No había cumplido todavía los dieciocho, pero ya tenía el aspecto de un universitario de los de último curso. Como si lo supiera todo y estuviera de vuelta de todo, aquella seguridad que transmitía al hablar, su conversación rica en vocabulario debatiendo sobre todos los aspectos, como si entendiese de cualquier tema, eran virtudes que le hacían parecer un hombre hecho y derecho, y ¡qué bien hecho!
Yo acababa de llegar al primer curso de una carrera en la que no tenía más interés que el de agradar a mis padres, y que más adelante cambiaría por otra más acorde a mis inquietudes.
Mi novio del instituto me gustaba, me divertía y disfrutábamos a conciencia de nuestra vida sexual de adolescentes motivados por las ganas de descubrirnos y de descubrir cosas juntos. Pero Juan era otra cosa. Él era el chico guapo de melena rubia, alto, fuerte, simpático y buen estudiante, al que todos apreciaban: los profesores, el matrimonio que atendía la cantina, el conserje, el bibliotecario, sus colegas de clase y las chicas de todos los cursos. No tenía pareja, que se supiera, y siempre andaba contando que su meta era únicamente sacar buenas notas y el deporte, y que formaría una familia en el momento en que se posicionara en la vida tal y como su ambición le pedía.
Cuando pasabas por su lado, emanaba un aroma a sándalo y bergamota que te obnubilaba y te hacía adorarle y seguirle por los pasillos para escucharle y participar en lo que estuviera contando. Como el mesías de una secta, siempre andaba rodeado de una nube de estudiantes, chicos y chicas por igual, con los que departía amablemente hasta que saltaba a horcajadas en su moto y se marchaba dejándolos huérfanos de líder. Y todo con mucha amabilidad y simpatía. Sin duda era el mejor ejemplo de persona carismática que yo he conocido en mi vida. No compartíamos clase, aunque sí algunos amigos, por lo que ya habíamos cruzado un par de palabras en los primeros días, sin embargo, yo soñaba con la posibilidad de compartir mucho más, incluso en silencio. Y ese día llegó.
Me encontraba comprando un regalo para mi novio, por su cumpleaños, en una pequeña tienda de barrio que me cogía de camino hacia su fiesta. Y allí estaba Juan, detrás del mostrador, con la misma sonrisa que iluminaba la facultad y encendía en mi un motor que aceleraba mi corazón a la misma velocidad que humedecía mi entrepierna.
¡Y no sé cómo pasó!
No sé qué fue lo que hizo que echase el cierre a la tienda y que, de repente, yo estuviese acariciando su pecho terso y robusto y admirando sus abdominales mientras él metía la mano en mis pantalones. Con la misma intensidad que debatía, besaba, y con idéntica energía que repartía saludos al llegar a clase, follaba. Todo alrededor de aquel polvo inesperado era divertido y agradable, apasionado y tierno. Juan estaba cumpliendo todas las expectativas que mi fantasía había imaginado desde la primera vez que le viera. Tras acabar, plenamente satisfecha, estuvimos charlando un buen rato en el que me contó la historia de la tienda de su familia, y sus sueños de hacerse empresario en el mundo del deporte. Tan dicharachero como siempre, y con un tono muy honesto, me pidió que no le diera publicidad a nuestro encuentro, ya que él tampoco lo haría, y decidimos comenzar una amistad que ha llegado en muy buena forma hasta nuestro presente.
¡Nunca he tenido otro comienzo de curso igual! Será por eso que cuando llega septiembre me gusta ver a los estudiantes moverse de un lado para otro y recordar con alegría aquel primer año de estudios y mi apasionada aventura juvenil.
¡Bienvenido el nuevo curso!
2 comments
Nuevo curso y memorias que jamás se borran. Incluso si no son tan profundas e íntimas como la de Amy.
En mi caso, me tocó también ver a alguien muy especial ese primer día. Y son momentos que cambian la vida, la llenan, dan fantasía y en muchos casos se da algo más que como Amy, se disfruta seguro mucho más y mantener esas conexiones por años, aún sin esas aventuras extremas es impagable.
Aventuras que marcan sin duda. Gracias por recordarnos las nuestras y compartir las tuyas, Amy en Más Allá del Placer
Gracias por tus comentarios Mónica.
Aunque para algun@s el comienzo de curso no haya sido tan interesante, a veces inluso terrible, a la mayor parte de nosotro@s nos trae muy buenos recuerdos.
Besos.