Hace unos años cuando comenzó a hablarse de transexualidad, se pensó que éste era un concepto relacionado con adultos que a una edad avanzada se daban cuenta de que no se sentían identificados con el género que se les había asignado al nacer. Sin embargo, recientemente, se empieza a hablar de transexualidad en la infancia como si fuera otro tipo de transexualidad, cuando en realidad se trata básicamente de lo mismo.
Sucede que, en el pasado, el sexo era un tabú absoluto, no se hablaba de ese tipo de cosas, no existía la sexología como ciencia ni se investigaba al respecto. Cuando un bebé nacía se le atribuía un género conforme a sus genitales y se le educaba de acuerdo con eso. Así, cuando éste iba creciendo, si manifestaba alguna conducta fuera de su rol de género, se reprimía y se le castigaba (a menudo duramente) por lo que el menor no tenía más remedio que subsistir, de acuerdo con su género, independientemente de que se sintiera diferente, lo sufriera en soledad o deseara morirse por no poder vivir una vida digna siendo quien verdaderamente sentía ser.
De esta forma, bastantes personas terminaban suicidándose o viviendo muchos años infelices dentro de los roles que se esperaba de ellas. En algunos casos, ya de adultas, cuando no aguantaban más, tomaban el valor suficiente para revelarse al mundo y mostrarse tal y como eran. Entonces, se las veía como bichos raros incomprendidos y se las tildaba de hombre disfrazados de mujer, o de mujeres masculinas.
Afortunadamente, en nuestra cultura vamos evolucionando y cada vez más la transexualidad se va dejando ver, de manera natural, en el momento en que se desarrolla la identidad de género, con pocos años de vida (entre los 2 y los 5 años). En ese momento, si tienen suerte y sus padres se muestran abiertos a entenderlos todo es mucho más sencillo.
Son muchas las señales las que pueden indicar a los padres que su hijo o hija no se siente identificado con el género asignado. A menudo, con una edad muy temprana el menor ya comienza a manifestar fuertes deseos por determinadas ropas y juguetes que no se asocian con el género asignado. Puede hacer frecuentes preguntas sobre sus genitales, insistir en si al crecer su pene se convertirá en una vulva o al revés, reafirmarse constantemente en que no es niño sino niña o al contrario, pedir que le llamen por otro nombre, etc.
Aunque el apoyo de la familia es fundamental en principio, también el apoyo social (amistades, compañeros de colegio, profesores…) será de gran ayuda en adelante. Además, si las Instituciones apoyan a estos infantes y les facilitan, a nivel legal y cotidiano, que puedan llevar una vida ajustada a su identidad, con acceso a educación y salud (tratamientos hormonales), siendo llamados por su nombre, estando protegidos contra el bullying, etc., por supuesto llegarán a ser personas integradas y felices.
Cualquier persona que se plantee ser padre o madre, debería saber que el bebé que tendrá en sus brazos un día irá creciendo y necesitará decir al mundo quién es, si se siente hombre o mujer, o los dos, o ninguno. Y esta personita necesitará el apoyo y comprensión de sus padres para poder hacer esto. Cuanto más se respete la identidad del pequeño mejor será para todos, menos dramas, menos sufrimiento innecesario y menos autorechazo.
En el proceso de crecimiento y desarrollo de la identidad, es de vital importancia que enseñemos a nuestros infantes a amar sus cuerpos tal como son. Hay que dejar de decirles que todos los niños tienen pene y todas las niñas vulva, porque en algunas ocasiones esto no es así y cuando éstos van creciendo, terminan mostrando un profundo rechazo a sus genitales. Aún más, hay que explicárselo a todos los niños y niñas para que nunca rechacen a otros por no ser como ellos.
El concepto sexo/género es mucho más diverso de lo que el sistema binario (varón/mujer) nos impone. Es necesario que abramos los ojos a la diversidad porque no todo es blanco o negro. Existen culturas donde se habla de un tercer género, o de un género neutro, por ejemplo.
En nuestra cultura estamos obsesionados con etiquetarlo todo, con hablar de «normalidad», con no querer sentirnos diferentes, y rechazamos lo que no se ajusta a unos patrones establecidos en un pasado remoto (cuando no se sabía todo lo que sabemos hoy en día). Si lo pensamos bien, veremos que es absurdo.
Dejemos a las personas ser… pero desde el inicio de sus vidas, y evitaremos el sufrimiento. En eso consiste aceptar la diversidad.
«Vestido nuevo»
Cortometraje de Sergi Pérez