La palabra anglosajona «childfree» (sin hijos por elección), la usamos para referirnos a esas mujeres que siempre tuvieron claro que no querían tener descendencia, ya sea por motivos psicológicos, biológicos o sociales.
Normalmente, hechos como los problemas económicos, el cambio de los roles de género proyectados en ellas o una disminución significativa del estigma social por decidir libremente no tenerlos, han resultado elementos clave que explican el gran número de mujeres en edad fértil que se decantan por este estilo de vida sin hijos.
En nuestro país, aproximadamente, el 19% de las mujeres de más de 45 años no los tienen, un porcentaje que está por encima de la media europea. El hecho de que las mujeres cada vez más opten por desarrollarse profesionalmente también influye en el hecho de priorizar su faceta personal y profesional por encima de lo «esperado» para ellas, es decir, por el mero hecho de ser mujeres con capacidad reproductiva.
A muchas personas, no sólo a las mujeres, la idea de tener hijos les parece realmente poco apetecible o realizable a corto o medio plazo. No cabe duda que el haber sufrido problemas de fertilidad u otros problemas de salud, unido al hecho de no encontrar una pareja estable/idónea o decidida a tenerlos en el momento adecuado, hacen que cada vez sean más los individuos que viven sin tener descendientes.
A menudo, como hemos referido anteriormente, es una decisión motivada por factores socioeconómicos, ya que les gusta la independencia de no tener la responsabilidad constante de la crianza de unos pequeñajos o simplemente porque no tienen esa ilusión de ser padres y formar una familia «tradicional».
El término parejas DINK y DINKY, «dual income, no kids» (doble ingreso, sin hijos), describe a una pareja con dos ingresos que no tiene hijos, algo muy común en países industrializados que apuestan por modelos de familia que se alejan de la tradición, sin que ello les suponga un estigma social ni problema alguno.
Más que nada, es una decisión muy personal que debe alejarse de presiones familiares o sociales, ya que éstas no deben condicionarnos ni estigmatizarnos. No tener hijos no nos convierte en seres raros, egoístas o incompletos. Cada cual decide cómo desea vivir su vida. Pero, en este tema, también hay una brecha de género, pues es peor visto en el caso de ellas. La maternidad es una opción vital, no una obligación imperiosa. La valía de una mujer no se haya en su útero ni mucho menos.
Por tanto, recuerda siempre que las mujeres que no tienen hijos:
- No son egoístas.
- No son menos mujeres.
- No son inmaduras.
- No son anti-familia ni antisociales.
- No necesariamente cambiarán de idea.
- No tienen ningún trauma.
- No serán ancianas solitarias y frustradas.
- No te deben a ti ni a nadie ninguna explicación, por tanto, no les juzgues.
“No todo el que tenga un útero tiene que tener un hijo, así como no todo el que tenga cuerdas vocales tiene que ser cantante de ópera”
Gloria Steinem – Periodista y Escritora.