Basándonos en la máxima de que “nuestro mayor órgano sexual es el cerebro”, tendría bastante sentido hablar de inteligencia sexual, un concepto que introdujeron hace algunos años dos investigadores de la Universidad de Massachusetts, en Estados Unidos. Así, la inteligencia sexual ocuparía una parcela de nuestra capacidad intelectual, del mismo modo que la inteligencia emocional, con la que está muy relacionada (y que según Daniel Goleman consiste en la capacidad de reconocer nuestras emociones y las de los demás, y nuestra habilidad para gestionarlas).
Más allá de lo que podríamos imaginar, la inteligencia sexual no es algo innato, ni tiene nada que ver con nuestra belleza ni con nuestra capacidad para seducir a otras personas, sino con el aprendizaje, ya que podemos potenciarla desarrollando habilidades para disfrutar de una vida sexual plena. Pero no se trata sólo de lo que hacemos en la cama, sino de la actitud general que tenemos hacia todo lo relacionado con la sexualidad.
Desde el enfoque de la inteligencia sexual, nuestra sexualidad estaría siempre en constante evolución, por lo que tenemos que ir construyéndola y trabajándola a diario.
En ocasiones, el miedo, el pudor y los tabúes interfieren en el disfrute de nuestra vida sexual, de modo que la esfera sexual acaba produciendo frustración, insatisfacción y malestar en las personas o incluso puede dar lugar a problemas sexuales (como eyaculación precoz, falta de erección, dolor en el coito, anorgasmia…). A su vez el bienestar y la felicidad dependen, entre otras cosas, de un equilibrio en la vida sexual.
Algunos estudios han tratado de medir el coeficiente sexual de las personas, a través de cuestionarios, al encontrar niveles de insatisfacción sexual en muchas de ellas, por lo que se han elaborado también ejercicios para elevar este coeficiente.
¿Pero qué es ser sexualmente inteligente?
Ser una persona competente en las relaciones sexualesdepende de una disposición positiva ante la sexualidad y el esfuerzo para mejorarnos como amantes. Se trata de trabajar en aumentar nuestro potencial sexual, incrementar nuestra satisfacción y todo lo buenos que podríamos ser a nivel sexual.
Pero lejos de ser algo individual, también consiste en algo a dos, referente a la conexión erótica con otras personas.
Lo principal es no creer saberlo todo sobre sexo, sino tener disposición para aprender. Esa es la base de ser sexualmente inteligente. Es esencial una actitud positiva hacia la sexualidad para poder abrir nuestra mente y dejar fuera los prejuicios. Esforzarnos por ampliar nuestro universo erótico, superar las inhibiciones, inseguridades o sentimientos de culpa y descubrir qué aspectos de nuestra vida sexual nos plantean dificultades.
¿Cómo desarrollar nuestra inteligencia sexual?
- En primer lugar, es necesario estar informados (leer, ver vídeos, documentales…) para superar los mitos y creencias erróneas que la mayoría de las personas aprendimos sobre la sexualidad. Debemos procurar información precisa y científica sobre la sexualidad humana.
- Otro paso imprescindible es el autoconocimiento, es decir, explorar todo nuestro cuerpo, genitales, zonas erógenas… Tomar conciencia de nosotros mismos como sujetos sexuados. Conectar con nuestras sensaciones físicas, saber escucharnos, descubrir nuestro placer, nuestros deseos, nuestras fantasías… Aprender cómo nos gusta ser estimulados y dónde, pero también lo que no nos gusta.
- Por último, es importante saber relacionarnos sexualmente con los demás, desarrollar competencias y habilidades para establecer intimidad. Para ello la comunicación sexual con la pareja y la confianza son fundamentales. Tenemos que hablar sobre nuestra vida sexual, nuestros deseos y necesidades sexuales y, sobre todo, ser sinceros. Todo esto siempre desde la búsqueda del placer de ambos, no sólo el propio, para lo que es necesario comprensión y respetar los límites de la otra persona. Asumir que la única manera de saber cómo dar placer a otra persona es aprendiendo, descubriendo, preguntando… nadie nace sabiendo lo que le gusta a la otra persona porque todas somos distintas. Además, hay que dejar de lado los estereotipos de género (por ejemplo: las mujeres tienen que ser pasivas, recatadas… los hombres deben asumir el control). Y finalmente ser creativos en la cama, no asentarnos en la rutina.
Y ahora que sabes cómo hacerlo, no lo olvides: ¡potencia tu inteligencia sexual! Si estás leyendo este artículo seguro que eres una de esas personas dispuestas a mejorar.
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