La sexualidad, tal como se vivía en la España del siglo XX, no tiene mucho que ver con la del siglo XXI, ¡afortunadamente! Si bien se siguen transmitiendo algunas creencias falsas, y diversos temas relacionados con el sexo aún son tabú, parece que hemos superado algunos mitos y que vamos avanzando, poco a poco.
Aunque hoy en día sabemos que la educación sexual sigue siendo insuficiente, si comparamos con la que tuvieron nuestros padres y madres o, más aún, nuestros abuelos y abuelas, sin duda nos quedaremos con la boca abierta.
Cincuenta años atrás no existía internet, y eso significaba que toda la información que los jóvenes podían obtener sobre sexualidad provenía de sus padres (que no solían hablarles de ello) o de sus amistades (que inventaban más que sabían). O sea, que obtener información sexual correcta era misión imposible. Sin embargo, que hoy en día podamos acceder fácilmente a este tipo de información tampoco es del todo positivo, puesto que si eso no se acompaña de una educación sexual apropiada, por parte de padres y educadores, que sirva de filtro, toda esa información (a veces errónea) puede inducir a más confusión que otra cosa.
Pero volviendo al pasado, como se suele decir, eran otros tiempos… Los jóvenes cuando se emparejaban y sentían ganas de tener relaciones sexuales se encontraban perdidos. Ellos a menudo se iniciaban con prostitutas, ya que la idea que tenían del sexo era que había que desfogarse de alguna manera, y a la novia no se la podía tocar. Ellas, por su parte, lo poco que les habían hablado del tema era sobre que debían esperar al matrimonio, pues no podían perder la honra o se enfrentarían a las habladurías. Muchas parejas llegaban a la noche de bodas en la más absoluta inopia, por lo que a menudo resultaba un completo desastre.
En aquella época, tampoco existía acceso a los métodos anticonceptivos como hoy en día, y eso condicionaba mucho las relaciones sexuales, pues cuando practicaban el coito era siempre con miedo al embarazo y a las enfermedades. Hay que tener en cuenta, además, que en la Década de los 80 se empezó a hablar del VIH, comenzaron a morir personas debido al SIDA, y el sexo adquirió un matiz de peligro muy fuerte.
Otro aspecto que determinó la sexualidad años atrás fue la Iglesia. La religión cristiana tenía un gran poder socialmente. Su concepto sobre la virginidad, y su postura contra la masturbación, la homosexualidad o los métodos anticonceptivos, determinaba enormemente la visión sobre el sexo de las personas que vivieron aquellos tiempos. Además, las leyes se apoyaban en estas ideas, por lo que cualquier conducta sexual fuera de los patrones establecidos podía llevarte a prisión (sino que se lo digan a las personas homosexuales y transexuales de aquella época).
Para las mujeres, en especial, la sexualidad en el último siglo ha cambiado muchísimo. Hace tan sólo unos años el placer de la mujer era ignorado y desconocido. El sexo para muchas consistía sólo en un dejarse hacer por el marido, tampoco se planteaban, ni por asomo, que ellas pudieran llegar al orgasmo.
Desde la Medicina, la mayoría de las guías o enciclopedias sobre sexualidad tenían un enfoque cristiano, con poca base científica. Así, cuando hablaban de relaciones sexuales se referían únicamente a dentro del matrimonio y con el objetivo último de la reproducción. La masturbación era considerada como un vicio “perverso” y, en el caso concreto del hombre, un desperdicio del semen. Además, indicaban cosas tan absurdas como que dejarse llevar por este “vicio” podía dar lugar a alteraciones físicas o psíquicas terribles, por lo que daban recomendaciones para prevenir las tendencias autoeróticas.
Dichos manuales, al hablar de relaciones sexuales, distinguían entre las “normales” y las “anormales”. Estas últimas incluían “aberraciones”, “desviaciones” o “perversiones” tales como la masturbación mutua en la pareja o la homosexualidad (denominada también inversión sexual y considerada una anomalía patológica en la dirección del instinto). Nada más alejado de la realidad, una realidad diversa sobre sexualidad, que los profesionales de la sexología fomentamos actualmente.
Como vemos, dentro de lo malo, no podemos quejarnos. La ciencia ha dado pasos enormes dentro de la sexología en el último siglo y las nuevas generaciones lo tendrán más fácil para disfrutar de una vida sexual saludable… o al menos eso esperamos.
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