En el ámbito de la sexualidad, el concepto de deseo suele entenderse como aquello que llamamos libido o apetito sexual. No se trata de una manifestación física que pueda observarse a simple vista como la excitación, sino que el deseo es algo que se produce a un nivel psíquico.
El deseo en la respuesta sexual
A mediados del siglo XX, los famosos sexólogos Masters y Johnson crearon la curva de la respuesta sexual humana con cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Años más tarde, Helen Singer Kaplan decidió incluir el deseo en dicha gráfica, ya que estaba convencida de que esta debía ser la primera fase de la respuesta sexual.
Pero significa eso que ¿sin deseo no hay excitación? ¿Se produce siempre antes el deseo y después la excitación, durante la actividad sexual, o puede la excitación llevar al deseo?
En la actualidad algunos profesionales afirman que el deseo está en todas las fases de la respuesta sexual humana. Y, más aún, se cree que el deseo puede aparecer tras la excitación. Es lo que se denomina deseo responsivo, ya que se produce en respuesta al placer.
O sea que el deseo sexual ya no se concibe únicamente como un elemento espontáneo, que surge al inicio de la actividad sexual, lo que ha hecho de él un concepto cada vez más complejo.
Si bien es cierto que, por lo general, cuanto más alto es nuestro nivel de deseo, mayor será nuestra respuesta sexual, facilitando el orgasmo, que puede ser alcanzado también más rápido y tener mayor intensidad.
Factores que influyen en el deseo
El sexo no es sólo una necesidad física determinada por lo biológico. Aunque indudablemente el factor hormonal, principalmente la testosterona, media en nuestro deseo.
Existen también otro tipo de factores que influyen en nuestro deseo sexual.
Por un lado, están los factores motivacionales (que ejercen un importante papel en el deseo ya que nos llevan a relacionarnos sexualmente con otras personas):
- la necesidad de unión y conexión
- la conquista o el juego de seducción
- las emociones, como el amor
- las fantasías
- el estado de ánimo.
Por otra parte, están las influencias psíquicas, que tiene que ver con el estado de ánimo comentado en el punto anterior. Este factor por sí mismo va a influir directamente de manera positiva o negativa en nuestro deseo sexual:
- buen humor, relajación, bienestar… Afectan positivamente al deseo.
- Ansiedad, malhumor, preocupación, conflictos conyugales… Afectan negativamente al deseo.
El deseo sexual en la pareja
La falta de deseo sexual desde la Sexología se reconoce como deseo sexual inhibido o hipoactivo. Este trastorno no sólo afecta a las mujeres, sino también a los hombres y cada vez es más frecuente.
Sin embargo, es un problema que suele encajarse dentro de la pareja, porque produce un desajuste en las relaciones sexuales y causa malestar en ambos. Uno piensa que su pareja ya no le desea y se siente culpable, y el otro solo quiere volver a sentir deseo para complacerle.
En muchos casos, puede ser consecuencia de otro trastorno sexual, por lo que es necesario descartar posibles causas, por supuesto también las orgánicas con ayuda de nuestro médico.
La terapia sexual está indicada para solucionar este problema. Con la orientación del sexólogo, la pareja, entre otras cosas, tendrá que redescubrir las relaciones sexuales a través de masajes sensuales, explorando sus sentidos… De modo que la persona con bajo deseo vuelva a conectar con su erotismo.
La literatura erótica también es un gran recurso para activar la libido ya que estimula el cerebro. Al fin y al cabo, el deseo surge en el cerebro y este es el órgano sexual más poderoso.