Pompeya, la ciudad que quedó sepultada por la erupción del Vesubio… ¿Quién no conoce esta historia? Pero más allá de lo que comúnmente sabemos, existe otra historia, la que se ha desvelado al reconstruir esta ciudad: una Pompeya erótica y voluptuosa. ¡Vamos a descubrirla!
Situada en el sur de Italia, a 30 km de la actual ciudad de Nápoles, Pompeya fue fundada por los oscos alrededor del año 600 a.C. y pasó a ser colonia romana en el 80 a.C. Pronto se convirtió en una ciudad rica, industrial y comercial, pero también lúdica y el lugar preferido de los romanos acaudalados.
El misterio de Pompeya
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Como ya sabemos, esta ciudad quedó totalmente sepultada bajo la ardiente lava del Vesubio en erupción, concretamente el 24 de agosto del año 79 d.C. Sin embargo, las ruinas de la antigua Pompeya están siendo reconstruidas, gracias a que la arquitectura y muchos objetos se hallan en un buen estado de conservación, debido a que las cenizas del volcán actuaron como sello hermético sobre los restos. De manera que, en 1748, comenzaron las primeras excavaciones y, además, de numerosos objetos y estructuras, se encontraron también los cuerpos de muchas personas petrificados.
Actualmente millones de turistas viajan para visitar esta ciudad, incluso ha sido nombrada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
¿Qué se conoce del erotismo y la vida sexual de Pompeya?
Por un lado, se sabe que, en su mayor esplendor, la ciudad llegó a tener decenas de prostíbulos o lupanares (como eran conocidos en aquel entonces). El lupanar estaba formado por pequeñas alcobas y era un lugar al que acudían habitantes pobres y viajeros, pues los ricos ya tenían esclavos que saciaban sus menesteres sexuales. Aunque se supone que las mujeres que trabajaban en estos prostíbulos debían ser esclavas, hay estudiosos que afirman que eran de condición muy diversa y que utilizaban el sexo como moneda de cambio.
Por otra parte, existían las termas públicas, que no eran otra cosa que baños donde los hombres se despojaban totalmente de sus ropas y se relajaban, al tiempo que exhibían sus cuerpos musculosos, mientras criticaban las barrigas prominentes o los penes extraños. Está claro que el culto al cuerpo y la importancia de la imagen es algo que perdura en nuestra sociedad actual. Había termas femeninas, pero, por supuesto, eran más pequeñas y tenían una decoración más modesta, lo que dice mucho del papel de la mujer en Pompeya.
Las excavaciones también han sacado a la luz frescos, mosaicos y esculturas, con representaciones eróticas en las que aparecen hombres, mujeres, animales y seres mitológicos, que adornaban los cuartos privados de las casas de algunas familias pompeyanas. Muchas de ellas se exhiben en el Gabinete Secreto del Museo Arqueológico de Nápoles. Dichas obras estuvieron prohibidas durante el reinado de los Borbones en Nápoles hasta 1860 y, posteriormente, estas salas también fueron vetadas por Mussolini.
Además, entre los restos de Pompeya, hay numerosas piezas de carácter erótico, como pequeñas figuras fálicas de cerámica, o copas y otras vasijas con relieves de juegos amatorios y otros ornamentos con forma de pene (alguno incluso con alas y campanillas para supuestamente adornar la casa y sonar al abrirse la puerta o al moverse con el viento).
Muestras de este arte erótico se encuentran en pinturas con escenas sexuales encontradas en la Casa del Centenario o el mosaico de la Casa del Fauno. Del mismo modo la estancia de la Villa de los Misterios conserva tres muros decorados con escenas eróticas y en la residencia señorial de los hermanos Vettii, conocida como La Casa de los Mercaderes, se conservan pinturas de carácter mitológico y heroico tales como un gigantesco fresco que muestra a Príapo pesando su pene descomunal en una balanza romana.
Pero no sólo imágenes de este tipo cubrían las paredes, en ocasiones, estas escenas iban acompañadas de inscripciones o grafitis con un claro componente erótico, aunque estos últimos también podían aparecer en solitario. Por ejemplo, sobre el fogón de un panadero se encontró un epígrafe grabado junto a un falo en relieve, que decía: “Aquí habita la felicidad”. Y para acabar os dejo con el relato de otra inscripción hallada en la entrada de la Basílica de Pompeya, que rezaba así: “Vida mía, mi delicia, vamos a retozar un poquito. Imaginemos que este lecho es un campo llano”.
4 comments
Buen día, Ester!
Qué interesante e increíble que se pueda conocer y se haya mantenido todo. Y que ahora podamos conocer cómo vivieron, sus actividades y sus vidas íntimas. Ojalá que en algunos descubrimientos futuros se sepa más de cómo era la vida sexual de la mujer.
Lo de las termas femeninas, me sorprendió, al igual que lo de los grafitis e inscripciones.
Gracias por otro tema tan interesante.
Gracias como siempre, Ramón, por tu interés y tus comentarios 🙂 😉
Buen artículo
Qué bueno que te gustó! Gracias por el comentario 😉