He leído hace unos días una encuesta en una revista de temas actuales de interés general en la que se preguntaba a varias mujeres por cómo hacíamos nosotras lo de masturbarnos. Cómo solemos excitarnos, qué utilizamos, si nos gusta más solas o en compañía, en qué pensamos mientras, si vemos porno o qué fantasías tenemos durante.
De entrada, lo que más me ha llamado la atención ha sido la cantidad de «ítems», como los profesionales de las estadísticas los llaman, que necesitaban respuesta. Porque claro, yo cuando lo hago nunca se me ocurre plantearme tantas variables. Me limito a pasar un buen rato y nada más. Sin embargo, ya que ha salido el tema, os lo contaré con detalle.
Hay días en los que si me apetece pero no estoy especialmente predispuesta, aprovecho lógicamente los medios a mi alrededor para entrar en calor. Me apaño bien con el móvil para buscar algunas buenas fotos eróticas de parejas o de chicas insinuantes, que me gustan más que las fotos de chicos, he de confesar, para ir excitándome. A veces algún video porno también, pero nada de porno duro. Eso a mí no me funciona. También me es suficiente otras veces con mi propia imagen en el espejo. Después, para ejecutarlo, me suelen bastar las manos, aunque reconozco que si puedo utilizar un vibrador, muchísimo mejor. Uno o dos, según lo animada que me encuentre o, mejor dicho, las ganas que tenga de estimularme tanto externa como internamente. Eso me recuerda por cierto que tengo que renovar mi cajón de juguetes. Nunca está de más comprar alguno nuevo, que el mercado está lleno de aparatitos muy interesantes y a mí me gusta ir actualizando mi reserva.
En ocasiones, me he encontrado con alguna situación «urgente» que ha requirido de una pronta resolución ya que, por cualquier motivo, me he puesto a cien con una llamada especial, una película o una buena lectura erótica, y entonces he tirado de lo primero que he encontrado por la casa para procurarme el placer deseado, sobre todo si no he tenido a mano mi utilísimo mini vibrador de bolsillo. Y no creo que sea yo la única chica que pueda decir que alguna vez se ha masturbado con un cepillo de dientes, con las esquinas de un cojín rígido, o en el caso de encontrarme en el baño, con la presión del agua de la ducha. Todo muy recomendable siempre, sin perder jamás de vista la higiene, eso sí. La propia y la de los objetos que se utilicen.
Y como todos sabemos que el sexo está en el cerebro, pues siempre ayuda mucho dejarse llevar por una buena fantasía, como un sitio especial en el que lo hubiera hecho o me gustaría hacerlo, o con el recuerdo de algún antiguo y habilidoso amante o con aquella persona prohibida con quien te gustaría estar compartiendo ese momento. Eso nunca puede faltar para rematar la faena.
Si fuera yo la encuestada podría responder con amplitud a toda esa multitud de detalles que andaban investigando, porque he tenido, por suerte, ocasión de disfrutar con mi propia sexualidad de muchas maneras diferentes. Sola, pero también acompañada. Porque masturbarte mientras te mira tu chico por ejemplo, es súper excitante. Así que si tenéis algún conocido que se dedique a esto y necesite gente a quien entrevistar y que no tenga pudor alguno, por favor acordaros de mí, que me encanta colaborar y contar mis experiencias.