La consulta sobre disminución de la libido es una de las más frecuentes que se recibe en terapia sexológica, siendo más las mujeres que lo plantean que hombres. Hoy voy a hablar de cómo afecta, y si afecta, el coronavirus a nuestra vida sexual. De cómo quienes se han recuperado de coronavirus, y que refieren haber tenido anteriormente a la enfermedad una vida sexual activa, terminan perdiendo el deseo y el placer durante sus encuentros sexuales después de haberse recuperado.
Es verdad que comencé mi investigación sobre este tema a raíz de haberlo vivido en primera persona. Cuando me recuperé del COVID me di cuenta de que mi deseo no regresaba, así que decidí darle tiempo. Me encontraba sumamente apática, por no decir deprimida, y mi marido estaba en una situación similar. Es por ello que decidí averiguar si había más personas en mi situación, si podía ser una cuestión psicológica o si tenía que ver con algo fisiológico, como secuela del virus.
Muy poco hay escrito sobre ello. Encontré estudios interesantes que se han llevado a cabo y, curiosamente, en los que ya se ha comprobado que hay una afección importante en cuanto a la pérdida de deseo, más llamativa en el hombre, en la fase post-COVID.
Pero, ¿cómo puede repercutir el COVID en nuestra vida sexual?
Factores orgánicos
Un estudio con 221 muestras, realizado en Turquía y publicado en la revista The Aging Male por los expertos de la Universidad de Mersin y el Hospital de Educación e Investigación de la misma ciudad, relaciona los bajos niveles de testosterona con el bajo deseo sexual. También añade que los pacientes del estudio que ingresaban en la unidad de cuidados intensivos, como consecuencia de padecer COVID-19, ya presentaban en su analítica bajos niveles de testosterona, y se encontraban con un peor pronóstico de curación. Los bajos niveles de esta hormona, asociada también al sistema inmunológico de los órganos respiratorios, provoca que aumente el riesgo de infecciones respiratorias. El profesor de urología Selahittin Çayan considera, por ello, que el tratamiento con testosterona mejoraría el pronóstico de estos enfermos, así como mejoraría los problemas relacionados con el deseo sexual.
Otra investigación, desarrollada en Arizona por el urólogo Raul Mehan, nos habla de la conexión entre el virus y la disfunción eréctil. En la práctica de su trabajo el doctor Mehan ha percibido un aumento significativo de esta disfunción durante todo el periodo de la pandemia, observación ya hecha por sexólogos. Aunque esta es una causa de consulta sexológica bastante habitual, es cierto que el rango de edad que la padece ha bajado a menores de 40 años y, por supuesto, según el doctor Mehan, todo ello viene relacionado con haber padecido COVID. Este incremento de consultas puede venir dado por la respuesta inflamatoria que ocasiona el virus a nivel orgánico. No debemos tampoco dejar de mencionar que este estudio hace también referencia a los posibles daños que la enfermedad ha podido ocasionar en la fertilidad masculina. Este experto menciona otro estudio que se llevó a cabo en Italia en el que se hablaba, de nuevo, del déficit de testosterona en pacientes post COVID. No cabe duda de que la pandemia y los periodos de confinamiento han pasado factura a nuestra vida sexual.
En México, el Instituto Mexicano del Seguro Social ha investigado también esta cuestión. El coordinador de investigación de dicha institución, César González Bonilla, ha explicado que las ausencias de orgasmos (anorgasmia) pueden tener también una explicación orgánica. Más allá de las implicaciones mentales del COVID, sabemos que el sistema nervioso tiene que ver con el placer. Los nervios pudendos inervan a los genitales y, si se produce algún tipo de neuropatía, se puede producir una disminución o pérdida de estímulos, lo que nos lleva directamente a dejar de percibir las sensaciones que nos brinda el placer sexual. Aunque todavía no está documentado como una secuela post COVID, ya que no se le ha prestado suficiente atención para documentarlo, sí se ha identificado que el COVID puede afectar a las terminaciones nerviosas, dando lugar a una disminución de la sensibilidad hasta el grado de no responder a estímulos sensoriales, no presentar excitación y por supuesto no tener deseo sexual.
Factores psicológicos
No podemos olvidar el gran daño psicológico causado por la pandemia, que ha aumentado las estadísticas de enfermedades como la depresión o la ansiedad, entre otras. Es una realidad que el distanciamiento social, el aislamiento, la pérdida de contacto con familiares o amigos ha sido muy perjudicial a nivel cognitivo. No podemos minimizar el impacto que ha supuesto para mucho la pérdida del trabajo, la disminución de ingresos, la incertidumbre generada por los acontecimientos y, si a todo ello añadimos la sensación de vivir la enfermedad en soledad, es lógico determinar que puedan existir secuelas mentales que afectan a nuestra libido.
Esta pandemia ha repercutido en nuestra sexualidad y, aunque nunca debemos descartar al tratar este tipo de disfunciones que existan problemas a nivel funcional, debemos también revisar el entorno del individuo originado por la pandemia.
Falta de sueño
Otra cuestión bastante relacionada con el deseo sexual es la falta de sueño y el cansancio. Las personas que han enfermado por un virus, en este caso no me refiero exclusivamente al coronavirus, saben que la recuperación también lleva su tiempo. Este periodo, denominado «síndrome de desgaste post viral«, se caracteriza por una falta de concentración, apatía, dificultad para conciliar el sueño o insomnio, entre otros factores. Estas secuelas pueden llegar a durar incluso meses. En el caso del COVID aún no se ha definido el periodo de duración o, lo que es peor, aún no se le prestado la atención que requiere.
Te pido que si has padecido COVID y sientes que tu vida sexual no ha vuelto, tengas paciencia.
El cuerpo durante una enfermedad gasta muchísima energía, y todas las reservas que le quedan las dedica a recuperarse. Lo último que busca a nivel fisiológico es gastar la poca energía que le queda en mantener relaciones sexuales, por eso es perfectamente normal que, hasta que tu organismo no esté fuerte y bien restablecido, no desvíe su atención hacia una función que provoca tanto gasto energético, como es el sexo. Por supuesto que la enfermedad también te ha podido llevar a un estado de miedo y preocupación. Hasta te sentiste estigmatizado, con culpa porque, aunque hoy en día resulta prácticamente imposible no contagiarse, existe también un juicio social a la «irresponsabilidad» del contagio. A pesar de que conocemos el daño psicológico que se origina por pasar tanto tiempo sin poder relacionarnos de forma adecuada y no poder demostrar y recibir afecto, tendemos a culpabilizar, es verdad que cada vez menos, a los contagiados. Toda esta presión también resulta fundamental para mermar nuestra salud mental y sexual.
Date permiso de hacer una pausa, de sentirte bien, de recuperarte. Busca ayuda si las cosas no mejoran, hay quienes deciden esperar mucho tiempo antes de consultar con expertos, por lo que la situación se agrava. No lo hagas.
Ahora ya lo sabes, si tu deseo ha disminuido y has padecido COVID, busca asesoría sexológica.
Texto editado y corregido por Más Allá del Placer.