¡Qué gusto da cuando te atienden con amabilidad en un hotel!
Pero siendo amables de verdad, no con esa cortesía y ensayada educación que tienen algunas personas, tan apropiadas pero tan carentes de empatía y acercamiento! Todo lo contrario a mi amiga Gabriela, que es tan encantadora que quizás se exceda… o no, ¡según se mire!
Esta amiga trabaja desde hace mucho tiempo de recepcionista en una conocida cadena hotelera y ha ido cambiando de ciudad cada cierto tiempo porque es lo que se llama un culo inquieto. Pero a su trasero también le gusta moverse a menudo de una cama a otra, y para eso, para ella, mucho mejor que Tinder ha sido su mostrador. Por su puesto de trabajo ve pasar cada día a miles de hombres, acompañados o solos, y como si formaran parte de un catálogo en vivo del sexo opuesto, ella los observa, habla con ellos y se limita a escoger. A partir de ahí, es su manera de atender a cada uno de ellos lo que consigue que los hombres se fijen en su atractivo. La seducción es un arte como cualquier otro, y hay que estar dotada de buenas habilidades para conseguir lo que una quiere. Gabriela suele tener éxito.
Los que más le gustan son los hombres de negocios, porque suelen ir con prisas para todo y ella no quiere que ninguno se enganche más de la cuenta. Nunca se deja ver en el restaurante, la piscina ni la cafetería de su propio hotel con ninguno de sus amantes ocasionales, pero le encanta tener sexo en las habitaciones que ocupan. ¿Para qué irse más lejos? Solo tiene una norma, que es la de no alternarlos mientras están alojados. Primero uno, las veces que sea, y después, cuando se ha marchado ese, el siguiente. Pero también tiene una manía curiosa: hacerse un selfie junto al trasero de cada conquista. Dice que es la parte de los hombres que más la excita, y que le divierte mucho jugar después a recordarlos solamente por sus culos. ¡Colecciona traseros!
Algunos son más reacios que otros a dejarse retratar con mi amiga en esa pose, pero ella siempre termina por convencerles. Y tengo que confesar que he visto esa colección de fotografías, siempre anónimas. Y nos hemos entretenido muchísimo comentando las diferentes formas que adquiere esa parte del cuerpo donde la espalda pierde su nombre. Gabriela, que es de dar abundantes y minuciosos detalles, me ha contado en más de una ocasión, cuánto disfruta amasando nalgas, mordiéndolas, pasando sus pechos por ellos o lamiendo con entusiasmo sus pliegues. Aunque también me ha explicado cómo hay algunos hombres que aún se niegan a disfrutar del placer que ella les pueda proporcionar en esa zona por culpa de prejuicios muy rancios. Pero en general todos lo pasan muy bien.
Por todo esto ahora, cada vez que estoy alojada en un hotel, no puedo evitar pensar en que lo mismo, alguno de los trabajadores aprovecha la circunstancia y, como mi amiga Gabriela, puede que esté follando en la habitación de al lado. Eso alimenta mi morbo tanto, que puedo jugar con Pablo a que somos nosotros dos esos amantes ocasionales. Parecerá muy simple, pero para nosotros es un motivo más de excitación sexual que no nos gusta dejar pasar. Y por supuesto siempre lo rematamos con unas buenas fotos de nuestros traseros, juntos o por separados, lo cual nos sirve además, después del polvo, para echar unas risas mientras escogemos cuáles de todas nos guardaremos en nuestra carpeta de fotos especiales.
2 comments
Qué forma tan deliciosa de regresar de vacaciones!
Una historia llena de erotismo y termina una, como Amy, deseando hacer lo que su amiga Gabriela. Claro, como dice tienes que tener buenas habilidades de seducción. Y después, que nuestra selección le guste hacer cositas ricas
Gracias guapa!