El surgimiento de nuevas masculinidades supone un nuevo camino hacia la igualdad. Un camino que se sustenta en una nueva perspectiva de lo que significa ser hombre, alejada considerablemente de lo implantado durante siglos por el patriarcado. La realidad es que el prototipo hombre-macho impera en nuestra sociedad y forma parte del “machismo cultural”, pero cada vez son más los hombres que trabajan para superar este prototipo tan dañino tanto para la mujer como para el propio hombre.
Masculinidades Hegemónicas vs Masculinidades Igualitarias
Masculinidad Hegemónica
Masculinidad hegemónica es un término que ensalza el comportamiento masculino y sitúa al hombre en una posición dominante, dejando un papel de subordinación a la mujer. Reproduce un modelo donde los hombres violentos son atractivos, exitosos, seguros y capaces de dominar cualquier tipo de situación. No hay cabida para sentimientos, el hombre siempre tiene que mostrarse fuerte y seguro de sí mismo.
Las principales características de la masculinidad hegemónica son:
- Ser hombre supone rechazar todo lo que sea femenino
- El riesgo y la agresividad forman parte de la masculinidad
- Hay que ser duros, no mostrar sentimientos.
- Ser hombre es ser importante, tener mayor estatus y más poder.
Este tipo de masculinidad está en la base de muchas de las dificultades emocionales, de pareja y sexuales que sufren muy a menudo los hombres. Todo ello debido a esta concepción de lo masculino que lleva a que los hombres se sientan o interioricen la idea de no poder mostrar sus sentimientos ni mostrar debilidad. El mayor coste para el hombre de esta concepción patriarcal es la castración emocional a la que se ven sometidos. De hecho, esta represión da lugar a diversas dificultades y problemas emocionales que se pueden manifestar de muy distintas maneras y que les causa gran malestar.
Masculinidades Igualitarias
Se trata de un tipo de masculinidad que no se sustenta ni conlleva ningún tipo de violencia ni opresión propia del patriarcado. Las masculinidades igualitarias se alejan de la imagen dura, violenta, sin sentimientos del hombre. Son otras masculinidades posibles y diversas que dan otro significado a lo masculino. Podríamos decir que se trata de cualquier forma de entender lo masculino de una forma no tóxica.
En definitiva, es un intento de amplificar el concepto de hombre y de lo masculino, generando otras formas de masculinidad que no generen violencia en nuestra sociedad.
Ritxar Bacete, referente internacional en masculinidades igualitarias, realiza una definición esclarecedora:
«Las nuevas masculinidades tienen que ver con el reto de romper con lo tóxico, lo hegemónico, el hombre desapegado de las emociones, competitivo y que muestra con la fuerza que es más hombre; en definitiva, nos referimos a un hombre que abraza su vulnerabilidad y es más complejo. Y también comprometido con los cuidados, la corresponsabilidad y contra cualquier tipo de violencia»
De este modo, ser un hombre igualitario supone:
- Asumir mayores responsabilidades en el cuidado de los demás y propio.
- Favorece el crecimiento personal y aumenta la autoestima.
- Promueve una sociedad más igualitaria, más libre y diversa.
- Mejora la calidad en las relaciones entre hombres y mujeres.
- Prevenir conductas discriminatorias.
Pero… ¿Están dispuestos los hombres a renunciar a sus privilegios?
No se trata de renunciar a privilegios, sino de cambiar los valores dominantes. Es fundamental romper con esta creencia de que para conseguir la igualdad y el fin de la violencia contra la mujer, es necesario eliminar privilegios para los hombres. Ver la búsqueda de la igualdad como una lucha entre hombres y mujeres es un gran error, de hecho la alianza entre hombres y mujeres es imprescindible para conseguir esa igualdad real tan deseada y luchada durante tanto tiempo.
Afortunadamente, cada vez son más los hombres que se unen en la lucha por la igualdad, siendo consciente de que en este proceso no van a tener que renunciar a nada, sino que van a ganar. Este cambio de las masculinidades trae consigo nuevas fórmulas positivas de masculinidad basadas en la paz y la justicia, dejando a un lado la violencia y las presiones a las que están sometidos los hombres.
¿Cómo fomentar y desarrollar estas nuevas masculinidades igualitarias?
Estamos ante un proceso largo y continuo que no se produce espontáneamente y que requiere un trabajo de reflexión. Un proceso que requiere ser críticos y prestar atención a todas esas señales que muestran el daño que hacen los modelos de poder impuestos por el patriarcado. Un trabajo de reflexión que deja a la vista que no solo se está dañando a la mujer, sino que afecta a los mismos hombres que viven bajo la presión de comportarse de una determinada manera basada en la represión de sentimientos y la manifestación de fuerza y frialdad.
Es fundamental el trabajo con jóvenes para ofrecerles una mirada crítica que les ayude a reflexionar sobre qué significa ser hombre en la sociedad, en el amor y en las relaciones. Ayudarles a encontrar su propia masculinidad sin represiones ni miedos.
“Practicar la igualdad no pasa porque las mujeres reclamen lo que no hacemos, sino que se trata de que los hombres comencemos a hacerlo de forma natural y que lo incorporemos a nuestro proceso de cambio”
Ritxar Bacete