Me estaré haciendo mayor, que por otra parte es lógico y bueno, pero quiero decir que, será por eso, que cada vez con más frecuencia me descubro contando batallitas. Y con ello me refiero a todas esas experiencias, o anécdotas que he tenido a lo largo de mi vida, abundando sobre todo en las aventuras sexuales, claro. La mayoría de las veces aburro a mis amigas recordándolas y ellas acaban recitando de memoria los finales. Otras, es a Pablo a quien aturdo con los nombres de mis líos y los grados de satisfacción que me produjeron cada uno de ellos. Y la conclusión más interesante a la que llego después de oírme en miles y miles de ocasiones, aparte de tener claro que hasta el día de hoy he sido muy libre y muy dueña de mis actos, es que lo peor siempre ha sido haber tenido una alta expectativa con los lugares en los que he follado. Y casi siempre es por culpa de esas películas que nos han mostrado a cientos de parejas echando unos polvos fabulosos en sitios muy complicados o incómodos para el resto de los mortales.
Cierto es, que la mayoría son lugares comunes para todos, y aceptados en cualquier género cinematográfico. Y no hablo de la cama, la ducha, los baños de una discoteca o el suelo del salón, que doy por hecho que junto al sofá y al coche, son los grandes clásicos. Quiero señalar más bien esos otros espacios menos habituales en los que si tú no has tenido sexo, y mi reflexión engloba cualquier práctica sexual, no exclusivamente penetración, habrá sido por vergüenza, o porque la ocasión no te ha pillado con las suficientes ganas como para ponerte a ello, pero estoy segura de que habrás oído comentar sobre ellos a alguien cercano o, quizás, los tendrás entre tus fantasías secretas. Con todo, no pretendo decir que esos sitios sean todos malos, ni todos buenos, sino solamente que podemos encontrar una ingente variedad de lugares en los que cada uno decidirá si le va bien o no follar.
Entre mis favoritos, y donde además los polvazos salieron bien, sin ningún tipo de contusión ni estrago reseñable están las escaleras de los edificios, que he utilizado cuando las prisas no me han dejado llegar al piso en el que pensaba consumar, o simplemente por diversión. También me ha gustado mucho siempre hacerlo en la playa de noche, sobre la arena, aunque se te meta por todas partes, o en el suelo de una azotea que fuera de las más altas de la zona, eso sí. Debe ser que me pone mucho hacerlo al raso.
Sin embargo hay muchos otros sitios en los que nunca he entendido que haya gente que quiera tocarse, tales como el vagón del tren del terror o el de una noria. Ni tanto movimiento ni tanta altura es buena para mi libido, y lo digo después de haberlo intentado. Pero puede que mi peor experiencia tuviera que ver con la idea de aquel novio gótico que tuve de jovencita que se empeñó en llevarme al cementerio de su pueblo a hacerlo. Tuve que fingir y tener mi orgasmo rápidamente porque ni mi miedo a lo sobrenatural me dejaba excitarme, ni mi juventud sincerarme. Aunque mi mayor fiasco fue un verano en el que con toda mi pasión y mi arrebato intenté hacer un numerito de película de James Bond follando en una hamaca de tela cogida entre dos árboles en el jardín de un amigo. Ahí fue donde descubrí que la realidad siempre supera a la ficción aunque aquella vez fuera para terminar con un dedo de la mano derecha roto por la caída en plena acción.
En fin, una cosa me queda bien clara y es que para montarse una buena película tampoco es necesario arriesgar mucho.
4 comments
Buenos sitios elegiste para ese sexo al aire libre, excepto como bien dices el del cementerio. Creo que a mí me pasaría lo mismo.
Lo bueno de estos lugares que mencionas, es que se juega con ese sentimiento un poco morboso mezclando la subida de adrenalina por aquello del miedo a que te vean.
De acuerdo completamente con lo de la playa. Pero a mí me encanta, eso sí, procuro llevar algún pareo para evitar luchar contra la arena de la playa. Y después un baño en el mar!. Así es como más me gusta!
Pero es mi humilde opinión.
Gracias por compartir! Saludos!!!!
Querida Carla,
Los sitios son un aliciente más para, como tú bien dices, alimentar ese morbo y excitación. Lo que también tenemos que tener claro es que lo que nos muestran las películas, sobre todo las pornográficas, es solo eso… ¡películas!
Bien dicho. Lo que ocurre es que últimamente las escenas de todo tipo de ese cine, son para muchos una referencia de lo que desean realizar sexualmente. Sin darse cuenta qué es ficción. O dicho de otra manera. Desean emular el papel de actores en la vida real.
Estas películas pueden ser hasta divertidas si se ven en pareja. Pero lo malo es cuando un hombre es adicto a la pornografía y considera que el mundo real también puede ser así.
En fin, no seré yo quien condene ni mucho menos este tipo de cine, a pesar de que no me gusta. Pero hay que tener un poco los pies en el suelo.
Saludos y buen fin de semana!!!
Exactamente. Por eso es imprescindible fomentar la educación sexual. Gracias ¡always!