Dar un paseo imaginario por diferentes épocas y civilizaciones, supone caminar por concepciones de la sexualidad, y prácticas sexuales, muy diversas. A lo largo de los siglos, las normas sociales han estado influenciadas principalmente por creencias religiosas cuyas restricciones sobre la sexualidad han marcado las actitudes hacia ésta. Además de la religión, otros factores de tipo económico, político, cultural, ideológico, etc. han sido determinantes en el comportamiento sexual humano de distintas sociedades. Para entender mejor esto, os invito a hacer un recorrido por la historia y conocer cómo eran las relaciones sexuales en cada época.
Comenzaremos este sugerente paseo en la Prehistoria, donde parece que el sentido de la sexualidad giraba en torno a la fecundidad y la reproducción. Así lo demuestran algunos objetos hallados como penes y vulvas tallados en piedra. También algunas pinturas rupestres podrían ser muestra de este arte erótico, con el que se exaltaba la fertilidad de la mujer y la virilidad del varón. No parece que hubiera normas sobre las relaciones sexuales entre hombres y mujeres, aunque la promiscuidad no era algo habitual. En este sentido, la monogamia pudo ser, en un primer momento, un instinto natural, y más adelante cuando surge la agricultura y la ganadería, una forma de proteger el patrimonio familiar.
Hacer una parada en el Antiguo Egipto es obligatorio por las muchas particularidades que esta civilización presentaba en lo referente a lo sexual. Así, se habla de que para los egipcios, la sexualidad era permisiva e igualitaria, es decir, existía bastante libertad sexual, ya que incluso se permitía el incesto (principalmente el matrimonio entre hermanos), aunque se regían por el concepto de monogamia dentro del matrimonio. De este modo, se conservan papiros y estatuas que muestran la importancia que se le daba a la práctica sexual, al coito, y a los genitales como símbolo de fecundidad y virilidad. Algunas de esas representaciones sexuales servían de amuletos, acompañando a los muertos en sus tumbas, ya que se creía que disfrutarían del placer sexual en otra vida. Como curiosidad, parece que los faraones se masturbaban a orillas del río Nilo para tornar fecundas, con su semen, las aguas que regaban aquellas tierras. Además, existen evidencias de que usaban protectores para el pene, aunque no se sabe si eran para el acto sexual o con qué fin.
Otro alto en el camino nos lleva hasta la Grecia Clásica, caracterizada por la importancia que se le daba al hecho de desarrollar una sexualidad plena. De este modo, la educación sexual era abierta (se educaba a los niños en el conocimiento de las funciones sexuales), y se exaltaba el erotismo. Como se refleja en la mitología griega, eran comunes las infidelidades, las orgías y las relaciones homosexuales. La forma más habitual de relación homosexual se daba entre un hombre adulto y un chico adolescente, lo que poseía un valor educativo y de formación moral idealizado por los griegos. Sin embargo, en este tipo de relaciones la penetración anal no era aceptada por las normas sociales, lo más común era la masturbación mutua. Curiosamente los penes pequeños y firmes eran admirados, mientras que los grandes resultaban poco estéticos. Los hombres griegos buscaban el placer con las prostitutas o en relaciones homosexuales. Mientras a las mujeres se les negaba cualquier tipo de placer, siendo recluidas al papel de la reproducción y las tareas domésticas. Además, la virginidad era vista como un tesoro y se le ofrecía culto.
No podemos dejar de pararnos tampoco en Roma. Durante la primera etapa del Imperio Romano, religión y familia (dentro del modelo patriarcal) ocupaban un lugar importante en la sociedad. Con la llegada de las guerras y la extensión del Imperio, se hizo más común la búsqueda del placer sexual fuera del matrimonio. En la decadencia del Imperio Romano se origina un caos familiar, proliferan los prostíbulos y el adulterio se torna habitual. La sociedad se vuelve promiscua y liberal, sin embargo, no dejaba de ser machista, siendo el placer permitido únicamente a los hombres y algunas mujeres privilegiadas. Como curiosidades destacar que usaban amuletos con forma de genitales masculinos y además, parece que fueron los romanos los primeros en usar condones, hechos con tripas de animales, para protegerse durante las relaciones sexuales.
El mundo grecorromano, en general, se destaca por una explosión de objetos cotidianos decorados con representaciones eróticas.
La última parada en este primer paseo por la historia de la sexualidad nos lleva hasta la Cultura Judeo-Cristiana, marcada por las dos religiones que más han influenciado nuestra visión de la sexualidad, al relacionarla con el pecado y la procreación, y aceptándola únicamente dentro del matrimonio. La religión judía fue de las primeras en reprimir la sexualidad, principalmente de las mujeres, siendo consideradas simples objetos de procreación. Los motivos de esa enorme represión sexual por parte de esta cultura tienen quizá su base en la necesidad de diferenciar al pueblo de Israel de otros pueblos próximos que poseían una gran multitud de dioses altamente sexuados. Además, por ser un pueblo guerrero con un alto índice de mortalidad, era importante aumentar el índice de natalidad, siendo necesario para ello unir la sexualidad con la reproducción. De manera que la anticoncepción, la masturbación y la homosexualidad estaban mal vistos. Incluso las mujeres eran consideradas impuras durante y después de la manstruación, por lo que debían someterse a un ritual de purificación durante esos días. Por su parte, la llegada del Cristianismo no mudó mucho esa represión sexual. Quizá la influencia más importante de esta cultura fue que introdujo el concepto de la sexualidad como algo impuro.
Entra ahora a nuestra tienda y obtén un descuento del 5% en tu compra, usando el código EA5