Soy muy partidaria de que cada uno sea muy celoso de su intimidad e incluso defiendo que se tengan secretos para la pareja, los amigos o la familia. Me parece un derecho indiscutible. Pero como yo soy curiosa por naturaleza, tal y como he comentado en otras ocasiones, cuando las intimidades me llegan arrastradas como hojas por el viento, no puedo dejarlas pasar. Por eso si te dejas el whatsapp abierto cerca de mí, ¡pienso leerlo todo! Sobre todo si es lo suficientemente caliente e interesante como para que yo tenga que terminar escondida en los baños aliviando mis ardores.
María siempre andaba alardeando de que su novio era muy fogoso y que pese a los tres años que llevaban juntos el deseo no había decaído en su relación porque se lo trabajaban mucho, en todos los sentidos. En cualquier momento y por cualquier rincón andaban buscando, y parecer ser que lo encontraban, las formas de darse placer mutuamente. Que les gustaba lo que más, los preliminares y se ponían a tono de múltiples formas: con notitas en la nevera, por mail, por teléfono, con fotos picantes o por whatsapp. Sin embargo, yo nunca me creo a pie juntillas los logros sexuales que me cuentan, salvo que provengan de amigos íntimos, claro. Así que cuando se dejó el whatsapp abierto en pleno “calentamiento” porque el jefe la llamó con prisas, no tuve más remedio que constatar si todo lo que contaba era para tanto. ¡Y tanto que si!
– ¿Que te está pasando en los calzoncillos? –Le decía al hilo de una foto que su novio le había mandado-. Se te están quedando pequeños. ¡Deberías quitártelos!
– ¡Venga, quítamelos tú!
– ¡Yo ya te los habría quitado! Te habría sentado desnudo en una silla y agarrándote bien el culo con las manos y de rodillas en el suelo habría metido la cabeza entre tus piernas para tener a disposición de mi boca eso que tanto te abulta. Y ya estaría chupándote la puntita para después comértela entera mientras me miras.
– ¡Cómo me pones imaginándome todo eso que me cuentas! Me encantaría que después te sentaras encima, y te movieras despacito con ella dentro. Yo mientras te comería la boca y los pezones.
– Síííí, para que me los pongas muy duros. –Y otra foto de sus pechos hecha en el baño-. Pero después quiero que me folles muy muy fuerte, que me sujetes las caderas y me ayudes a saltar con energía.
– Esta bien, pero pienso quitarte las bragas enseguida y ponerte a cuatro patas en el suelo. Ahí sí que vas a sentirme bien. Y te daré unos buenos cachetes.
-¿Sólo eso me vas a hacer?
…
Y no cuento más porque se puede imaginar sin dificultad. Para variar como actividad sexual con emoticones no había estado nada mal. Si acaso a mi compañera sólo le deseo, no sin cierta envidia, que en vivo el sexo les sea tan pasional como por escrito.
Aunque si de verdad os gusta cotillear las historias de los demás contadas en primera persona sin necesidad de espiar el móvil de nadie, que no está nada bien, siempre podéis buscar en Internet alguna de las páginas que se dedican a dejar liberar infidelidades y los deseos más íntimos, a quien los quiera contar, o a expiar por escrito y anónimamente la culpa, según se prefiera. Estoy convencida de que no soy la única a la que le gusta saber cómo se excitan los demás. ¡Que cada cual busque como disfrutar mejor su sexualidad!