Existe una línea muy fina que separa el dolor y el placer durante el acto sexual, de hecho, aunque los sistemas que procesan dicho dolor y placer en nuestro cerebro son diferentes, pueden activarse al mismo tiempo.
Debemos saber que la sensación de dolor hace que el sistema nervioso central libere endorfinas (nuestros opiáceos naturales), las cuales bloquean esa sensación que, a priori, pudiera resultar desagradable. Y, al hacerlo, producen un estado transitorio de euforia.
Por eso, no es tan extraño que muchas personas den cabida entre sus sábanas a fustas, cuerdas, mordazas, esposas y un sin fin de juguetería erótica apropiada para dar rienda suelta a la pasión que dicho «éxtasis del dolor» les provoca.
Nosotros en este artículo nos vamos a referir a este estado de excitación que produce el dolor «apreciado/buscado», totalmente distinto a la dispareunia, no nos confundamos. Este término médico se utiliza para referirse al dolor que se experimenta al tener relaciones sexuales, un dolor genital persistente o recurrente que puede ocurrir justo antes, durante o después de tener relaciones eróticas con penetración.
Pero volvamos a la búsqueda de dolor en nuestras alcobas. Ya hemos visto que se activan en nuestro cerebro, al mismo tiempo, los sistemas de dolor y placer y, además, que liberamos endorfinas para contrarrestarlos y eso produce una gran sensación de éxtasis y euforia.
Aunque, como en todo, debe existir una buena comunicación y establecer unas líneas rojas muy claras en este tipo de prácticas (límites propios y ajenos). Además, debe existir consenso y apetencia mutuas, sin ceder al otro por agradarle o porque nos presione, sino porque realmente nos apetezca hacerlo. Y, por supuesto, debemos contar con una «palabra de control» a modo de alerta, en el caso de que se sobrepase el umbral del dolor que nos es soportable.
No olvidemos que no son sensaciones contrarias, sino que a menudo suceden a la vez, pero que la seguridad es clave para disfrutar de este tipo de encuentro sexual sin ningún tipo de peligro. Recordemos que atar, golpear, asfixiar o morder son la tónica habitual de estos momentos íntimos y cualquier precaución es poca. Disfruta, sí, ¡pero con cabeza!
Por último, destaquemos que la mayoría de las prácticas que se llevan a cabo en este cóctel perfecto entre dolor y placer se recogen en las siglas BDSM (bondage, disciplina/dominación, sumisión/sadismo, masoquismo). Dichas siglas se usan para designar una serie de prácticas en las que se entremezclan sexo, placer y dolor como en el caso del spanking (el arte de azotar) o el shibari (el arte de atar). Hay cientos de ellas…
¿Te atreves a probarlas…?