Cuando pensamos en el romanticismo, siempre se nos vienen a la cabeza los mismos ejemplos: alguien que regala flores, una habitación con velas preparadas para un cálido encuentro, una persona que realiza un acto que nunca esperarías de ella, y cosas de ese estilo. Sin embargo, existen otro montón de instantes especiales en la intimidad de dos personas, más inusuales, pero que no por ello dejan de ser momentos románticos.

La mayoría de esos momentos los disfrutas tal cual, sin esperar nada más a continuación. Y así, te enternece que te mande flores al trabajo, que te ponga el protector solar en la playa sin erotismo alguno pero muy angustiado porque no quiere verte requemada como un tizón al terminar la jornada, llegar a casa y encontrarte tu comida favorita sólo porque es viernes, o que te deje un mensaje cariñoso en la puerta de la nevera. Esa infinidad de pequeños detalles que nos llenan el corazón.
En otras ocasiones, te sirven como dulces preliminares que te pueden llevar al plano sexual. Y entre los grandes clásicos que preparan el camino los que yo más disfruto son: una buena cena afrodisíaca con música ambiental o un baño relajante para dos. A veces mis parejas los han organizado para mí, unos con mayor éxito que otros, por supuesto, pero también muchas otras he sido yo la que se ha vuelto loca comprando velas, sales efervescentes, marisco como para agotar las existencias de todo el norte del país o lo último en música instrumental.
Sin embargo, aún nos queda otra alternativa más, y es aquella en la que cuando estáis en plena actividad amorosa, te descubre divertidos momentos de romanticismo.
Para mí los mejores tienen mucho que ver con el cansancio incontrolable. Por ejemplo, ese momento en el que te quedas dormida con las manos metidas en sus calzoncillos, o tu pareja con los dedos dentro de tu vagina cuando más a gusto estabas con su masaje. Y es que el sueño profundo no entiende de momentos oportunos. Porque lo de dormir acurrucados y quedarse en brazos de Morfeo besándose, está muy visto. Pero que él se duerma follando, acunado por su propio balanceo, simplemente porque está cansado y a gusto, ¡no me digáis que no es tiernamente romántico! O que seas tú la que se queda dormida mientras se están enfrascando contigo en un atento cunnilingus. A mí me parecen situaciones muy simpáticas.
Id pensando en situaciones similares. Seguro que encontraréis muchas en las que no habíais reparado y os instalarán una sonrisa en la cara.
La próxima vez que tengáis un encuentro pasional estoy convencida de que estaréis muy atentos para encontrar ese momento romántico especial. Aunque sobre todo espero que no olvidéis compartirlo.