La correcto sería preguntar… ¿tiene el hentai las mismas características que la pornografía?
Como todos bien sabréis a estas alturas, cuando hablamos de hentai, hablamos de la pornografía animada estilo manga, inicialmente procedente de Japón. Y que, como el mismo manga, ha ganado velozmente una alta popularización en esta última década.
Como bien estamos definiendo, el hentai es pornografía en la más estricta de las definiciones, pues se basa en el contenido sexual y erótico explicito con intenciones de excitar al lector. Pero, ¿tiene las mismas características que la pornografía? Pues bien, lejos de entrar en la improductiva discusión sobre si un dibujo en 2D puede tener el mismo peso que la imagen real de una persona, (cuya discusión no tiene sentido porque como hoy en día ya bien sabemos la excitación y el deseo se inician en el cerebro y cualquier medio cuya intención sea excitarte, y lo consiga, se merece tener el mismo peso, ya sea lectura, dibujo o fotografía), la mayor diferencia se encuentra en su medio de producción.
Sin ir más lejos y recordando anteriores artículos, debemos señalar que la pornografía general que todos asociamos a su nombre, no es solo un elemento que existe ahí, sin más, desafiando las opiniones u otorgando disfrute. Esa pornografía, ya sea vídeo, fotografía o película, es el resultado de toda una industria cinematográfica atada y constreñida por el eterno mantra capitalista, oferta-demanda.
Me explico; la pornografía a la que solemos hacer mención no tiene como primer objetivo excitar, sino, generar beneficios.
Ganar dinero.
Por lo que, detrás de cada imagen y cada fotograma, hay una industria consistente en actores, guionistas, productores, iluminadores, maquilladores, etc., que están trabajando para ganar su jornada.
¿Y cuál es la mejor forma de ganar beneficios? Pues tal y como hemos podido comprobar con las polémicas de Netflix, Marvel y otras empresas cinematográficas hollywoodienses, la forma más fácil y segura de generar beneficios es darle al público lo que el público desea. Y el resultado final acaba siendo la producción en masa de un gran número de películas que repiten las mismas pautas una y otra vez, cambiando poco más que los escenarios y el escaso atuendo.
Las películas le dan a la gente lo que desea y la gente desea lo que ve en el las películas. Motivo por el cual, sin una educación sexual de por medio, dentro de una sociedad que se educa mirando una pantalla, ésta acaba teniendo la misma educación sexual que se tenía hace 70 años.
¿Y qué tiene que ver esto con el hentai? ¿Será acaso que el hentai no cumple con este círculo tóxico? Por supuesto que lo cumple, y en el mejor de los casos, gracias a la globalización de internet, cumple las expectativas sexuales de quien lo ve en cualquier parte del mundo.
Este mismo efecto, gracias a dicha globalización, podemos encontrarlo en la pornografía convencional. Lo que nos permite estudiar las diferencias y similitudes entre las expectativas y valores sexuales de cada uno de los países consumistas de pornografía.
Entonces, ¿qué tiene de diferente el hentai con la pornografía convencional? Pues un medio de producción de bajo coste. Esto significa que, aunque existe una industria del hentai que busca ganar dinero y que por lo tanto recurre a satisfacer las expectativas sexuales de sus lectores, es un medio de producción barato (papel, lápiz e imaginación) que permite la aparición de artistas individuales y posibilita la aparición de erotismo y sexualidades completamente ajenas a cualquier normalización, que solo responden a los deseos y a la imaginación del propio artista.
Esta dinámica ha ayudado a conectar a los artistas con el público para dar visibilidad a nuevos fetiches y gustos erótico-sexuales completamente ajenos a la sexualización estandarizada de la pornografía estándar.
Que estos nuevos gustos visibilizados sean mejor o peor ya es opinión de cada uno.
Uno de los mejores ejemplos lo podemos encontrar en una de las últimas modas del hentai protagonizadas por personajes de carácter transexual. Algo que hasta ahora era prácticamente un tabú y que solo era utilizado dentro de la pornografía de forma morbosa debido precisamente a su poca representación y a la ignorancia del público al que va dirigido.
Obviamente, ver el hentai como un medio de visibilización es pecar de ser demasiado optimista. Pues en este medio, la aculturación y la globalización también hace mella y encontramos, en grandes cantidades, todo tipo de estereotipos de género y otros temas sumamente criticables. Pero donde otros ven en el hentai «esos dibujos donde aparecen todo tipo de aberraciones sexuales dibujadas», yo veo una oportunidad por la gran representación de sexualidades fuera de la normativa (motivo por el cual es criticado) y las personas con un gusto un poco más abierto, fuera de la normativo, pueden encontrar la narrativa erótica que jamás encontrarían dentro de los estándares heteronormativos de la pornografía actual.
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