Erótica femenina en la madurez

¿Cómo viven su sexualidad las mujeres después de la menopausia? ¿Desaparece el deseo en las mujeres mayores? Estas, y otras cuestiones, nos plantea Anna Freixas, en su nuevo libro: Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez (Capitán Swing).

Esta obra es fruto de años de trabajo y reflexión, según nos cuenta la propia autora. Se trata de una investigación que contó con la participación de 729 mujeres mayores de 50 años. Freixas se apoya en las voces diversas de esas mujeres para romper el silencio sobre un tema alrededor del que existe un enorme tabú. Por ello, el objetivo de este libro es romper ese silencio para normalizar la sexualidad en las mujeres después de la menopausia, un primer paso: atreverse a hablar, cuestionar y debatir sobre ello.

Soledad Gallego Díaz argumenta en el prólogo que lo que desaparece no es el deseo de las mujeres maduras, sino las oportunidades de llevarlo a la práctica. Sin embargo, a pesar de los tabúes, problemas e inconvenientes sociales y culturales con los que se encuentran estas mujeres, la mayoría disfruta de su sexualidad. Así, las mujeres de 70 años son más felices sexualmente que las que tenían esa edad treinta años atrás.

¿Cómo afectan las actitudes sociales a la sexualidad de estas mujeres? Por un lado, en relación con su imagen corporal, ya que los estrechos modelos de belleza estigmatizan los cuerpos que no son jóvenes. Por otro, aspectos socioculturales limitantes como la educación restrictiva y castigadora que recibieron, la idea de que el sexo requiere amor y que la falta de iniciativa es señal de feminidad.

A lo largo del texto, Freixas, deja claro que la heterogeneidad de las experiencias sexuales femeninas deriva de la diversidad de contextos personales y cambios físicos. Así, por ejemplo, en aquellas mujeres que tienen pareja, la calidad de la relación ejerce un papel clave en su sexualidad, mientras las que carecen de pareja tienen enormes dificultades para encontrar nuevas parejas.

A menudo en las mujeres maduras se produce un replanteamiento de su erotismo que abarca opciones diversas como prescindir del sexo, descubrir compañeros tiernos que exploren su cuerpo y deseos o la reorientación de sus intereses sexuales.

La autora también realiza una crítica a la falta de instalaciones sensibles, como residencias que no facilitan las relaciones afectivo-sexuales. Problema parecido al del personal médico, que se siente incómodo y falto de conocimientos acerca de la sexualidad de las personas mayores. O incluso la disposición poco favorable hacia las relaciones de sus madres, que tienen los propios hijos e hijas, lo que Freixas denomina “nuestra puritana prole”.

Capítulo especial merecen los deseos lesbianos, un tema aún más tabú en la sexualidad de las mujeres mayores. Los relatos de transición lesbiana de estas mujeres muestran que se trata de un proceso complejo y que supone una deconstrucción del modelo de heterosexualidad obligatoria en el que fueron educadas.

La salud es uno de los factores que influye en el hecho de que la erótica disminuya con la edad. Por lo general, disponer de más salud hace que las mujeres se mantengan más activas. Sin embargo, no parece que cambios físicos normales del envejecer, como sucede con la sequedad vaginal (percibido por las mujeres como un problema de fácil abordaje), sean determinantes para las relaciones sexuales. Hablar de salud supone también hablar de enfermedad, y es aquí donde Freixas denuncia la mal llamada “disfunción sexual femenina” y los intentos de la industria farmacéutica por equipararla a la disfunción eréctil de los varones mediante la búsqueda de la “viagra rosa”. Y afirma rotundamente que el deseo de las mujeres reside en la cabeza y en las emociones por lo que resulta imposible estimularlo con una píldora.

Siguiendo con el deseo sexual, Freixas insiste en que no siempre se produce un descenso de este, en algunas mujeres maduras se da un aumento y, en general, existen fluctuaciones a lo largo de los años. A menudo se producen cambios en el deseo que va de una sexualidad más genital a una sensualidad más envolvente, de manera que, más allá del coito, la ternura (caricias, besos, abrazos…) se vuelve clave para el bienestar sexual.

Tampoco puede faltar en este libro un tema tan importante como la masturbación. Freixas corrobora que numerosas mujeres mayores recurren a ella y que es una de las prácticas sexuales más persistentes y mantenidas a lo largo de los años. Y no sólo eso: más de la mitad de estas mujeres maduras utilizan o han utilizado juguetes eróticos y otros estímulos (libros, películas, etc.) tanto para su propio autoerotismo como en las relaciones sexuales. ¡Ole por ellas!

Sin duda, la sexualidad es una experiencia múltiple y compleja. Hacerla visible a través de las voces de sus propias protagonistas ha sido todo un acierto por parte de Anna Freixas. Merece la pena descubrir todo lo que este libro tiene que decirnos. Ahora le toca hablar a las futuras generaciones, y al feminismo, para construir un discurso que empodere a las mujeres maduras y proporcione modelos positivos capaces de disfrutar de su sexualidad ¡a su manera!

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