No es poco lo que hoy en día ha generado la brujería.
Desde un gran número de libros y películas hasta movimientos sociales, religiosos y espirituales. Y, aunque cada uno ha tocado el tema desde un punto de vista diferente, la gran mayoría suele estar de acuerdo en la siguiente afirmación: «las brujas fueron mujeres sabias, rebeldes y adelantadas a su tiempo con grandes conocimientos sobre hierbas medicinales, que fueron asesinadas por el machismo intransigente del radicalismo cristiano.»
Lamento deciros que la realidad es… que no fue así.
La realidad, como de costumbre, fue mucho más terrible que la ficción.
A mediados del siglo XV, el cristianismo llevaba ya varios siglos ejerciendo una de sus más famosas estrategias de control y extensión: la política del miedo. Con esta política recogieron las ya usadas ideas del infierno y el Diablo para hacer creer a los aldeanos bajo su poder que el Diablo y sus demonios existían y que entraban en nuestro mundo a placer para corromper sus almas. Este trabajo, hecho concienzudamente tras varios siglos de cruzadas internas y genocidios en masa, se les acabaría escapando de las manos creando unas décadas famosas por una histeria colectiva en masa que llevaría a los vecinos a asesinarse unos a otros. Sorprendentemente, en este caso, la Iglesia no ordenó los asesinatos.
Efectivamente, estamos hablando del siglo XVI y XVII, mayormente conocido por la Witchcraft o caza de brujas. Principalmente, los casos de cazas de brujas están localizados en el norte de Europa, aunque siglos antes Cataluña consiguió anotarse el primer caso de brujería en el siglo XIV (hecho que hace que algunos empiecen a teorizar sobre que el origen del nombre está en la palabra “Bruixa”). Mientras, en España, los casos de caza de brujas son muy aislados aunque bastante impresionantes.
La caza de brujas suele contar con varias fases; inicialmente tenemos un pueblo malogrado por el accidente de un aldeano, una mala cosecha o un tiempo inclemente, o todo a la vez, revuelto y temeroso. Acto seguido, aparece un cazador de brujas, un estafador, que les convence de que están siendo víctimas de una maldición (cuestión que a veces era idea de un aldeano iluminado). Y, finalmente, mientras el estafador vive a cuerpo de rey gracias a la caridad del pueblo, éste busca a una persona a la que acusar de los males para así sacrificarla, con su correspondiente e incesante tortura de días y días. Una vez terminada la caza, la estafa continuaba en otro pueblo.
El perfil de las personas a sacrificar era el de individuos en situación de vulnerabilidad.
Discapacitados, extranjeros, ancianos, enfermos, en resumen, personas que no tuvieran ninguna relación con el pueblo para que nadie pudiera defenderlos. Ni qué decir tiene que en una sociedad machista y misógina como lo era la baja Edad Media, ser mujer era una gran discriminación. No era lo mismo ser discapacitado que discapacitada, ser extranjero que extranjera, ser anciano que anciana o ser enfermo que enferma. Y si eras una anciana extranjera y discapacitada te valía más la pena huir que esperar la llegada del cazador.
Las discriminaciones siempre suman, como actualmente. Ser mujer era una condición tan discriminatoria que la mayor parte de los sacrificados en la caza de brujas fueron mujeres, sin ninguna duda. Y, aunque posiblemente, alguna anciana sí fuera una sabia curandera solitaria, la caza de brujas no consistió en cazar mujeres empoderadas que se rebelaban contra el sistema, sino en un movimiento psicótico-social justificado en un radicalismo religioso en el que se sacrificaban personas discriminadas por el supuesto bien común.
Desgraciadamente ser mujer es una característica que en aquella época te discriminaba tanto como ser un enfermo o un tullido. Lo cual dejaba a la mujer en una situación de vulnerabilidad extrema que fue aprovechado por muchos. Y que actualmente en ocasiones parece no haber cambiado.
No se sacrificaba a las mujeres por ser brujas, inteligentes, tener conocimientos o ir a contra corriente.
Se sacrificaba a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Pues ese era su pecado, ser mujer en un momento incorrecto.
Si quieres saber más sobre el caso más espectacular de la caza de brujas en España, escucha este podcast de nuestro colaborador Elliot Costa (duración 22.46 minutos).
2 comments
Hola Elliot! Bienvenido a Más Allá del Placer!!!
Gracias por contarnos cómo fueron los hechos. Lamentable que sucediera eso. Y qué interesante cómo se fue cambiando la Historia. Lo triste es que hoy, todavía en muchos lugares ser mujer es un pecado, y por desgracia, existen demasiados feminicidios ya no ocultando que pasan por ser mujer
¡Gracias Mónica por tu fidelidad!