Aprovechar el tiempo entre un tren y otro, o entre conexiones hacia los aeropuertos, es importante. No es buena cosa perderlo tal y como andamos siempre de estresadas. Y yo he encontrado una forma interesante de hacerlo. Y, sobre todo, me he dado cuenta de que hay mucha más gente que, como yo, también buscaba rellenar esos huecos de espera, y alguno que otro más….
Que ligar es fácil cuando se tienen ganas e interés es algo que ya he comentado en más de una ocasión. Que es divertido hacerlo con desconocidos con seguridad, también, como os conté en la historia del «polvo terrorista».
Pero follar insistentemente en todos los puntos de embarque por los que pasa alguien que habitualmente tiene que viajar mucho, es aún más fácil y más divertido. Porque como todo en esta vida, cuando coges práctica en algo, encadenar situaciones de este tipo no supone ningún esfuerzo y hay mucha, mucha gente que opta por echar un buen polvo en los baños de cualquier estación. Sobre todo esos ejecutivos tan aburridos de ir de un lado para otro constantemente. Y ahí sí que las chicas encontramos buen material para escoger.
Al principio cuesta un poco más de tiempo reconocer a una buena presa: hay que tantear. No es plan de ir por ahí avasallando a nadie y terminar con una orden de alejamiento. Para esto existen los típicos trucos de hacerte la perdida, o la aburridísima mientras comes, o entrarle a alguien hablando de negocios y empresas. Pero tampoco hay que extenderse mucho, ya que no se trata de entablar amistad. Hay que atacar rapidito y con alguna insinuación para tantear la necesidad y el tiempo del que dispone nuestro objetivo y os aseguro que una buena conversación sobre sexo siempre es el gancho perfecto con el que calibrar nuestro anzuelo. Y no es necesario ser directa ni soez. Una pregunta que nunca falla es la de «perdona, pero no pretendía molestarte, ¿te incomoda hablar de sexo?». De ahí a los cuartos de baño no suele haber mucho tiempo de por medio. Y como todo el mundo está de paso, lo normal es que al terminar nadie quiera tu número de teléfono, ni saber a qué hora acaba tu jornada.
Yo tuve una etapa laboral así y os aseguro que fue muy divertida. Eso sí, aseguraos de no hacerlo con el vendedor de billetes, ni con los camareros de las áreas de restauración, ni con los chicos de la limpieza. Al fin y al cabo, aunque tú te muevas de una estación a otra, en muchas repites y muchos permanecen, y tampoco es plan de que te terminen confundiendo con una profesional. Nuestro único interés debe ser exclusivamente divertirnos mientras esperamos que salga el próximo tren.
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