No sé qué pasa últimamente con las relaciones esporádicas. Ahora que se han puesto de moda las aplicaciones para ligar, y debería resultar más fácil, resulta que mis amigos tienen que hacer verdaderos malabarismos para coordinarse con sus amantes.
Llega el día en el que te separas de tu pareja habitual, o te divorcias con todas las de la ley, o simplemente te lanzas a echar una canita al aire, y decides registrarte en Tinder pensando en que te vas a hartar de follar. Y cuando llega la ocasión, llámalo match, no consigues coincidir con la otra parte para ello. Porque suele suceder, más a menudo de lo que parece, que tu Tinder no puede quedar porque tiene que sacar un tiempo que no encuentra entre los hijos y el trabajo. O lo que es peor, que encima ya no tenga piso porque su ex se lo quedó junto con los niños y no tiene dónde llevarte. Nuevas ilusiones con los problemas de siempre. Crees que, porque hayas pasado los cuarenta y tengas un trabajito que te permite ir tirando, todo van a ser facilidades.
Pues parece que, por lo que me cuentan, no es así.
– Este viernes no puedo quedar porque me tocan los niños todo el finde, lo siento. Tendría que ser ya a última hora del domingo.
– Pues yo el domingo tengo guardia…
– ¿Y si lo dejamos para el lunes por la tarde?
– Imposible, me va a tocar llevarme trabajo a casa porque el martes a primera hora tengo una reunión importantísima. Mejor el jueves después de comer.
– ¡Para nada! Me toca llevar a mi padre al hospital…
De este modo, a veces, que no digo siempre, van pasando los días sin que consigas encontrar el hueco para meterte en la cama con alguien. Y, por otro lado, aunque tu vida siempre haya sido la de un single corriente, con mucha actividad sexual en la juventud, finalmente te das cuenta de que es una cuestión de edad. No es lo mismo concertar una cita con 18 o 21 años que con las responsabilidades de los 45. Porque tengamos claro que, como decía un amigo mío, en la vida no se cumplen años, sino responsabilidades. Y si ligas siendo joven por supuesto tienes mucho más tiempo libre, o seguro menos cargas, y media horita para un sobeteo y un revolcón rapidito encuentras fijo. Contando, además, conque tu nulo sentido de la vergüenza, a esas edades, te ayuda a aliviarte el calentón lo mismo en el portal de tu casa que en su coche. Sin embargo, cuanto mayor te haces más problemas tienes para que te sirva cualquier sitio, y más si las únicas horas que os valen coinciden con la luz del día. Por todo esto mis amigos están teniendo más momentos de charlas, coqueteo y sexting online que palpando carne fresca.
A Luisa le está viniendo casi bien, porque en realidad con esto de la pandemia aún no se sentía segura del todo y ha preferido comprarse más juguetes eróticos para sus largas sesiones vía ordenador. Jesús ha optado por buscar amantes solo en el barrio de sus padres, con los que tuvo que volver a vivir, y así le cunde más porque no pierde tiempo en desplazamientos. Javi se ha sacado un abono de transportes para no perderse en los atascos y llegar siempre a tiempo a darle una alegría a su amante. Miguel ya tiene reflejados directamente en su perfil los horarios en los que mejor le viene tener sexo, y todos los meses en función de sus turnos en la empresa, los va cambiando. Y Laura ha asumido que, como ella no tiene hijos y vive sola, tiene que tener su puerta siempre abierta, metafóricamente hablando, para aprovechar todas las oportunidades con poco tiempo libre.
Todo es cuestión de adaptarse y en definitiva del interés que cada uno tenga por mantener relaciones. Pero reconozcamos que así, en general, el amor sí tiene edad.