Yo cargo con casi de todo en mi bolso de mano diario, como la mayoría de las mujeres que conozco. Sin embargo, creo que es el neceser de maquillaje lo que llevo a punto de explotar. Porque, además de tener en él un buen surtido de útiles para retoques rápidos, siempre me gusta llevar algún juguetito extra por si surgiera la ocasión, darme también otro tipo de toques rápidos más placenteros. Por eso tengo hace mucho un mini vibrador estupendo que simula ser un lápiz de labios y unas bolas chinas muy discretas, y desde hace muy poco tiempo un gloss muy especial que adquirí recientemente y que ya he tenido ocasión de estrenar.
Estoy intentando cambiar de trabajo y mejorar mi vida profesional, así que me había decidido a pasar a dejar unos currículos por varios sitios. Uno de estos negocios era la empresa de un antiguo compañero de la universidad. Aunque habíamos contactado por Facebook y había visto ya algunas fotos suyas donde se veía muy cambiado, no fui consciente del sorprendente y maravilloso cambio que había sufrido hasta que lo tuve delante y bien cerca. O quizás fuera aquel traje de chaqueta gris. La cuestión es que, como me ha sucedió en alguna que otra ocasión, después de un café y de cruzar unas pocas palabras sobre el tiempo pasado, sin saber cómo ni por qué, nos encontramos de repente besándonos en su despacho. En cuanto empezó a meterme mano por debajo de mi jersey atacando mis pechos, sus enormes ganas chocaron contra mi falda y no pude pensar en otra cosa que en llevarme a la boca aquel sexo deseoso de liberarse de su pantalón. Inmediatamente recordé que acababa de comprarme mi gloss especial y quise probarlo. Estos brillos de labios con efecto calor y frío son fabulosos para dar sensaciones deliciosas en el momento del sexo oral. Aunque también lo puedes aplicar en los pezones para que te los chupen como si fueras el último caramelo del mundo. A mi me gustan más que los geles de frío o calor, ya que estos últimos pueden hacer que todo lo que tocas se te escurra de las manos si te pasas de dosis y resultar muy resbaladizo. El brillo es más cómodo sobre todo cuando no dispones de mucho tiempo, y mucho más práctico de llevar encima. Y como no me parecía que fuera el mejor momento para deleitarse con extensas prácticas sexuales decidí que aquel estimulante rápido sería perfecto. Cuando mi amigo vio que me desenganchaba de sus brazos para trastear en mi bolso, pensó que se había roto la magia entre nosotros y empezó a maldecir y a preguntar qué había pasado. Al ver que me pintaba los labios con toda la calma del mundo se quedó desconcertado por completo. Acto seguido, le enseñé el preservativo que también llevaba en el bolso, esbocé la mejor de mis sonrisas, y volví hacia él rápidamente para, mientras le desataba el cinturón y le soltaba los botones de la bragueta, irle explicando cuántas buenas sensaciones iba a darle mi nuevo brillo de labios.
Tengo claro que lo disfrutó muchísimo porque después de aquella mañana quiso darme el trabajo. Pero no es así como yo me muevo en el mundo laboral, así que rechacé amablemente su oferta, asegurándole por otra parte, que pasaría a tomarme otro café en su despacho en cualquier otro momento. Al fin y al cabo mi juguetería erótica favorita está en su misma calle y aún me quedan muchas cosas que echarme al bolso.
* Ilustración de Francisco Asencio
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