Entrando en el mundo de las fantasías

¿Sabemos qué son las fantasías eróticas? ¿Es bueno tenerlas? ¿Debemos llevarlas a cabo? La sexóloga Gret de Lou nos explica cómo la imaginación nos puede llegar a erotizar.

Jean-Yves Desjardins y Claude Crépault definen la imaginación erótica como la facultad del ser humano de autoerotizarse mentalmente mediante la creación de fantasías, las cuales emergen de un deseo o permiten la formación del mismo. Las fantasías surgen de pensamientos e imágenes que forman parte de un proceso mental que nos lleva a percibir sensaciones físicas que llegan a ser vividas como placenteras.  Aunque las sensaciones pueden presentarse desde la imaginación, también pueden surgir al ver una película, leer literatura erótica, al escuchar una voz que nos parezca sensual o incluso al oír los gemidos que produce alguien que está disfrutando.

Las fantasías pueden surgir en nuestra mente espontáneamente.

Podemos dividir las fantasías en dos grupos:

  • Aquellas que surgen espontáneamente, es decir de forma involuntaria e inconsciente.
  • Las fantasías voluntarias, las que se producen de manera consciente y decidimos reproducirlas porque nos erotizan.

Pero a pesar de lo que las fantasías representan ¿por qué en lugar de disfrutarlas hay veces que nos hacen sentir culpables? Pues porque nos enfrentamos al pensamiento racional crítico y cultural, que asocia o da connotaciones positivas o negativas a determinadas fantasías.

Si una mujer fantasea con «un príncipe azul, una vida de princesa, un castillo, un caballero que la conquista con una rosa y la lleva hacia el horizonte en su caballo blanco» sueña con la idealización de lo socialmente aceptado, con lo que nos han enseñado.  Sin embargo, si su fantasía emergente es una en la que un hombre llega, «tomándola bruscamente de los brazos forcejeando con ella, le desgarra la ropa besándola apasionadamente y diciéndole palabras sucias recreando una escena de dominación y sumisión«, quizá esa mujer catalogaría su fantasía de negativa, puesto que pensaría que su deseo es el estar en una relación de violencia.

O qué pasa con un hombre al que le excita imaginar ver a una mujer vestida de cuero, con tacones y una fusta, ¿sentirá temor de creer que ha perdido su masculinidad?  O ¿por qué para los hombres podría resultar «normal» fantasear con una orgía en un jacuzzi o estar rodeado de varias mujeres y si una mujer se excita con la misma fantasía se puede autodescalificar?

Resulta fundamental desculpabilizar las fantasías, deslindando lo imaginario de lo real.  Nuestra imaginación no tiene límites y en la realidad habrá cosas que queramos probar y otras que preferimos no llevar a cabo, pero que de igual forma, en nuestro imaginario, nos erotizan.

Nuestras fantasías

Algunas fantasías proceden de recuerdos y vivencias que sublimamos en nuestra imaginación.

Las fantasías son una gran fuente de autoconocimiento.  Nos ayudan a saber qué es lo que más nos gusta y nos estimula, nos hablan mucho de nosotros mismos y para ello debemos percibirlas como algo positivo, como algo que nos enseña una parte inconsciente de nosotros mismos y que contribuye a nuestro placer, a vivir las emociones de una forma distinta, a jugar y a seguir creando con nuestra imaginación que, como ya hemos dicho, es infinita.  De esta forma nuestra vida erótica y sexual es inagotable.

Las fantasías pueden ser desarrolladas también a partir de algún acontecimiento vivido, de los recuerdos.  Lo seres humanos remodelamos nuestros propios recuerdos, la mente es capaz de sublimarlos, minimizarlos y exagerarlos, movidos por las emociones que estemos viviendo en el momento. De tal forma que, a partir de un acontecimiento real que nos haya brindado mucho placer, o un fragmento de esa vivencia, somos capaces de crear una historia más allá y traer ese recuerdo al momento de una masturbación.

Podemos clasificar las fantasías entre las que deseamos hacer realidad y las que no.  Entre estas segundas podemos encontrar las que van en contra del sistema de valores de algunas personas por lo que no considera conveniente llevarlas a cabo.  Existen también fantasías que no pueden realizarse, como pudiera ser el caso de estar con alguien famoso o con alguien que ya ha dejado la vida terrenal.  Aunque no puedan llevarse a cabo, para el que las imagina pueden resultar altamente erotizantes.

Las fantasías pueden tener elementos sexuales explícitos, genitales o relaciones sexuales, sin embargo existen otras dentro de los fetichismos, como tener fantasías con alguien con tacones de aguja, con cadenas o con cuerdas, por ejemplo, que producen excitación o ayudan a erotizarnos y que no tienen un contenido sexual explícito.  En una fantasía no siempre se es protagonista, también el soñador puede encontrarse dentro de un escenario como un mero espectador observando la escena.

Las fantasías no tienen por qué ir siempre vinculadas a los genitales. Se pueden percibir como una emoción o energía.

El placer que se percibe no solamente está enfocado en los genitales.  Una fantasía puede provocar una sensación agradable y estimulante en todo el cuerpo, se puede percibir como una emoción, una sensación de excitación y energía que recorre todo el cuerpo, no necesariamente con descarga orgásmica, pero sí hay quienes consiguen orgasmar solamente con una fantasía o incluso sin el roce de los genitales.

Como hemos mencionado al inicio del artículo, las fantasías no solamente son visuales o imaginativas, puede ser que un olor nos remonte al recuerdo de una persona y ese mismo olor nos genere esa sensación de placer y excitación corporal, o incluso esta sensación nos la evoque algún tipo de voz, un sonido, hasta alguna canción.

Fantasías temporales como proyección de las emociones

Nuestra psique es muy poderosa, hay momentos en la vida en los que necesitamos expresar situaciones que emocionalmente vivimos y quedan reprimidos pudiendo llegar a aparecer deseos y fantasías que en otros momentos de la vida no se habrían presentado.  Al estar viviendo una situación de miedo, tristeza, rabia o contención, estas fantasías pueden llegar a tener una apariencia erótica, como puede ser fantasear con la dominación de alguien, realizar juegos eróticos de dominación y sumisión o algún otro tipo de juego de rol con el cual es posible desahogarnos y, si se pueden llevar a cabo, equilibrar nuestras emociones. Otras veces basta con fantasear con ese tipo de juegos, leer algo de literatura erótica y dejarnos transportar a las imágenes que se desean reproducir.

Puede suceder que estas emociones, actitudes y comportamientos que se presentan, ideológicamente o socialmente pudieran no estar aceptadas, lo que podría desencadenar angustia por presentarlos.  Si somos capaces de conocernos y saber que esto es normal, seríamos capaces de liberarnos de culpas.  Si no pudiésemos canalizarlos debemos contar con los profesionales en sexología que nos ayudarán a expresarlo y regularlo.

De la fantasía a la realidad

El paso de fantasía a realidad es lo que más nos cuesta por nuestras creencias y tabúes.

Quizá este sea el paso que nos causa más miedo por el riesgo que supone liberar la mente y dejar correr esas fantasías que creemos pudieran llegar a convertirse en lo que tememos o deseamos y que nos puedan afectar en la vida cotidiana.

¿Os habéis dado cuenta cómo, según crecemos los adultos, vamos perdiendo la capacidad de jugar? Cuando una fantasía no afecta a terceras personas, cuando encontramos una pareja de juego a la que le gusta compartir las mismas fantasías y hacerlas realidad cómodamente, ¿por qué no llevarlas a cabo? A veces coincidimos con personas que desean lo mismo que nosotros y ese juego se convierte en algo maravilloso.  Hay también infinitas historias que podemos experimentar en soledad o encontrar compañeros/as de juego puntuales (mientras el juego no haga daño a nadie, ni estemos forzando al otro/a a llevarlo a cabo), que es como cuando de niños encontramos alguien con quien compartir el juego y en otras ocasiones jugamos solos. La imaginación de los niños no tiene límites, y sus fantasías los hacen disfrutar y jugar en todos los mundos que pueden imaginar, así que ¡vuelve a sentirte como cuando eras un niño, crea, descubre y diviértete!

Las fantasías son muy importantes en el descubrimiento de la vida erótica y en la formación de la identidad de un adolescente, así como en la vida adulta y en la búsqueda de la futura identidad.  Los deseos son cambiantes y a veces pueden gustarnos unas cosas y después otras, es por eso que las fantasías pueden reflejar deseos no satisfechos en algún ámbito de nuestra vida.

Cuando las fantasías no pueden llevarse a la realidad

Como hemos explicado hay fantasías que, por determinados motivos, no pueden llevarse a cabo.  Entonces ¿cómo podemos ponerlas en orden? Pues contando con los sexólogos/as, profesionales enfocados a contribuir en la salud integral, física, emocional y psicosexual, que ayudan a las personas a canalizar todas estas fantasías irrealizables.

Todos, en mayor o menor medida, fantaseamos con algún tipo de fetichismo o exhibicionismo.

Puede suceder que no exista conciencia entre los planos de fantasía y realidad, que el individuo deje de disfrutar y que únicamente se excite con un tipo de situaciones que no son posibles.  O bien que éstas le causen una confusión entre los planos de fantasía/realidad, lo que a la larga puede llevarle a un trastorno psicotizante y causar daño tanto a otras personas como a uno mismo.  Los sexólogos contribuyen a ajustarlas a la realidad cuando se trata de fantasías eróticas incompatibles.  Hay  fantasías, como puede llegar a ser el caso de la pedofilia (atracción por menores), el sometimiento de alguien en contra de su voluntad, relaciones con animales (zoofilia) que deben ser canalizadas. Hay fantasías que llevadas a cabo pueden convertirse en violaciones de los derechos de otras personas, sometiéndoles por complacernos a algo que no les place, algo que les ocasiona dolor y que no disfrutan.  Este tipo de perversiones, si además se convierten en la única pauta de relación, también representan un problema que debe ser tratado.

Todos, en mayor o menor medida, gozamos con fantasear con algún tipo de fetichismo o exhibicionismo lo que es completamente sano, divertido y da ese sabor picante y erótico a la vida sexual. Siempre podemos dejar volar la imaginación y jugar y vivir nuestras fantasías, incluso disfrutarlas con una pareja (siempre y cuando no se imponga ese deseo al otro) o disfrutar de las fantasías unilateralmente. Crear, jugar y experimentar puede enriquecer la vida sexual individual y elevar la comunicación, compenetración y disfrute en pareja.

 

  • Todas las fotos de este artículo son propiedad de Gret de Lou.

Texto editado y corregido por Más Allá del Placer.

 

 

 

 

 

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