¿Alguna vez te has preguntado qué sucede en tu cuerpo durante el sexo? Seguramente ya has percibido que se producen algunos cambios, pero sin duda te sorprenderá descubrir hasta qué punto.
Más allá de la lubricación vaginal, la erección del clítoris y el pene o la eyaculación, en el cuerpo humano se suceden una serie de respuestas bastante complejas en las que interviene prácticamente todo nuestro organismo.
Vamos a ver cada uno de estos cambios fisiológicos (principalmente respiratorios, cardiacos y musculares) que acontecen durante la actividad sexual:
Respiración
Con la excitación erótica se altera el modo como respiramos, este es uno de los cambios más evidentes (que seguramente ya has notado alguna vez). Nuestra respiración se hace más profunda y rápida, lo que se conoce como una hiperventilación pulmonar.
Ese aumento en la frecuencia de la respiración es aún más intenso durante el orgasmo, de manera que ésta comienza a hacerse entrecortada, con suspiros prologados, seguida de una profunda espiración.
Pulso
El aumento de la frecuencia del pulso es otro de los cambios más fácilmente perceptibles. Así mientras, por lo general, en estado de reposo tenemos unas 70 pulsaciones por minuto, durante el orgasmo podemos llegar a las 150 (equiparable a las pulsaciones de un atleta en su máximo esfuerzo).
Presión sanguínea
Durante la actividad sexual hay un aumento acentuado de la presión sanguínea, tanto de la máxima como de la mínima, aunque existe una gran variabilidad entre las personas.
Circulación sanguínea
No sólo se produce una gran afluencia de sangre en los genitales, sino que la circulación de la sangre aumenta también en las regiones periféricas del cuerpo.
Temperatura
Se produce además un aumento de la temperatura local y como consecuencia nuestro organismo lo regula haciéndonos sudar (esto, por supuesto, depende mucho del nivel de esfuerzo que realicemos durante la actividad sexual).
Vasodilatación periférica
Con la actividad sexual se estimula nuestro sistema parasimpático, lo que da lugar a una dilatación de los capilares sanguíneos periféricos. ¿Cuál es el resultado de esto? Pues que pueden salirnos coloretes (conocido como rubor sexual), o sea, enrojecimiento del rostro e incluso cuello y pecho.
Turgencia
No sólo los órganos eréctiles (como el clítoris y el pene) se hinchan, sino también tejidos limítrofes (como labios menores, región anal…) y más aún regiones lejanas (como orejas, aletas nasales, pezones…).
Tensión muscular
Durante la actividad sexual nuestros músculos se ponen en tensión, así al producirse el orgasmo, se suceden una serie de contracciones rítmicas y simultáneas (del útero, plataforma orgásmica y esfínter rectal, en la mujer, o del pene, próstata y esfínter, en el hombre) que dan lugar a una posterior relajación muscular.
Hormonas
A nivel hormonal es una revolución. Por ejemplo, el simple contacto físico libera oxitocina (también conocida como “hormona del amor”). Con la excitación se liberan endorfinas lo que nos induce una sensación de placer y euforia (alcanzando su nivel máximo durante el orgasmo). Después del orgasmo hay una masiva secreción de endorfinas al cerebro, que inducen a la relajación (es por eso que nos da sueño).
Además de todo lo que hemos visto, hay varianzas en la tipología de las ondas cerebrales, especialmente durante el orgasmo lo que demuestra la importancia del factor mental en la actividad sexual, es decir, que no todo son cambios fisiológicos, sino que existe una respuesta emocional particular en cada persona.
Finalmente una curiosidad, y es que todos estos cambios requieren apenas de unos 5 minutos para volver a la normalidad.
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