Hablar sobre magia y sexo puede sonar muy extraño a primera vista, a no ser que pienses en que el sexo a veces puede ser tan bueno que incluso podría vivirse como una experiencia casi mágica, o te imagines a un mago presentando un espectáculo de trucos de magia un poco subido de tono… Pero no, no estoy hablando de nada de eso, sino de alguien que usaba el término “magia sexual” en sus cultos para definir su propia filosofía, alguien que se consideró un verdadero mago del sexo.
Me estoy refiriendo a Aleister Crowley, que fue filósofo, escritor, alpinista, líder… incluso podría verse como uno de los primeros hippies que ayudó a inspirar la Revolución Sexual.
Crowley fue criado en la Inglaterra Victoriana, en un ambiente cristiano extremadamente conservador (tal vez eso fue lo que le llevó posteriormente a rebelarse contra la represión sexual que le había sido inculcada, denominándose a sí mismo como “La Gran Bestia”). Además, con el dinero que heredó de su familia se dedicó a viajar por el mundo buscando el conocimiento de religiones místicas, magia y sexo.
Fundó su propia religión, llamada Thelema, cuyo principio era “haz tu voluntad”, o sea, haz lo que tú quieras. Crowley se consideraba un profeta de esta religión y estaba convencido de que una persona no puede dejar de hacer lo que es importante para ella.
Combinaba sexo y magia en sus cultos en lo que llamaba “magia sexual”. Según esta idea, concentrarse en lo que uno quiere durante el orgasmo ayudaría a conseguirlo. Es decir, se trata de usar el sexo y el orgasmo como un catalizador de energías. Este mago del sexo llegó a decir que meditaba mientras hacía sexo oral en una mujer.
Crowley creía también que cada persona tiene una “Voluntad Verdadera”, y que para descubrirla debían liberarse de la mente consciente las restricciones dadas a las expresiones sexuales.
En 1920 fundó la Abadía de Thelema en Sicilia, que se convirtió en una central de experimentación de magia sexual, durante 3 años, hasta que Mussolini lo expulsó de Italia.
En sus ensayos “Sobre la libertad sexual” afirmaba que en esa Abadía el sexo era estudiado científicamente, ya que todas las pasiones eran permitidas mientras no dañaran a otros, y que esa libertad, lejos de fomentar la lujuria, destruiría la obsesión sexual. Así, consideraba el sexo como la canción sagrada del alma y, por tanto, la naturaleza sexual del hombre sería la expresión más intensa de sí mismo.
Las ideas de Crowley se adelantaron al movimiento hippie, en cuanto a la libertad sexual, y otros aspectos similares.
Sólo posteriormente se convirtió en una figura cultural importante y sus libros comenzaron a reeditarse. Crowley escribió decenas de textos, no sólo sobre magia sexual, sino también yoga, filosofía, poesía… Sus poemas pueden ser considerados pornográficos y, sin duda, fueron escandalosos en aquella época, ya que hablan sobre temas tan abyectos como pedofilia, necrofilia, o bestialismo. Uno de sus poemarios “Máculas blancas” hace referencia al esperma.
“El libro de la ley” (1904), es el texto sagrado principal de Thelema, donde se incluyen dos enseñanzas fundamentales: “Hacer tu voluntad será el todo de la ley” y “Amor es la ley, amor bajo voluntad”.
Reportaje de la BBC sobre Aleister Crowley
Famosos escritores, músicos, directores de cine, etc. siguen sus enseñanzas hasta hoy, e incluso existen multitud de alusiones a Crowley en la cultura popular (como sucede en alguna canción de Los Beatles, David Bowie, Iron Maiden o Led Zepellin, por ejemplo).
En nuestra cultura occidental, tal vez todo esto de la magia sexual nos pueda parecer muy extraño. Sin embargo, proviene de las ideas de Oriente sobre energías que envuelven al Tantra. Aleister Crowley, al fin y al cabo, fue uno de los principales divulgadores de la magia sexual contemporánea occidental, pero, sobre todo, fue un rebelde que luchó contra la represión sexual de su tiempo.
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