alguien que has conocido en un garito nocturno, por Tinder, o por cualquier otra aplicación, con idea de follar, ese primer acercamiento ya habrá sucedido vía redes sociales y habréis hablado seguramente de más. Con lo cual, no deberías enfadarte si el tío prefiere comerte la boca antes que explayarse contigo en sus conocimientos de la situación bursátil en los países asiáticos. Por otra parte, será fantástico por supuesto, poder dedicarle unos minutos a entablar una charla pícara previa y, obligatorio, tener tiempo de echarse atrás si se diera el caso de que al encontrarte en el mundo real, alguno de los dos no lo viera del todo claro.
¡Pero preliminares, lo que se dice preliminares, tendrán que ser otros, Tere! Los otros que la mayoría de las personas utilizamos en el combate cuerpo a cuerpo. Unas buenas palabras erotizantes al oído, un baile bien agarraditos, unas caricias atrevidas bajo la ropa, un masaje dulce por el cuello… ¡Todo lo que te dirija inequívocamente a terminar a besos en la cama!
Por eso creo que a Tere le cuesta tanto encontrar a alguien con quien echar un buen polvo: porque los espanta a frases subordinadas. En su empeño por congeniar, o quizás porque ande buscando algo más que un revolcón, nunca ve la hora de dejar de preguntarle a su muchacho por su percepción de los movimientos en el Canal de Panamá. Que también os digo, que a cada uno le pone a cien lo que le pone, pero hay que saber parar y utilizar la lengua para avanzar por el mapa de la piel. Sin embargo la vida está para sorprendernos y, a veces, por suerte para Tere, aparece un chico que, como ella, gusta de conversar y es capaz de, entre postura y postura, mantener una charla fluida sobre la cría de la remolacha en el África del Sur. A mí me costaría concentrarme, pero mi amiga me ha contado que en una ocasión hubo un tío que le detalló más de un movimiento político europeo con las incursiones de sus dedos y su miembro por todos los rincones de su cuerpo.
En fin, que los que estén interesados en contactar con mi amiga Tere, que sepan que tendrán que pasar un examen al menos tipo test y no tener mucha prisa en pasar a mayores. A lo mejor, al final, no consigue ninguno muchos orgasmos, pero ¿y lo que se puede aprender en un par de horas de interesante conversación entre dos personas cultas?
El saber no ocupa lugar.
2 comments
Deberá ser la edad, pero ya no concibo las relacione sexuales sin unos preliminares eróticos que haga verdaderamente intenso y placentero el sexo.
El «aquí te pillo aquí te mato», pasó hace muchos años a ser una actitud muy poco interesante. Aunque entiendo que los más jóvenes, lo hagan.
Por eso repito… debe ser la edad..
Excelente artículo. Me encantó.
Saludos
Gracias por tu comentario Carla!! Como siempre ahí…
Besos…