Mitos del amor romántico, las no monogamias (parte 1)

Son muchos los mitos que existen en torno al amor. ¿Tiene la realidad de estas suposiciones algo que ver con las relaciones no monógamas? Primera parte de un interesante post de Gret de Lou.

Antes de empezar definamos qué entendemos por «mito»: el mito es una narración maravillosa que se sitúa fuera del tiempo histórico y que está protagonizada por personajes de carácter divino o heroico.  Sobre todo son creencias compartidas por una cultura o sociedad, aceptadas como verdaderas, que pueden tener algún aspecto de realidad y que tienen la capacidad de influir en mayor o menor grado en el comportamiento de las personas.

¿Es el amor eterno?  Cuadro «Cronos cortando las alas a Cupido» de Pierre Mignard.

En un artículo publicado anteriormente para Más Allá del Placer, titulado: “Del amor romántico al amor verdadero” ya os hablo ampliamente del periodo de enamoramiento, también llamado periodo de infatuación, y sobre cómo éste se construye.  Hoy lo que haré será enfocareme en los mitos del amor que prevalecen en todas las culturas civilizadas y, con mayor fuerza, en la cultura occidental.

El amor romántico como patrón preprogramado de comportamiento humano se refuerza por datos antropológicos.  Al parecer no es producto de ninguna cultura en particular, sino un concepto universal.  Si se revisan datos de cada cultura civilizada, encontraremos versiones de todos los mitos que mencionaré más adelante, con sus respectivas leyendas y personajes (por ejemplo en la mitología griega, romana, y mexicana hay muchas leyendas en común). Hay que destacar que las culturas no civilizadas, que viven sin influencias impuestas, no reproducen el amor romántico como patrón preprogramado de comportamiento, si bien es cierto que la antropología fundamentalmente estudia grupos humanos civilizados que ya han establecido un control cultural sobre el apareamiento.  Algunos antropólogos sí han estudiado algunos grupos humanos que no se encuentran del todo civilizados en los que ni siquiera existe la monogamia como forma de vida o institución. Pero son pocos.

Con respecto a los mitos, está claro que somos conscientes de algunos de ellos, pero otros actúan de forma inconsciente y muchas veces, solamente mediante un proceso terapéutico al que acuden las personas después de sufrir por creer que son defectuosas o que se topan únicamente con personas defectuosas, se dan cuenta de que les resulta imposible vivir su cuento de hadas, encontrar a su media naranja o que al final el amor no todo lo puede. Solo así llegan a la conclusión de todo el sistema de creencias equivocadas que no les permitía construir un amor verdadero, porque enamorarse puede ser fácil, pero construir el amor maduro es todo un reto.

¿Existe el amor a primera vista? Imagen de Más Allá del Placer.

Mitos del amor romántico

  1. El amor a primera vista.
  2. La persona correcta llena todos los aspectos de la vida.
  3. La plena compenetración sexual es prueba irrefutable de amor.
  4. La media naranja.
  5. El amor todo lo puede.
  6. El cuento de hadas “Vivieron felices y comieron perdices, para siempre”.
  7. Los celos son una prueba de amor.

En esta primera parte de este post  os hablaré de los cuatro primeros.

El amor, esa fuerza que mueve al mundo, intangible pero que se expresa de diferentes formas, es muy fácil que sea confundido con el enamoramiento, ese flechazo de Cupido que se encarga del «amor a primera vista», el encuentro de dos personas que están destinadas a estar juntas.  Con respecto a este mito, es obvio que tiene que existir atracción y sintonía con otra persona para comenzar a conocerla, sin embargo, lo ideal sería de forma individual meditar lo que se busca y determinar qué tipo de relación se quiere.  Después habrá que ver qué afinidad existe con esa persona y así comenzar a construir juntos.

Es imposible complementarnos en todos los aspectos con nuestra pareja. Imagen de Más Allá del Placer.

Por otra parte, el famoso flechazo se confunde con la atracción, donde entra en juego el mito de que «cuando amas a alguien no puedes sentir atracción por otra persona».  El amor no elimina la posibilidad de que te pueda gustar o atraer más de una persona.  Partiendo de la base de que es algo que sucede en nuestra especie como mamíferos, debo mencionar que la fidelidad es también un constructo sociocultural impuesto, por lo que idealmente cada pareja debería acordar el nivel de compromiso en su relación y diferenciar infidelidad de las no monogamia éticas, ya que puede haber una persona con quién se quiera construir una relación duradera e inclusive una familia, con quien se haya cultivado un amor maduro pudiendo aparecer personas en el camino que hagan sentir cierta atracción.  Por eso hay parejas que acuerdan tener una relación abierta, estableciendo los límites y formas de relacionarse benéficas y placenteras para ambas partes.

«La persona correcta te llena todos los aspectos de tu vida», este mito precisamente tiene que ver con el anterior, porque una cosa es tener afinidad y otra es que esa persona esté ahí para llenar vacíos o para que comparta exactamente todos los gustos, aficiones, prácticas, siendo como uno mismo (tu otra mitad o tu alma gemela).  Cada pareja debe conservar su espacio de individualidad, aunque por supuesto debe haber afinidad para compartir actividades y gustos.

La química sexual varía a medida que crece la relación. Pero el sexo no tiene porqué acabar. Imagen de Más Allá del Placer.

«La plena compenetración sexual es prueba irrefutable de amor».  No, no es así.  Es verdad que puede haber una maravillosa compenetración sexual, casi perfecta en la pareja, sobre todo cuando se acaba de iniciar una relación y la química está a tope.  Recordaréis esos momentos en los que se quiere tener sexo con esa persona a toda horas y en todos lados, como una adicción.  Pero ¿qué pasa cuando la bioquímica del enamoramiento acaba, la pareja empieza a sumergirse en la vida cotidiana, surgen los problemas, viene la costumbre y se empieza a echar en falta la novedad? Es en ese momento cuando las eróticas alternativas contribuyen a dar una nueva vida a la relación de pareja.  Esto no quiere decir que no estemos con la pareja ideal y de nuestros sueños y que haya que buscar a otra.  Las personas empiezan a buscar esa compenetración y emoción con otras personas surgiendo las infidelidades. Al final se convierte en el cuento de no acabar, porque la magia… vuelve a terminar.

Mientras avanza la relación vemos que comienza a desmantelarse el mito de «la media naranja».  Este mito parte de la creencia de que en algún lugar del mundo está tu otra mitad, esa que te complementa y que se adapta a ti.  La que estando juntos sois uno mismo.  Es un mito enfocado a la perfección, porque hace pensar que además esa persona cumplirá todos tus deseos y expectativas. Para comenzar a nivel individual no debe ser así, todos los seres humanos debemos buscar un desarrollo y evolución en el que seamos personas completas, dar nuestro 100 % en todo.  No se puede vivir esperando a que otra persona complemente nuestra vida ni, mucho menos, cargarle con toda esta responsabilidad y expectativas.  La otra persona no nos da la felicidad y nosotros tampoco somos responsables de la felicidad del otro/a.

¡Sé tu media naranja! Imagen de Más Allá del Placer.

Cuando las parejas vienen a consulta con estas problemáticas, me toca enfocarme únicamente en trabajar con sus fantasías.  Muchas veces asisten a talleres de juegos kinky, BDSM, Shibari, etc. Quieren potenciar su sexualidad, volviendo a ser cómplices de actividades divertidas que nos hacen vivir muchas emociones como pareja.

En el caso de las parejas swinger y liberales, la mayoría de quienes suelo tener en consulta tienen una plena compenetración sexual en su vida cotidiana como pareja, sin embargo son conscientes de que habrá otros aspectos de la erótica que no pueden cubrir con la pareja.  Para solucionarlo recurren a las eróticas alternativas (kinky), el mundo liberal que incluye a otros actores o participantes del juego.  Como en el caso de la bisexualidad o bicuriosidad, dos claros ejemplos, puesto que si a uno de los dos le gusta en la sexualidad jugar con alguien de su mismo género, evidentemente su pareja heterosexual no podrá proporcionártelo.  O, quizá, si quiere tener prácticas de sumisión dentro del BDSM y a su pareja no le gusta ser dominante habrá que jugar con otras personas que puedan ejercer dichos roles.

De los 3 mitos restantes os hablaré en mi siguiente publicación para Más Allá del Placer. ¡Os espero entonces!

 

 

 

 

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