En los últimos años ha aumentado la investigación sobre los disruptores endocrinos y el papel que juegan tanto en la salud humana en general, como en la salud sexual y reproductiva en particular.
Los disruptores endocrinos son compuestos que alteran el funcionamiento normal del sistema endocrino tanto de los humanos como del resto de la biosfera. Alterando la función hormonal de los seres vivos.
Los disruptores endocrinos pueden llegar al ser humano a través de diferentes formas (alimentación, contaminación ambiental, exposición laboral…), y han proliferado durante las últimas décadas por el aumento de la producción industrial, el uso de sustancias derivadas del petróleo, y la comercialización de nuevas sustancias, de muy diversa índole y naturaleza, de la que en muchas ocasiones no se ha realizado un adecuado estudio sobre su seguridad para la salud humana y los ecosistemas.
Entre las sustancias más comunes que actúan como disruptores, destacan los usados en la industria pesada [bifenilos policlorinados (PCBs), dioxinas], pesticidas organoclorados [clorpiritos, metoxicloro, 2,2-bis-(p-clorofenil) -1,1,1-tricloroetano (DDT) y sus metabolitos], fungicidas (vinclozolina), plásticos y plastificantes [bisfenol-A (BPA) y ftalatos], productos farmacéuticos [dietilestilbestrol (DES) e incluido más recientemente, el paracetamol], metales (cadmio, plomo, mercurio, uranio) y arsénico.
Los disruptores endocrinos alteran nuestro metabolismo y marean a nuestro sistema endocrino, pues muchas de estas sustancias tienen una estructura similar a las hormonas humanas, o a proteínas u otras moléculas que interfieren en la regulación de dichas hormonas, por lo que afectan a muchos sistemas y se relacionan con diversas patologías. Algunos de ellos, como los compuestos orgánicos persistentes se bioacumulan: tienen afinidad por la grasa, se alojan durante años en el tejido graso, y afecta en mayor medida a las mujeres, que fisiológicamente albergan en su composición más lípidos que los hombres.
Los disruptores endocrinos no solamente pueden tener un efecto carcinogénico, sino también producir alteraciones en la salud mental y de la conducta, en especial en la población más sensible, como la infancia y embarazadas, así como trastornos de memoria, de la capacidad de atención y de la motilidad. Veamos los efectos para la salud de dos de los más polémicos y conocidos: el bisfenol A y el glifosato.
El bisfenol A puede producir cambios en las células de las mamas, del útero y de la próstata, y altera el efecto de los estrógenos en las células. Modifica el funcionamiento de las células del hígado, se relaciona con alteración de las enzimas hepáticas, y la función de las células beta del páncreas.
El glifosato es un pesticida que actúa como disruptor endocrino. Pequeñas cantidades son capaces de afectar a las secreciones hormonales y a los receptores celulares y de señalización. En su palmarés ostenta 17 reacciones adversas para la salud humana, incluyendo carcinogenidad, genotoxicidad, neurotoxicidad, pepatotoxicidad, y nefrotoxicidad. También es teratogénico.
Disruptores endocrinos y salud sexual
Como nos recuerda Carme Valls-Llobet, los disruptores endocrinos pueden actuar en animales y en humanos alterando la capacidad reproductora al interferir con las hormonas sexuales que provienen de los ovarios o testículos, producir deformaciones de diversos órganos reproductores, alterar el sistema inmunológico y causar cáncer de diversos tipos.
Uno de los motivos de consulta más frecuente relacionado con la salud sexual que atendemos los profesionales sanitarios, son los problemas relacionados con la fertilidad y la esterilidad, tanto masculina como femenina. Pero no es el único aspecto de salud reproductiva al que afecta de manera negativa las sustancias titulares.
Entre los disruptores endocrinos asociados a problemas de fertilidad destacan el DES, el bisfenol A, los plaguicidas organofosforados, los compuestos organoclorados, (DDT, pentaclorofenol y bifenoles policlorados) los bifenilos polibromados, y el plomo.
Los alquifenosles (detergentes, herbicidas, pesticidas y algunos cosméticos) son derivados estrogénicos que suelen acabar en el agua (se estima que el 60 % de ellos acaban en el agua) y afectan a la salud de las mujeres alterando su ciclo menstrual, así como al aumento de la esterilidad en ambos sexos.
Sabemos que los disruptores endocrinos aumentan la esterilidad masculina y femenina, y también, que son causa de pubertad precoz en ambos sexos.
La edad media de la menarquia se ha establecido desde hace décadas en los 13 años, aunque hace 200 años se presentaba alrededor de los 17 años de media, y este avance no se puede explicar exclusivamente por razones genéticas ni por la mayor prevalencia de obesidad, sino que este adelanto en la pubertad se ha relacionado con la presencia de contaminantes químicos en el medio ambiente que producen disrupción endocrina en el cuerpo de niñas y niños (Mouritsen et al., 2010).
Además, la pubertad precoz femenina se ha asociado a la exposición de bifenoles policlorados, dioxinas, éteres polibromados, DDT/DDE, plaguicidas, metales pesados, alquifenoles, bisfenol A, parabenos, ftalatos y fitoestrogénicos.
En su interesante trabajo de revisión, Manuel Pombo y colaboradoras apuntan los siguientes trastornos de salud reproductiva ocasionados por los disruptores endocrinos:
- Mayor incidencia de criptorquidismo, hipospadias y otras alteraciones en el desarrollo del aparato genitourinario.
- Alteraciones de la fertilidad femenina y masculina. Disminución de la calidad del esperma.
- Aumento de alteraciones del desarrollo sexual (adelanto de la presentación de la pubertad en las niñas, aumento de ginecomastia en los varones) y de enfermedades hormono-dependientes como la endometriosis y el ovario poliquístico. Recientemente se ha señalado que la exposición a químicos ambientales podría condicionar cambios en la acción molecular que podrían potencialmente modificar el desarrollo de la pubertad.
- Aumento de la incidencia de tumores en órganos sexuales: mama, útero y ovarios; próstata y testículos.
A modo de conclusión, sabemos que en las últimas décadas ha aparecido un cuerpo sólido de evidencias científicas, que apuntan que hay un nuevo y amplio marbete de sustancias perjudiciales para la salud conocidas como disruptores endocrinos.
Estas sustancias, al tener una composición y un origen tan diferente, actúan de diversa manera, tanto en el organismo humano como en el medio ambiente, pero no hay duda de que suponen un serio y emergente reto de salud pública y medioambiental.
«Los disruptores endocrinos o alteradores hormonales que debes evitar»
Video de Facua
A nivel individual, podemos evitarlos tomando decisiones capitaneadas por la precaución y evitar la exposición a estas sustancias y sus derivados, pero necesitamos políticas públicas eficientes que nos protejan y eviten exponernos a riesgos innecesarios. Más aún cuando no conocemos todavía el alcance -y lo perjudicial- que pueden llegar a ser muchas de estas sustancias para la salud. Los problemas en la salud sexual y la fertilidad son uno de sus inconvenientes, pero no son el único reto al que nos enfrentamos.
Bibliografía:
Bretveld, R., Zielhuis, G. A., Roeleveld, N., «Pesticide exposure: the normal function of the female reproductive system disrupted?» Reprod. Biol. Endocrinol., 4, 2006, pp 30-57.
Kortenkamp, A., Martin, O., et al., «State of the science of endocrine disrupting chemicals» Final report, OMS, 2012.
Valls-Llobet, C. «Medio ambiente y salud. Mujeres y hombres en un mundo de nuevos riesgos». Madrid, Cátedra, 2018.
Mouritsen, A., Aksglaede, L. et al. «Hypótesis: Exposure to endocrino-disrupting chemicals may interfere with timing of puberty», Int J. of Androl., 23, 2, 2010, pp 346-359.
Pombo Arias, M., Castro-Feijóo, L., Barreiro Conde, J., Cabanas Rodríguez, P.,«Una revisión sobre los disruptores endocrinos y su posible impacto sobre la salud de los humanos» Rev Esp Endocrinol Pediatr. 2020, 11, 2, pp33-53.