El orgasmo femenino dura más tiempo que el de los hombres. No sé si lo sabíais, pero algunos estudios de esos muy importantes han demostrado, cronómetro en mano, que nuestra media es de seis a diez segundos pudiendo llegar a alcanzar hasta los veinte, mientras que el orgasmo de un hombre es tan solo de cinco. Además el record de orgasmos femeninos que podemos conseguir en una hora es de ciento treinta y cuatro, lo cual no está nada mal. Aquí el hombre sale perdiendo de nuevo porque su media es sólo de dieciséis. Aunque más de uno que yo conozco ya quisiera para sí la cuarta parte.
Estos estudios están muy bien no para poner de relieve las diferencias físicas que existen entre hombres y mujeres, sino, y mucho más importante, para reafirmar que mi egoísmo en el sexo en realidad no lo es tanto. Es sencillamente un interés en el aprovechamiento de lo que la naturaleza nos ha otorgado. Y es que a mi me gusta disfrutar de muchos orgasmos cada vez que se me plantea una buena sesión de sexo. Todos los que tengo suelen parecerme pocos. Yo me dejo llevar por la pasión primero, pero después me gusta mantener un nivel de placer que no decaiga de más o menos un orgasmo cada diez minutos mínimo. Porque una vez que comienzo me cuesta parar, lo reconozco. Y como el deseo y los orgasmos se originan en el cerebro vaya por delante y que quede absolutamente claro que se pueden alcanzar muchos sin estimulación genital, como ya comenté una vez que me había pasado en un autobús.
Así que voy a hacer un conteo por encima en una noche de las buenas, de esas en las que ya llevas aguantando un buen rato las ganas de estar con alguien con quien estás ligando. Podría comenzar a contar por el orgasmo que me consigo sola en los baños del local donde esté, anhelando las manos de otro pero incapaz de esperar el desenlace. Después y una vez empezando la faena en mi casa, vendría el que me surge sin haberle dado apenas tiempo a tocarme, sólo con los besos y el roce impetuoso de los cuerpos aún con ropa. Las contracciones involuntarias se apoderan de mí y no consigo controlarlo. Puedo tener un tercero casi de inmediato si soy capaz de hacerle sexo oral antes de permitirle que se deje llevar por su pasión. Este suele ser muy intenso, porque es algo que me gusta especialmente y es que me produce mucha satisfacción saber lo que mi pareja está disfrutando ese momento. Cuando ya él toma el control y me muerde y me lame por todos sitios y no para hasta conseguir mi orgasmo con su lengua ya es cuando empiezo a perder la cuenta. Viene después la penetración, los juegos, las distintas posturas, los cambios de la cama al sofá, y ahí puedo conseguir varios orgasmos vaginales más si encajamos adecuadamente, y con un poco de ayuda o fricción otros tantos clitorianos. Sin embargo no tiene por qué acabar aquí la partida, y durante el tiempo de descanso para ambos, las caricias pueden seguir. Y no me refiero a los mimos y los arrumacos por toda la piel, que tantas buenas sensaciones nos dan, sino a las otras por dentro. Si sigue masajeando el interior de mi vagina con sus dedos además de seguir disfrutando enormemente, en breve acudirá a mi cuerpo otro estupendo orgasmo para añadir a esta lista. Y así puedo continuar mucho tiempo si el “feeling” es bueno entre mi amante y yo.
Pero no voy a recordaros que lo importante no es la cantidad sino la calidad. Da igual, si tus orgasmos duran dos segundos o quince. Si tienes cuatro o uno. Lo primordial es disfrutar, dejarse llevar y degustar el placer del erotismo, la pasión y el sexo el tiempo que dure. ¿A que sí?
* Ilustración de Francisco Asencio
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