La posibilidad de mantener relaciones sexuales con un cadáver resulta totalmente escabrosa e impensable. De hecho, la necrofilia es una de las parafilias que provoca más rechazo social, junto a la pedofilia. Es difícil comprender que una persona pueda excitarse con la muerte o con la presencia de un cadáver. La visualización de la película “El cadáver de Anna Fritz” y mi pasión por la psicología y la sexualidad me han llevado a investigar más sobre este tema y quiero compartirlo con vosotros.
Actualmente, la necrofilia está recogida en el grupo de las parafilias en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Se considera parafilia cuando la forma de satisfacer el deseo sexual repercute negativamente en el propio bienestar y persiste al menos durante 6 meses, interfiriendo en el funcionamiento normal de la persona y su satisfacción sexual.
Una parafilia que puede llevar a la cárcel
La necrofilia, al ser una parafilia, no está penada legalmente, pero sí algunos de los actos que suelen acompañarla, por ejemplo la profanación de tumbas, la mutilación o incluso la retención de cadáveres. Por lo que, en muchos casos los necrófilos acaban detenidos y con problemas ante la justicia.
Un ejemplo es Carl Tanzler, uno de los casos más famosos de necrofilia. Exhumó el cadáver de su amada para continuar manteniendo relaciones sexuales con ella. Se llevó el cadáver a su casa y consiguió unir los huesos con perchas y cables, le puso ojos de cristal y cambió la carne podrida por tela de seda tratada con cera y yeso blanco, para poder mantenerla a su lado. Hasta que fue descubierto a los 7 años por la hermana de ella y fue encarcelado.
Primeras investigaciones y tipos de necrofilia
La primera persona que dio nombre a esta patología fue el médico belga Joseph Guislain en 1850. Y en 1989 los psiquiatras estadounidenses Rosman y Resnick realizaron el mayor estudio sobre necrofilia hasta la fecha, evaluando 122 casos de necrofilia. Un estudio que arrojó información muy valiosa para una mejor comprensión de este trastorno.
Se comprobó que hay casos menos graves en los que simplemente la excitación aparece con la contemplación del cadáver o fantaseando, sin llevar a cabo ninguna conducta preocupante. Hay algunas personas que tras la muerte de la persona amada, utilizan objetos de ésta para satisfacer sus juegos íntimos. O incluso personas que disfrutan manteniendo relaciones sexuales con su pareja inmóvil mientras finge estar dormida.
Sin embargo, hay casos más graves en los que el necrófilo solo puede satisfacerse sexualmente mediante el contacto con cadáveres. Es frecuente que se sienta acomplejado por sus sentimientos y termine aislándose de las personas de su alrededor. Buscan trabajos en los que puedan estar cerca de cadáveres como trabajar en la morgue de un hospital, en un tanatorio o en un cementerio. Sitios dónde su peculiar deseo sexual pueda pasar desapercibido.
Es el caso de “El Vampiro de Muy”. Primer caso de necrofilia que se conoce. Sucedió en 1801 en Francia. Victor Ardisson era un joven funerario y sepulturero de 29 años que violó varios cadáveres aprovechando su situación laboral. Llegó a mutilar y decapitar cuerpos e incluso momificarlos, de hecho conservó la cabeza de una joven de 13 años a la que llamó “su novia”. Fue detenido e internado en un psiquiátrico.
Los casos más extremos y que podrían considerarse “sádicos” se dan cuando asesinan para después satisfacer su deseo con el cadáver. Es frecuente en algunos asesinos en serie como Ted Bundy, del que os hable en mi artículo sobre hibristofilia. Bundy asesinó a una niña de 12 años para después abusar sexualmente de su cuerpo sin vida. Más tarde reconocería que mató a más de 100 mujeres y usó sus cadáveres para actos sexuales antes de deshacerse de ellos.
¿Qué les motiva a actuar así?
Rosman y Resnik durante su estudio llegaron a la conclusión de que los motivos que podían llevar a una persona a ser necrófilo podían ser muy variados y que suelen ser personas con baja autoestima, que no saben relacionarse y cuya infancia ha sido difícil por maltrato o abuso sexual.
Todo apunta a que el principal motivo es poseer a una persona que no se resista al acto sexual u oponga resistencia. Pero también aparecen motivos como la incapacidad de vivir sin la persona amada tras su muerte, sentirse poderosos, subir la autoestima, fobia a las mujeres, verse incapaces de mantener relaciones sexuales con personas vivas o simplemente sentir atracción sexual por los cadáveres.
Posibles tratamientos
El tratamiento más utilizado es la terapia cognitivo-conductual. La psicoterapia individual y grupal será la base de un tratamiento multimodal que puede incluir: entrenamiento en Habilidades Sociales, fármacos y tratamiento hormonal.
Los fármacos que suelen utilizarse son antiandrógenos (cyproterone acetate) e Inhibidores Selectivos de Recaptación de Serotonina (fluoxetina o fluvoxamina), pero siempre en combinación con el tratamiento cognitivo-conductual y bajo la supervisión de un especialista.
“Usted no sabe lo excitante que es la dulce frialdad de la muerte”
Necrófilo anónimo