Yo estaba convencida de que era una persona muy escrupulosa.
Me había considerado siempre una chica que prestaba mucha atención a los detalles de higiene en general a mi alrededor. Pero ayer me he dado cuenta de que eso no es cierto. Ayer, estuve reflexionando un poco sobre este tema y en relación al sexo he visto claro que esto no es así. Y si no lo somos para el sexo, o al menos yo no lo soy en esos momentos, ¿qué sentido tiene serlo para todo lo demás? Hagamos una pequeña comparativa entre nuestra vida diaria y nuestras actitudes sexuales más habituales.
Un ejemplo lo encontramos en cuánto nos cuesta apoyarnos en el pasamanos del metro, o en la barandilla de la escalera de un sitio público. Tengo una prima muy maniática que incluso utiliza unos finos guantes blancos de algodón para estos menesteres y llega con ellos a casa tan negros que enseguida los echa a lavar. Sin embargo nunca nos paramos a pensar en eso cuando echamos la mano a un tío entre las piernas, cuando en pleno momento de pasión surge la necesidad de rebuscar entre sus atributos. Entonces no nos planteamos cuándo habrá sido la última vez que se lavó los calzoncillos o cuánto no habrá sudado ese día.
Y ¡cuánto asco nos da a veces esa persona que anda toqueteando el platito de frutos secos de aperitivo a la caza de aquellos que más le gustan con las manos sucias! Pero ¡qué poco reparo ponemos cuando tras unos besos apasionados el chico nos mete la mano, sucia o no, por las bragas y le dejamos entrar hasta el fondo!
También podemos pensar en esas otras ocasiones en las que alguien nos da a probar algo con su tenedor ya usado. Y si es una cuchara, aún peor porque estará demasiado chupada. Y en cambio, ¡qué gusto nos da chupar algo que no sabemos dónde o en quién habrá estado metida antes!
Y todavía podríamos pensar en un ejemplo más. ¿Cuánto cuidado ponemos siempre a la hora de sentarnos en la taza de cualquier váter público? Tanto mirar si está limpio o no, si está salpicado o huele y ¡qué poquita atención prestamos cuando llega el momento de saltar como panteras y sentarnos a horcajadas encima de cualquier tío al que nos ligamos una noche de copas!
Pero el arrebato emocional nos ciega. La pasión no entiende de miramientos. Y aunque en general siempre pensamos que nuestro compañero de aventuras será encantador y limpio por añadidura, la realidad es que, sobre todo si se trata de sexo ocasional, nunca sabes lo que puedes encontrarte. Y ya os conté en un post de hace unos meses lo que sufrió mi amigo Pedro por una chica poco limpia.
Así que ya no voy a volver a pensar que soy una persona escrupulosa. Aunque eso no significa que yo admita a cualquiera en mi cama. Con toda seguridad un chico bien aseado recibirá muchas más atenciones y mucho más de mi tiempo que otro que no. Y por supuesto siempre, siempre, y por delante de todo, higiene y protección contra las enfermedades de transmisión sexual.